Las victorias de Nairo Quintana en el Tour y las inolvidables actuaciones de Rigoberto Urán, Winner Anacona, Julian Arrendo, Jarlinson Pantano y José Serpa, entre otros, son glorias que llegan hasta el más sencillo de los ciclistas aficionados de todo el país. Esa gran sábana de la victoria, cubre tanto a los deportistas élite que sueñan con llegar lejos, como a los pedalistas domingueros o que sólo salen los fines de semana.
Las hazañas de los grandes es una vitamina para todos aquellos que hacen el esfuerzo de sacarle un tiempo a la rutina, al trabajo; a los que madrugan y los que hacen el intento por montar en bici. Todos ellos, tienen la fortaleza mental de luchar contra la adversidad. Ese baño de gloria que se esparce como un sistema de riego nacional, cae sobre esos aficionados que se autorecompensan con un gigantesco caldo de pescado, tras 50 kilómetros de actividad física sobre una bicicleta.
Cuando Nairo o Rigo u otro de los representantes de nuestro ciclismo, alzan los brazos en la línea de meta, la felicidad llega a ese prohombre de 70 años o más edad, que tiene como rutina madrugar, ponerse el uniforme y pedalear a ritmo las duras lomas que hay a su alrededor. Él también es un héroe sin fama, pues a pesar de su edad, goza de fortaleza y calidad de vida.
Los laureles de Nairo, impartan respeto y admiración hacia los ciclistas urbanos, que en sus más variopintas bicicletas van al trabajo. Un recorrido de 10 o 20 kilómetros en una ciudad es de por sí todo un acto de valentía, si tenemos en cuenta los riesgos que ellos deben sortear: lluvias, huecos, trancones, conductores rabiosos y el estrés del tráfico matutino. Para ellos también son las glorias.
Ni que hablar de las mujeres que tienen por pasión montar en bicicleta. La fortaleza de nuestras damas, cuando van sobre pedales, es admirable, pues tienen la capacidad atlética de poner en su lugar a los ‘machomanes’ que las subestiman. Ellas también son beneficiaras de la gloria.
Muy orgullosos deben sentirse los campesinos de Boyacá, pues Nairo es el embajador del agro colombiano ante el mundo, no solo por sus raíces rurales, sino por ser la cara y la voz de comerciales que enaltecen el campo. La humildad y la honradez, tienen su recompensa.
Montémonos en la bicicleta
Los ciclistas cinco estrellas que llevan el tricolor en cada etapa, enseñan al país que ser campeones sí se puede, a pesar de la falta de anuncios publicitarios y de apoyos económicos. Si bien el ciclismo no es un deporte de masas como lo es el fútbol, sus enseñanzas son profundas, pues exige disciplina, constancia y una sicología de mirar siempre adelante.
En opinión del excampeón mundial Santiago Botero, promotor del uso de la bicicleta, es importante que la gente vea el tour, pues de esta manera aprende sobre el ciclismo. “La mejor forma es montándose en una bicicleta, saliendo a entrenar, moviéndose en ella; cuando usted ve el ciclismo, ya lo ve de otra forma”, aseguró del deportista durante un recorrido en la sabana de Bogotá.
Las grandes gestas de nuestros pedalistas nutren esa sana pasión por el deporte y son fuente de inspiración para quienes hasta ahora están abriendo los ojos al mundo. Por eso, cada vez que vea un ciclista, piense en el Nairo que éste lleva por dentro.
Addenda: Admirable la transmisión permanente del Tour de Francia por Señal Colombia y las banderas colombianas que nunca faltaron durante las 21 etapas de la competencia versión 2015.
Por: César Augusto Penagos Collazos
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