Las palabras y las cosas

Publicado el Diego Aretz

Benposta, una escuela de formación para la vida

Benposta, un lugar que permite acoger a niños que lo necesitan, nos ha abierto sus puertas el tiempo de descubrir la increíble comunidad que se desarrolla en su seno. Darles la oportunidad a niños y niñas de acceder a la educación y proteger sus derechos es el objetivo de la organización. Esta visita nos recuerda que los muchachos representan el futuro del país.


 

Una utopía. Eso es lo que me evocó directamente este lugar enclaustrado en las colinas del este de Bogotá. En el recodo de coloridos edificios, nuestro camino se cruza con el de niños sonrientes, que caminan por la hierba grasienta, pero también con el de habitantes más sorprendentes: un caballo, perros y gallinas deambulan libremente por este encantador entorno.  En la entrada hay tres niños, Nicol, Jefferson y Lizzy con los que intercambiamos algunas palabras, tímidamente. Los muchachos viven aquí. Aquí estudian, comen y duermen. Cada uno de ellos que conocemos nos cuenta un poco más sobre el funcionamiento de este microcosmo.

Entre ellos está Wilfray, 19 años, el alcalde de Benposta elegido por dos años. Con la ayuda de los diputados, que representan cada uno un dormitorio, organizan la vida cotidiana de esta mini sociedad y hacen que el resto de los ciudadanos, ósea los niños, voten sus propuestas de mejora en asambleas que se celebran dos veces por semana. Al ser incluidos en este proceso democrático, cada niño tiene un papel que desempeñar en el buen funcionamiento de este lugar. Este es un primer paso en la toma de conciencia de su valor, que se ve apoyado por su participación en un amplio abanico de actividades todas las tardes, como kárate, danza, fútbol, costura, percusión, etc. Gracias a ello, los niños descubren talentos y fuerzas que no sospechaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto se refleja en sus resultados académicos, que llevan a algunos de ellos a continuar sus estudios en la universidad o los técnicos. Se nos menciona con orgullo el caso de un antiguo alumno de Benposta que pronto se graduará como profesor de educación deportiva. Así, este empoderamiento permite a estos niños integrarse en la sociedad de la que se sentían excluidos. Una cita de Paulo Freire, pedagogo brasileño que consideraba la alfabetización como un medio para luchar contra la opresión, está inscrita en una de las paredes de la escuela y resume su filosofía: “Lucho por una educación que nos enseñe a pensar, y no por una educación que nos enseñe a obedecer”.

Pero más allá de ser una escuela de formación para la vida, lo que ha nacido aquí es una familia. Una gran familia de ocheinta tres muchachos. Una familia que algunos de ellos deciden no abandonar, volviendo a dar su tiempo para ayudar a las nuevas generaciones, como es el caso del profesor de percusión y de danza, antiguos muchachos de Benposta.

Este pequeño rincón de paraíso, que parece casi aislado del resto del mundo, podría hacernos olvidar fácilmente lo que estos niños esconden detrás de su aparente despreocupación. Algunos de ellos han participado en conflictos armados, otros proceden de familias con condiciones económicas precarias… Hay una multitud de razones para su presencia en este lugar, pero ninguna de ellas debería haber sido vivida por niños. Según el último informe de la organización internacional no gubernamental Save the Children, 715 menores fueron asesinados en 2017 lo que ubica Colombia como el tercer país con la tasa más alta de homicidio infantil en el mundo. Sobre 7.671.124 de personas desplazadas internas, dos millones son menores. La Encuesta de Calidad de Vida de 2019 expuso que el 38% de la población migrante en Colombia tiene menos de 18 años. El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses revela que aproximadamente 23.560 menores de edad tienen medidas de protección por violencia física, sexual y psicológica.

Este paréntesis que se ofrece a los niños les permite recobrar sus infancias que habían perdido. Nicol, Jefferson, Lizzy, Wilfray y muchos otros pueden aspirar a un futuro mejor dentro de Benposta.

Originalmente, Benposta era una escuela de circo llamada el Circo de los muchachos y fue fundada por el Padre Jesús Silva Méndez en 1963 en España. El Cirque du Soleil, la mayor empresa productora de circo del mundo, se inspiró mucho del Circo de los muchachos en su proceso de creación de espectáculos sin animales. Luego el proyecto evolucionó hasta convertirse en el experimento social que es la Ciudad de los Muchachos, un proyecto que ayuda a los niños necesitados. Benposta se exportó entonces a América Latina, especialmente a Colombia. ♦

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Pauline Serrano es estudiante de tercer año de ciencias políticas de Sciences PO e investigadora de Por La Frontiere.

*Agradecimiento a TDH Alemania

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