La industria de cine y televisión es quizá una de las mayores y más poderosas del mundo en la actualidad. Los medios audiovisuales tienen la ventaja de llevar un mensaje más rápida y contundentemente apoyándose de imágenes. El arte de contar una historia es potenciado al incluir imágenes y efectos especiales. Al momento de hablar de ello, es inevitable recordar el adagio popular “una imagen vale más que mil palabras”. Sin embargo, esta corresponde a un malentendido que ha infravalorado el gran papel de la literatura.
La trasmisión de ideas e historias ha sido una necesidad desde la formación de las primeras sociedades humanas. Todos los grupos humanos que conocemos, a lo largo del planeta y del tiempo, han desarrollado algún tipo de lenguaje. Por ejemplo, un niño desde muy temprana edad, incluso con un nivel mental inferior al normal, aprende a comunicarse con otros y aunque hemos desarrollado infinidad de códigos de comunicación, el lenguaje hablado es ampliamente utilizado por todos nosotros, de una forma sencilla utilizando la voz y de una forma más compleja mediante la literatura.
Contrario a lo que dice el adagio, es por medio del lenguaje y no por simples imágenes que hemos aprendido casi todo lo que sabemos. Por ejemplo, intentemos ver un programa de televisión o una película sin sonido u otro tipo de transmisión de leguaje. Podríamos ver explosiones increíbles, escenas dramáticas y demás, sin embargo, sólo hasta añadir algunos comentarios o diálogos a las escenas, nos podremos hacer una idea clara de lo que pasa.
Es verdad que, muchos grandes artistas de la imagen muda como Charles Chaplin (imagen superior izquierda) o Marcell Marceau son capaces de trasmitir mensajes sin lenguaje pero precisamente por eso son famosos, porque su oficio es extremadamente difícil, nos fascina ver gente enfrentándose a esa tarea. Por eso jugamos a adivinar nombres de películas utilizando solamente gestos, intentando hacer algo que es simple con palabras: hablar.
Es por esto que una película no está en un nivel superior a los libros, sino al contrario, el libro es una versión tremendamente sofisticada de una película. Es falso que un libro carezca de imágenes: está repleto de ellas. De hecho son imágenes aún mejores—al ser personales—que las que el mejor estudio de efectos especiales nos pueda ofrecer. ¿Acaso no acuden a imágenes a su mente cuando están leyendo un libro interesante? ¿Acaso no ven mentalmente todo lo que está ocurriendo?
Esas imágenes son suyas. Le pertenecen a usted y a nadie más y por eso usted las considera mejores. Es por eso que cuando algunos de nosotros vemos una película adaptada de un libro que ya leímos, es frecuente decir: el libro es mucho mejor. Muchas películas no son estimulantes, para verlas solo debemos sentarnos con la mente en blanco mientas nos dejamos invadir por imágenes y sonidos sin que nuestra imaginación intervenga para nada.
En cambio, el libro exige la colaboración del lector. Insiste en que tome parte en el proceso. Al momento de iniciar la lectura, una película se gesta en nuestra mente y entonces, el autor de la historia no solamente es quien la escribió sino también la persona que la imagina. Si ponemos a mil personas a leer el mismo libro, cada una recreará en su mente una versión propia y maravillosa a su manera, a su cultura e idiosincrasia.
Desde luego hay muchos más espectadores de televisión y cine que lectores de libros, pero eso no es nuevo. La lectura siempre ha sido una actividad minoritaria. Poca gente leía antes de la televisión o el cine. No todo el mundo, en realidad pocas personas, están dispuestas a dar lo que los libros requieren y preferirán no leer.
Leer es muy difícil, tal vez excesivamente. No es como hablar, cosa que es fácilmente aprendida, sino que requiere de un cuidadoso aprendizaje que pocas veces tiene éxito. La mayor parte de nosotros limitamos nuestra lectura a aprender instrucciones para el trabajo, leer titulares de periódicos, o a leer textos siempre que el mensaje sea corto y sencillo o que toque temas que nos motiven mucho.
No creo que sea un problema del sistema educativo, aunque influye en parte. Pretender que alguien se convierta en lector sólo por habérselo enseñado en la escuela es como pretender que todos los niños se conviertan en grandes futbolistas porque aprendieron a jugar fútbol en la escuela o en cantantes famosos porque vieron música en el colegio.
Para mí, ser lector también es un talento que debe ser cultivado con disciplina. Sin embargo los frutos valen la pena, el lector se distancia del no-lector con el paso de los años. Cuando más se lee, el primero almacena más información en el cerebro, mejora su comunicación y desempeño mental resultándole más fácil leer y ejecutar tareas complejas mientras que al segundo le parecerá más tortuoso leer y se pasará la vida buscando actividades que produzcan la mayor rentabilidad con el menor esfuerzo. Vivirá sin explotar todo el potencial de su mente.
La labor de las películas ha sido más de mercadeo y gracias a la propaganda de varias obras cinematográficas basadas en libros, actualmente, varios escritores han multiplicado su fortuna. Sin embargo, muchas de ellas han cometido el error de contar la historia sin fijarse en la forma en que lo hacen. Llegarán grandes estudios cinematográficos haciendo más explícitas las escenas pero si no se muestra un argumento que, al igual que un libro, exija al espectador algo de imaginación, especulación y creatividad, el buen lector no se sentirá satisfecho. Y es que una vez conocida la lectura, pocas cosas estimularán la mente de la misma forma. Los lectores seguiremos siendo minoría pero el poder de nuestra mente seguirá siendo infinito.
@eltrinador