“Colombia debe reflexionar como devolverle al país la naturaleza y los bosques que vieron Humboldt y Mutis” Maria Victoria Vila
María Victoria Vila es fundadora y directora del Mariposario del Tolima, un proyecto de protección e investigación de biodiversidad con enfoque en lepidópteros en la capital del Tolima. Durante este año 2023, en alianza con un grupo de profesores vinculados al Instituto de Estudios Ambientales -IDEA-de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, avalados por…
María Victoria Vila es fundadora y directora del Mariposario del Tolima, un proyecto de protección e investigación de biodiversidad con enfoque en lepidópteros en la capital del Tolima. Durante este año 2023, en alianza con un grupo de profesores vinculados al Instituto de Estudios Ambientales -IDEA-de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, avalados por la Cátedra UNESCO en Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Cataluña, y como proyecto conjunto con la Universidad de Ibagué, la UNIMINUTO Tolima, la Universidad del Tolima y la Universidad Cooperativa, desarrolla un programa de activismo pedagógico llamado «Formación de Bio-ciudadanos», una perspectiva de transformación ambiental para el país.
Diego Aretz: Si hay un proyecto que el país debería mirar es lo que usted está haciendo desde lo privado, pero también desde la vocación personal con la crisis ambiental que se ve en el Mundo. Quiero comenzar por ahí: ¿Cómo fue darse cuenta de que su trabajo se necesitaba?
María Victoria: Bueno. Hace 10 años yo trabajaba en Bogotá como gestora cultural con mucho éxito, como diseñadora de interiores; crecí mucho en el mundo del arte, del diseño, fui a muchas ferias y viajes, y un buen día resolví meterme de lleno a trabajar en la restauración del Panóptico de Ibagué. Después de dos años de arduo trabajo, y con gran tristeza, renuncié. Pensé: “Tengo que trabajar en lo mío”. Y poco a poco fui organizando un mariposario con un bello salón múltiple y de conferencias. Ya llevo 10 años trabajando en este proyecto, que le acaba de dar vida a uno todavía más ambicioso: la iniciativa CAM-BIOS, Comunidad de Aprendizaje Ambiental para la Biodiversidad y la Sostenibilidad
Diego Aretz: Este es un proyecto que une a dos regiones, Manizales e Ibagué, y que además demuestra que la educación ambiental es parte esencial del trabajo con los jóvenes, niñas y niños. Quiero que nos cuentes sobre ese nuevo rumbo.
Cada que hacemos una reunión nacional o internacional le pongo el nombre de Metamorfosis I, II, III, IV… y en la V visité España y me reuní con los directores del jardín botánico de Madrid, los invité al mariposario y vinieron. Estuvieron primero en Medellín en una exposición sobre Mutis, luego vinieron al mariposario a un evento académico bellísimo que se llamó “Siguiendo las Huellas de Mutis”. En esa reunión, también de España, estuvo Javier Álvarez de la cátedra UNESCO en Sostenibilidad, y una arquitecta muy importante de Manizales que ha transformado verdaderamente su ciudad, Luz Estela Velázquez. Ella me dijo: “María Victoria lo que estás haciendo en el bosque y el mariposario es maravilloso, pero puedes llegar más allá, porque la gente no está escuchando, y no está aprendiendo lo que se le enseña, muchas veces porque no tienen la base para ser bio-ciudadanos”. Me explicó todo sobre cómo ser un bio-ciudadano. Yo me fui inmediatamente para Manizales y ella me mostró todo lo que habían hecho, lo que habían conservado, y me explicó que a los ciudadanos hay que despertarles la conciencia, el amor por su tierra, y la responsabilidad que tienen con la biodiversidad, que escuchen los mensajes y los pongan en práctica. Hace seis meses hice ese viaje a Manizales, de ahí empezamos a planear este evento en cual estuviste, y nació el siguiente evento para la creación de bio-ciudadanos.
De Manizales nos trajeron una semilla maravillosa, vinieron a darnos conferencias sobre bioética, bio-salud, bio-estructura, biopolítica, y una muy importante, bio-territorio, que es cómo hacer que la gente ame su territorio para poderlo cuidar; bio-información, para poderlo comunicar, y después, los diálogos que son un resumen de todo lo que la gente ha entendido y para que los profesores que vinieron respondan las preguntas. Entonces, la semilla ya la tenemos, ya educamos 130 jóvenes con ese interés, para que puedan recibir los mensajes y responsabilizarse para hacer algo por este planeta, como me dijo Luz Estela.
Diego Aretz: ¿Qué es ser bio-ciudadano?
María Victoria: Yo tengo un equipo muy bueno que son el Doctor Jorge García Melo, Doctor en Ciencias Biológicas graduado con honores Magna Cvm Lavde de la Pontificia Universidad Javeriana, fotógrafo de naturaleza, profesor y científico de la Universidad de Ibagué, y Angela Echeverry Atehortúa, que es documentalista y experta en comunicaciones ambientales. Y yo creo que ellos dos, que son mi mano derecha, son verdaderamente bio-ciudadanos, porque sienten y saben comunicar la tierra, y están todo el tiempo haciendo algo por conservar y dar ejemplo. Entonces, bio-ciudadanos son las personas que no solo tienen la información de lo que está pasando en el mundo, sino que tienen las respuestas de cómo colaborar y qué hacer; además, pueden enseñar a otra gente lo que pueden hacer, como el cuidado de las aguas, y el manejo de las basuras; ir al colegio en bicicleta y no en carro ocupando solamente un puesto, en fin, hay tantos ejemplos.
El bio- ciudadano es una persona sensible que actúa cuidando este planeta y ayuda a otros a que lo hagan. Eso es lo que nosotros estamos haciendo, y con este equipo empieza ahora la siguiente etapa que es la Metamorfosis VII, la iniciativa CAM-BIOS, que es el acrónimo de Comunidad de Aprendizaje Ambiental para la Biodiversidad y la Sostenibilidad. Vamos a crear esta comunidad, y ya empezamos las reuniones con los profesores y los rectores de las cuatro universidades con las que trabajamos, la del Tolima, la de Ibagué, la Cooperativa y UNIMINUTO Tolima. Nos unimos para crear el plan de estudios y una cartilla especial que le vamos a entregar a los 130 jóvenes que se graduaron, y están comprometidos con educar bio-ciudadanos.
En una próxima etapa el objetivo es llegar a todos los colegios de Ibagué, luego pasar a los municipios del Tolima. Ya nos han llamado, Melgar quiere ser el primero. Vamos a volver al Tolima bio-ciudadano, y con las universidades que estamos trabajando, ver si esta idea nos la copian y se la apropian las universidades de toda Colombia y volver a Colombia entera bio-ciudadana, es decir, un país de personas responsables con lo que está sucediendo, pero con respuestas y comprometidas con hacer algo importante para evitar esta catástrofe tan grande que está a punto de suceder.
Diego Aretz: Hablemos un poco de su vida personal y su relación con Colombia ¿Cómo realmente usted desde joven llegó a hacer esto?
María Victoria: Desde muy pequeña me educaron con el amor y el respeto por la naturaleza, me despertaron el poder del asombro, eso es lo que yo quiero hacer ahora con todos los jóvenes. Yo salía a montar a caballo de niña, me bañaba en una quebrada y veía a los pececitos; caminaba con los niños campesinos, iba a sus casas. Mi padre nos enseñó un gran respeto por la gente que trabajaba acá: yo veía los cultivos que tenía cada casa, y desde muy niña los respetaba, y amaba ver los cafetales, la caña de azúcar, muchas veces hacía parte de las moliendas que hacíamos. Yo heredé cuatro hectáreas de bosque del piedemonte de la Cordillera Central en Ibagué, y ahí es donde creé el mariposario.
Mi papá, que fue una gran influencia para mí, era un hombre extraordinario, decían que Santiago Vila fue el hombre que le dio alas al Tolima porque trajo los aviones con un grupo de ibaguereños, consiguió el dinero y fue a Dallas, consiguió los aviones de segunda y creó Saeta, la línea aérea que comunicó al Tolima. Yo veía a mi papá haciendo cosas importantes, creando ganadería, importando razas especiales; lo vi intentando sembrar arroz y fracasar en eso; lo vi cuidando sus cafetales y teniendo que venderlos porque llegó la violencia y no podía subir por la cosecha; lo vi quedarse sin plata. En los buenos tiempos y en los malos tiempos, siempre con un amor muy grande por su tierra, sabiendo que él se había educado en Europa, en Suiza. Hablaba perfectamente inglés y francés, y me abrió a mí un mundo muy grande, no solamente del amor y el respeto hacia lo que yo tenía, sino que me abrió el mundo exterior porque me propició viajes inolvidables y me mandó a Europa a estudiar lo que yo quería, que era idiomas e Historia del Arte. Cuando llegué, buscaba ver esta variedad, estas montañas y todo lo que teníamos acá, y lo veía todo muy parejo, no veía toda esta variedad que asombró a Humboldt y a Mutis, y a mí misma desde niña. Estando allá siempre pensaba en volver a hacer algo grande por el Tolima, siguiendo el ejemplo de mi padre. Y eso es lo que estoy haciendo con el mariposario.
Diego Aretz: Algo que me llamó la atención del mariposario es que cuando usted empezó había un escepticismo ¿Cómo se le ocurre un mariposario a cielo abierto? Y hoy, varios años después, usted tiene en sus mariposarios especies que otros mariposarios encerrados envidian. Creo que es una lección bio-ciudadana.
María Victoria: Cuando yo era muy niña, lo primero que vi aquí, en una piedra donde me sentaba a observar la quebrada y que para mí fue emblemática, fueron mariposas amarillas. Desde esa edad, 7 u 8 años, desperté ese amor por la observación y la naturaleza, y me dije: “tengo que hacer algo por estas mariposas, pero no las puedo encerrar, quiero seguir mirándolas”. De ahí en adelante las mariposas me han perseguido a mí, o yo a ellas; me encuentro mariposas en todas partes a donde voy, ya sea en la literatura o en un museo, en una joyería, o simplemente estoy mirando un bosque y veo en los árboles una mariposa, y así me voy encontrando con ellas, casi como una promesa tácita de hacer algo por ellas.
Pasó el tiempo, y se me dio la oportunidad de volver a este bosque. Llamé a Alberto Gómez Mejía, director del Jardín Botánico del Quindío. Entonces, lo llamé a él para que me enseñara a hacer mi mariposario y lo que recibí fue un regaño cuando llegamos acá. Yo solo tenía unas pocas mariposas amarillas y unas blancas que ni siquiera miramos, caminamos por todos lados porque me perdí en mi bosque, y me dijo: “tienes que conocer para amar, y amar para trabajar en este proyecto del mariposario. Tienes que conocer cada rincón. Me vuelves llamar cuando tengas esto más organizado.” Me explicó que no debía cortar la maleza, a la que ahora llamo “bieneza”, porque es donde van las orugas a comer para luego volverse mariposas. Él volvió al poco tiempo y yo ya tenía el mariposario muchísimo más dominado, y me dijo: “Listo, ahora vamos a hacer un gran toldo ¿Dónde lo vamos a poner para meter las mariposas, y el laboratorio?”, y le dije: “No, yo no quiero un mariposario como el tuyo, quiero uno mío, donde las mariposas vuelen y la gente camine por los bosques y vea las mariposas ¿Qué debo hacer?” Me dijo que iba a ver pocas mariposas, porque es difícil ver muchas mariposas de esa manera; le dije que no me importaba, que prefería enseñarle a la gente a caminar en el bosque en silencio e ir descubriendo las mariposas, que yo no tenía ningún afán de hacer una tolda, y que este no era un lugar turístico, sino de investigación, un laboratorio de biodiversidad urbana. De Margarita Pacheco salió esa denominación, de Laboratorio de Biodiversidad Urbana, ella la inventó. Aquí se hacen proyectos, se crean, se inventan para la ciudad. Y tenemos caminos donde, cuando sale el sol la gente ve las mariposas. Hemos descubierto poco a poco las plantas que llaman a las mariposas. Tenemos muchos amigos que vienen y pueden recorrer el bosque y encontrar mariposas comiendo banano o naranja, ya que se les alimenta con estas frutas. A veces ven muchas, a veces ven pocas, y a veces ven variedades que otros lugares no tienen. Aprendimos cómo era ese manejo y lo que hacemos es esperar a que salga el sol.
La naturaleza y el cuidado de ella ha sido siempre un sello de este mariposario, siempre hemos trabajado por ello. Nosotros trabajamos con colegios públicos y privados y con las Universidades de Ibagué. El Mariposario se ha convertido en un aula más…
Muchas veces nos dejan los resultados de avistamientos de aves y mariposas. Copias de tesis de grado. También bellas fotografías de hongos y de todo lo que han podido captar en el bosque ..
Los dos Bioblitz marcaron al Mariposario. Fueron importantes eventos de ciencia ciudadana que creó Eduard O Wilson, biólogo norteamericano y profesor de la Universidad de Harvard. Fue el gran defensor de la Biodiversidad. Durante Metamorfosis ll en abril del 2022 le hicimos un homenaje musical en el bosque. El resultado del Bioblitz fue un importante libro con siete capítulos que mostraban todo lo que se encontró en 24 horas en el bosque. Luego, en el año 2020 se realizó un segundo Bioblitz, pero debido a la pandemia se interrumpió la publicación del libro, escrito por los científicos más importantes de nuestra región y del país, el cual editaremos próximamente con el apoyo de las universidades del Tolima y de Ibagué.
Los Bioblitz son jornadas de 24 horas de observación, y de mirar al bosque y a las zonas verdes que rodean la ciudad. Se hicieron en el mundo entero, en Nueva York debajo de los puentes donde había un poquito de verde, y en los parques. La gente hacía los Bioblitz y en 24 horas recogía lo que encontraba y se lo mandaba a él. Nosotros trabajamos con el instituto Humboldt. Todo lo que se iba registrando se los mandábamos.
Diego Aretz: Quiero invitarte a que le des un mensaje a las personas que nos leen.
María Victoria: Nosotros en Ibagué, dentro de esta iniciativa que se llama Cam-bios, vamos a crear unos cambios rotundos en la ciudad, no solamente creando estos bio-ciudadanos, sino que vamos a convertir todos los parques y avenidas de la ciudad en jardines botánicos. Ese es uno de los cambios que vamos a generar, vamos a sembrar árboles y arbustos que llamen a las mariposas y las aves. Que la gente que venga a Ibagué vea los árboles marcados y sepa cuántas aves, mariposas e insectos puede ver en cada parque. Vamos a hacer una revolución de los parques en Ibagué. Otra revolución que vamos a armar, es que todos los universitarios y todos los jóvenes de los colegios con los que estamos trabajando, les digan a sus amigos, no solo los que son de Ibagué sino de Colombia, qué es ser bio-ciudadano y una persona responsable con el medio ambiente. La idea es empezar en Ibagué, pero queremos invitar a todos los colegios, a todos los universitarios y a todos los adultos…queremos que los adultos dejen de quejarse del calentamiento global, que sepan que ellos también pueden hacer algo, que les enseñen a los niños y que sea una complicidad entre todos los colombianos, enseñándonos lo que podemos hacer por el medioambiente.
Quiero invitar a todo Colombia a que reflexione y se haga la pregunta de qué va a hacer cada uno para cuidar el medioambiente y devolverle a Colombia esos bosques que vieron Humboldt y Mutis, porque la Colombia de esos tiempos era otra. Y ese poder de asombro, que es lo que me gusta despertarle a la gente, podemos hacer que todos los colombianos sientan un poco de lo que ellos sintieron, y hoy sienten tantos científicos que están trabajando calladamente. Este mensaje tiene que llegar a todos los colombianos para transformar nuestro país.♦
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Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, candidato a master en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador. Así mismo es asesor de comunicaciones de la Unidad de Búsqueda.
Diego Aretz
Diego Aretz es un periodista, investigador y documentalista colombiano, máster en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal y colaborador de El Espectador. Ha trabajado con la Unidad de Búsqueda y con numerosas organizaciones defensoras de DDHH.
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