En 2019 se cumplen 10 años de la publicación del libro “La ontogenia del pensamiento evolutivo, hacia una interpretación semiótica de la naturaleza”, publicado por la Universidad Nacional de Colombia. Una obra pionera en el campo de la Filosofía la Ciencia y que ha abierto caminos de reflexión sobre nuestra relación con el conocimiento científico.

Eugenio Andrade es químico de la Universidad Nacional y cursó sus posgrados en Genética Molecular de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Experto en teoría evolutiva, formación que ha complementado con una búsqueda constante en el campo de la Filosofía y la Ética. Actualmente es el coordinador de la nueva maestría en Filosofía de la Ciencia de la Universidad El Bosque. Quisimos hablar con él sobre este libro que se ha convertido en icónico en la reflexión sobre el conocimiento científico.

¿Cómo surge la idea de hacer un libro que reúne el desarrollo de las ideas del pensamiento evolutivo?

Siempre he creído que la ciencia se comprende mejor, desde una perspectiva histórica. Las teorías científicas se han desarrollado a partir de ideas previas que requerían modificaciones o precisiones en algunos puntos y demandaban una mejor sustentación, apoyándose en nuevos datos empíricos y experimentales o reinterpretando los ya conocidos. El libro, surgió a raíz de mi práctica docente en los cursos de evolución impartidos a los estudiantes de biología. Actividad que me indujo a leer, además del “origen de las especies” de Darwin, a otros autores que también defendían la tesis de la transformación de las especies en tiempos geológicos. En particular lo referente a Georges Buffon y Juan Baptista Lamarck quienes postulaban una evolución guiada por un programa intrínseco natural, el cual se veía afectado por el medio ambiente. Igualmente, autores como Karl von Baer y Ernest Haeckel, que concebían la trasformación de las especies como consecuencia de modificaciones embriológicas. Es decir, era importante subrayar que el aporte de Darwin, consistió no en formular la idea de la evolución, sino en proponer el mecanismo conocido como selección natural, y al mismo tiempo postular una evolución divergente a partir de ancestros comunes. Así mismo, mostré el desarrollo posterior de la teoría centrándome en el neodarwinismo, la síntesis moderna, las teorías epigenéticas, simbióticas y la construcción de nicho, con el fin de mostrar la urgencia de proponer una nueva síntesis.

 

En ese sentido, ¿cuál era su propósito principal?

En particular quería mostrar la influencia que han tenido las investigaciones sobre el desarrollo embriológico de los organismos (ontogenia), en la formulación de las teorías sobre la evolución o modificación de los linajes en el tiempo geológico (filogenia). Igualmente, en el libro propongo de un modo original e inédito, que el esquema interpretativo inspirado de las categorías de Charles S. Peirce proporciona el esquema para mostrar la complementariedad y los antagonismos entre las diferentes teorías, así como la posibilidad de elaborar una nueva síntesis.

¿A 10 años de su publicación, qué le agregaría para actualizarlo?

En estos 10 años, he caído en cuenta que el argumento central sigue siendo válido, es decir que la historia ha puesto en evidencia grados de complementariedad entre las diversas teorías, y que los nuevos modelos integran aspectos de las teorías neo-lamarckianas y epigenéticas con el neodarwinismo, dando lugar a una perspectiva sistémica. Sin embargo, profundizaría en varios aspectos relacionados con la frontera entre lo físico y lo biológico.

¿Y a nivel filosófico?

La propuesta de Charles S. Peirce que sirve como esquema general para articular las discusiones sobre las teorías específicas, sigue siendo ignorada por la comunidad científica hegemónica, a pesar de que se le cita mucho en los debates de la filosofía de la ciencia. En este sentido creo que lo que agregaría al libro, para actualizarlo, sería enmarcarlo dentro de una perspectiva informacional. Es decir, la idea de información como eje temático, entendiendo por información los procesos autoorganizativos que dan lugar a la diversidad de formas de la naturaleza en general, descritas tanto por la biología como por la física. Una perspectiva informacional que va más allá de la teoría matemática de la información de Shannon y que se compagina con las propuestas como la filosofía de procesos inaugurada por Charles Peirce y Alfred Whitehead, desarrollada en los últimos años en biología evolutiva, por Gilbert Simondon, Jesper Hoffmeyer, Denis Noble y John Dupré entre otros.

¿Qué puede ser lo más interesante de este proceso?

Mostrar que, en efecto, hay una complementariedad, no sólo entre las diversas teorías evolutivas al interior de la biología, sino también entre estas y la física. Las teorías físicas de la transformación giran en torno a la interpretación segunda ley de la termodinámica (entropía), o el estudio de la tendencia a degradar los gradientes energéticos disponibles, examinada a la luz de los procesos organizativos de sistemas abiertos en desequilibrio, a diferentes escalas.  Así mismo, se constata un interés por incorporar en estos modelos, los aportes derivados de la biología cuántica, y en particular de una interpretación de la mecánica cuántica conocida como el “darwinismo cuántico”.

¿Qué tan importante sigue siendo la obra de Darwin hoy?

Sigue siendo crucial.  El programa de investigación tendiente a elucidar la genealogía de todas las formas de vida, remontándolas a un ancestro común sigue vigente. Darwin es un hito histórico ineludible. Pero el papel privilegiado con que se ha querido ver a la selección natural sigue causando discusión en el mundo académico. Así mismo se discute la necesidad de precisar en qué medida las variaciones individuales surgen al azar.

¿A qué se refiere?

Hay un sentimiento de aceptación generalizada a Darwin y al darwinismo, lo cual no impide que igualmente, que se reclame la necesidad de un cambio. Es decir, de ampliar la perspectiva, para interpretar de modo coherente los datos obtenidos en diversas ramas de la biología como la paleontología, la geología, la ecología, la biología molecular, la biología celular, la biología del desarrollo, la microbiología, los estudios sobre simbiosis e hibridación en el mundo animal y vegetal. Todos estos aportes parecen ser más congruentes con una visión de cambios bruscos rápidos e intensos, inducidos por las condiciones medio ambientales y geológicas, en lugar de la visión gradualista defendida por Darwin.

¿Y qué sucede con el azar?

Los estudios sobre la cognición y el comportamiento animal, las neurociencias, la sicología, describen a los organismos como seres sentientes en los que se manifiestan distintas formas de comportamientos inteligentes, lo cual modificaría la idea de que las variaciones fenotípicas que adoptan los organismos son ciegas, sino que surgen como respuesta dirigida a garantizar la continuidad del ciclo vital en el medio ambiente determinado en que están inmersos y del cual forman parte. La idea del azar en la aparición de variaciones evolutivas se podría sostener a niveles estrictamente genéticos, pero las consecuencias de estas variaciones pasan por filtros epigenéticos a lo largo del desarrollo embriológico de los organismos, antes de que sean seleccionadas o rechazadas por la selección natural en la lucha y competencia con otros organismos.

¿Usted cree que Darwin visualizó la desviación de su teoría con el tristemente célebre “Darwinismo social”?

Si claro, pero no la consideraba cómo necesariamente negativa. Darwin estuvo muy cerca de reconocer la selección de grupos, y la existencia de formas cooperativas entre los individuos de varias especies animales y grupos humanos en estado natural. Pero no desarrollo estos puntos, porque su énfasis era mostrar como las variaciones individuales tienen consecuencias evolutivas a largo plazo, siempre y cuando sean seleccionadas favorablemente. Darwin reconoció que la selección natural no se limita a la lucha y competencia entre individuos, sino que la supervivencia requiere también de la cooperación. La supervivencia no es de los más fuertes, sino de los más hábiles para desarrollar distintas estrategias de vida, incluyendo el establecimiento de relaciones cooperativas y altruistas. La lucha en la naturaleza adquiere un carácter despiadado, si se quiere, solamente cuando los recursos son escasos, pero aun así Darwin reconoció que la escasez induce también la capacidad para explorar estrategias adaptativas.

¿Qué tan importante fue el pensamiento griego para el desarrollo de la ciencia que hoy conocemos?

Mucho, dependiendo lo que consideremos qué es hacer ciencia. Para los griegos la ciencia y/o filosofía estaban íntimamente asociadas, y constituía una actividad intelectual orientada hacia una interpretación racional del mundo, la vida, la materia, la condición humana, etc. Esta interpretación no estaba libre de elementos estéticos, mitológicos, éticos, aunque se priorizaban los argumentos fundados en una postura racionalista. Los filósofos griegos buscaban un logos o leyes que explicaran las más diversas manifestaciones de la naturaleza. Búsqueda que no era meramente intuitiva o especulativa, sino que se apoyaba en observaciones de fenómenos del mundo natural. Autores como Aristóteles desarrollaron incluso modos de observación del mundo viviente, plantas y animales, sistemáticos y controlados que prefiguran lo que podríamos denominar un método científico con fuerte sustento empírico. La ciencia griega buscaba la comprensión del mundo y de nuestro lugar en él, y no estaba orientada hacia la producción de un conocimiento aplicado orientado hacia la resolución de problemas específicos.  El conocimiento como el arte, proporcionaba un placer casi místico, que debía contribuír al desarrollo integral de los ciudadanos.

En la Universidad El Bosque, usted es el coordinador de la nueva maestría en Filosofía de la Ciencia. ¿Qué papel jugará esta maestría en nuestra sociedad?

La maestría busca contribuir a la creación de pensamiento crítico que explore las fronteras disciplinares, promoviendo la búsqueda de un conocimiento que permita re-definir nuestra relación  con el mundo que nos circunda (medio ambiente natural y social). Igualmente, reflexionar sobre el estatus epistemológico de las ciencias, sus modos de validación y la explicitación de los presupuestos que las sustentan.  Crear un tanque de pensamiento que guie la toma de decisiones en política de ciencia, tecnología y educación. La investigación conceptual abordara problemas como la naturaleza de la materia a la luz de la física contemporánea, la naturaleza de lo viviente, la animalidad, la condición humana, las relaciones mente cerebro, las inteligencias animales, etc.

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