La vaca esférica

Publicado el eltrinador

Cuando los cristianos eran los fundamentalistas y los islámicos, la cultura más avanzada del mundo.

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Los historiadores hablan de oriente medio como la cuna de la civilización actual. Allí, desde la prehistoria, se establecieron grupos humanos que nos dejaron invenciones tan importantes como la escritura o la rueda. Estas civilizaciones tuvieron culturas muy fuertes de manera que, a diferencia de Europa de tribus primitivas, cuando el imperio romano llegó a oriente medio, encontraría gran parte de las ideas que construyeron su visión del mundo. Por ejemplo, los cultos persas a Mitra, a Dionisio en Grecia y a Jehová en Israel, fueron fundamentales para la formación de la que después fue la religión oficial del imperio: el cristianismo.

Las invasiones barbaras al imperio romano en 476 sumieron a sus habitantes en una crisis que encontró su salida en la religión. Los bárbaros, después de las invasiones, asimilaron las costumbres romanas y se convirtieron al cristianismo católico (Clodoveo, rey de los Francos hacia el año 499 y Recaredo de los visigodos en 587) y así, el clero adquirió una fuerza enorme donde la política se convirtió en un caos, sumergiendo a Europa en un fundamentalismo religioso que duraría casi mil años. Por esos días, sin embargo, en la península arábiga nacería el islam una cultura que preservaría la mayor parte del conocimiento de la humanidad y liberaría a la cultura occidental de la oscuridad del fanatismo religioso.

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Representación artística de la ciudad de Córdoba hacia el año 1000

El islam en la historia comienza con las primeras prédicas de Mahoma en 622 en La Mecca, hoy Arabia Saudí. Ya en el año 700 los creyentes habían extendido su poder militar a todo el oriente medio y Norte de África. Casi sin proponérselo, aprovecharon la inestabilidad política del débil reino visigodo en España, ocupándolo hacia el año 711.

La muerte de Mahoma crearía inestabilidad los primeros años. Con el tiempo, el imperio se dividió en varias regiones autónomas con dos cabezas principales: la occidental con centro en Córdoba, hoy España administrada por la dinastía Omeya y la Oriental con centro en Bagdad, hoy Iraq, administrada por la dinastía Abasí. El islam consolidó a Bagdad, con más de 1.000.000 de habitantes, como la ciudad más importante del mundo en el siglo IX. Dejando en el olvido a lo que una vez fue Roma o Constantinopla. Al-Mansur, el segundo califa Abasí y fundador de Bagdad hizo de ella un centro cultural sin igual donde se escribió “las mil y una noches” y vivió un grupo de científicos eminentes, uno de ellos Alhazen quien es conocido por plantear el actual método científico. Fue un experto en  lentes y descubrió el mecanismo de formación de imágenes en el ojo. Allí también vivió el matemático Al-juarismi que formalizó el álgebra y la aritmética actual aplicándola a la astronomía, la economía, ingeniería, topografía y disputas legales.

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«La tinta de los científicos vale tanto como la sangre de los mártires» reza el Corán. Es por esto que el califa Harún al-Rashid y sus sucesores, se preocuparon por encontrar la mayor cantidad de conocimiento científico. Así, se estableció, en Bagdad, hacia el 830 la casa de la sabiduría o Bayt al-Hikmah donde la mayoría de textos griegos, persas, indios y chinos que hoy conocemos, fueron traducidos al árabe. El papel, invento chino reservado para las castas, fue adoptado y mejorado por el islam llevándolo a una mayor cantidad de personas. Europa, por otro lado, continuaba utilizando pergaminos y las pocas copias que tenían de los textos de la antigüedad, posiblemente, fueron destruidas al ser consideradas como herejía por los cristianos fundamentalistas.

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Lo que era la moderna casa de la sabiduría de Bagdad, víctima de los bombardeos estadounidenses en la ocupación a Irak en 2003

Así, los artes bizantino y persa, la filosofía griega, la medicina Judía y las matemáticas indias, fueron conocidos por una gran cantidad de intelectuales musulmanes que veían con respeto a las religiones diferentes al islam. El respeto era tal que, a diferencia de otros imperios, los califas no obligaban la conversión a su religión y en el imperio convivía muchas personas con diferentes puntos de vista.

Así, en el imperio islámico, una cultura llena de ideas floreció apoyada por una red enorme de mercaderes y de peregrinos que intercambiaron ideas y productos (para todo musulmán, es tradición ir por lo menos una vez en la vida a La Meca). De esta manera, mientras el resto del mundo vivía en el feudalismo, el comercio hizo que la economía islámica adquiriera altos niveles de complejidad con conceptos que el mundo no conocería sino mucho después: Cheques, Pagarés, contabilidad, fideicomisos, cuentas de ahorro y corrientes, fletes, peajes. Según los economistas, el mundo islámico sería la primera cultura con un capitalismo primitivo.

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Mezquita-uiversidad de Al-Zhar en El Cairo, fundada en 975, es considerada la primera universidad moderna.

El imperio desarrollaría una gran complejidad en sus técnicas agrarias. Inventaron la rotación de cultivos y reverdecieron el desierto utilizando aguas subterráneas. Cultivaron algunas plantas asiáticas como el algodón, el arroz y la caña de azúcar llevándolas a Europa así como otras europeas como la vid, el olivo y algunos cítricos que llevaron a China. Inventaron algunos métodos químicos como la refinación de azúcar y la destilación de los licores. Dentro de sus aportes a la ingeniería cabe destacar inventos como el molino de viento, la sierra, el reloj mecánico, y las presas hídricas, impulsados por la construcción de majestuosos palacios, mezquitas y edificios del estado.

La parte oriental del imperio, sin embargo, detuvo súbitamente su progreso al enfrentar las invasiones del pueblo Turco Selyúcida hacia el año 1030 que aunque se convirtió al islam, modificó tremendamente las ideas del pueblo. El tiro de gracia a la cultura de oriente medio, se dio en 1258 cuando Bagdad fue devastada, hasta el último muro, por los mongoles. Sin embargo, la semilla de la cultura islámica original sobrevivirá, un poco más, en el extremo occidental del imperio: Al-Andaluz. Su capital, Córdoba, heredó la majestuosidad de Bagdad llegando, por muchos años a ser la ciudad más grande y adelantada de Europa con casi 500.000 habitantes, 700 mezquitas,  60.000 palacios y 70 bibliotecas, la mayor de las cuales llegó a tener 600.000 libros.

Será en España donde la pluralidad de ideas continuó. Allí convivían, en armonía, cristianos, judíos e islámicos. Se instauró una de las grandes figuras de la filosofía islámica que influenciaría determinantemente el movimiento del renacimiento que floreció en Europa en el siglo XVI. Se trata de Averroes un estudioso de las ideas de Aristóteles, nacido en Córdoba en 1126 quién tuvo la osadía de proponer que la verdad religiosa debía ocuparse de asuntos diferentes a la verdad científica. Uno de sus discípulos, el médico judío Maimónides nacido también en Córdoba en 1138 es considerado el mayor pensador Judío desde Moisés influenciando enormemente el Talmud y refinando algunas técnicas médicas de la época.

En Bagdad se desarrolló casi toda el álgebra actual pero se perfeccionó en Córdoba para luego trasmitirse a toda Europa. En Cordoba se desarrollaría la geometría esférica. Ellos conocían, a partir de textos griegos, que la Tierra es redonda y sabían hacer una estimación muy buena de su diámetro. Entonces, resolviendo el problema de calcular la dirección a la cual se encontraba la Meca desde la ciudad de Córdoba sabiendo las coordenadas geográficas de ambas ciudades (los musulmanes deben orar diariamente con su mirada en la dirección a la Meca), se implementaron algoritmos matemáticos y técnicas de geometría usadas ampliamente por los navegadores y geógrafos posteriores. Sin estas técnicas, hubiese sido imposible para Colón ubicarse en el Océano Atlántico.

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Desarrollo de la geometría esférica por los matemáticos islámicos.

Sin embargo, el esplendor de Al-Andaluz fue fuertemente perturbado por la campaña de reconquista emprendida por los reinos cristianos del Norte. La España islámica resultó irresistible para los cristianos, así como lo fue Roma para los Bárbaros. Es entonces cuando muchos mercenarios cristianos encabezaron escaramuzas pequeñas para adueñarse de sus riquezas. Uno de los mercenarios más célebres, Rodrigo Díaz, mejor conocido como El Cid ejemplifica el afán de aquellos quienes soñaban salir a pie de sus ciudades y regresar repletos de riquezas. La mayor parte de ellos, lo hacían.

En 1254, el Rey Alfonso X del reino cristiano de Castilla, cuando la campaña de escaramuzas había debilitado la economía de Al-Andaluz, comprendió que estaba enfrentando un rival con muchos conocimientos. Es entonces cuando emprende una labor definitiva para el futuro de Europa: traducir la mayor cantidad de textos árabes y Judios a una lengua común para los habitantes de su reino: el castellano. De esta manera, los conocimientos de ciencia y filosofía de la cultura islámica resultó accesible para una población mucho mayor más allá de los intelectuales musulmanes y no solo españoles sino también para el resto de Europa.

El ocaso del imperio culminaría con la conquista cristiana de su último enclave: Granada.  Una vez recuperada la península ibérica, los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1492 decretaron la inmediata expulsión de Judíos y Moros (islámicos que vivían en España). Los moros se irían no sin antes dejar el último vestigio de la majestuosidad islámica: el palacio-fortaleza de “la Alhambra”, quizá el monumento más conocido de España y una maravilla para su época. Construido bajo los preceptos islámicos de no incluir figuras humanas o animales, este edificio recrea una complejidad geométrica que refleja conocimientos matemáticos avanzados. El edificio, en medio de una meseta árida, es decorado por canales de agua fluyendo vistosamente.

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Interior de la Alhambra

La expulsión de Judios por un edicto y de islámicos por medios militares a manos de los reyes significó una pérdida de riqueza humana para la península ibérica pero resultó una nutriente y de hecho una causa crucial para la posterior revolución intelectual de Europa en el siglo XVI que conocemos como renacimiento. Exiliados a diferentes países de Europa, llevaron su conocimiento, principalmente a Italia y abrieron los ojos de las sociedades Europeas a los conocimientos propios y de la antigüedad.

Hoy por hoy, tristemente, la situación ha tomado un rumbo similar al que tomó luego de la caída de Roma pero con roles cambiados. La civilización Occidental es la heredera del conocimiento científico y tecnológico mientras el mundo islámico, víctima de guerras que han arrasado sus ciudades como lo hicieron los bárbaros con el imperio Romano, al igual que lo quedó de este, sucumbe ante el fanatismo religioso. Le debemos mucho de lo que somos a la cultura islámica, si ellos no hubieran preservado el conocimiento antiguo, seguramente nuestros progresos científicos habría demorado cientos de años más. La principal virtud del imperio islámico, al igual que el romano y muchos otros en la historia fue también su condena: su riqueza.

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