La Sinfonía del Pedal

Publicado el César Augusto Penagos Collazos

Sumapaz: un monumento desconocido

Bogotá, enero 20 de 2020. Como todos los grandes permanece en silencio y solitario. Por encima de él reposan las nubes, que lo arropan y lo desvisten a su antojo, y el sol que lo acompaña no muy a menudo. Su piel está llena de frailejones milenarios, cultivados geométricamente por la naturaleza. Así es el páramo del Sumapaz, el ecosistema hídrico más grande del mundo, ubicado a tan solo 30 kilómetros de Usme Pueblo.

En términos ciclísticos, el Sumapaz es el segundo puerto más alto en Colombia, pues su altura máxima en carretera llega a los 3740 metros sobre el nivel del mar. Supera otras cumbres como Patios (3001), El Verjón (3367), Santuario de Guadalupe (3236) La Cuchilla (3365), Romeral (3332) y El Vino (2835), por mencionar algunos de los ascensos más conocidos en Bogotá.

Incluso, los míticos Alto de Letras (3677) y Alto de la Línea (3265), duermen debajo su corona. En Colombia, nuestro protagonista, sólo es superado por el Cerro Gualí, que alcanza una altura de 4057.

Busquemos nuevas rutas

Punto de encuentro: Avenida Boyacá con Avenida Primero de Mayo

La Sinfonía del Pedal, en su búsqueda de nuevas rutas ascendió el Sumapaz, el sábado 18 de enero de 2020. Los ciclistas participantes se pusieron cita en la Avenida Boyacá con Avenida Primero de Mayo, un lugar desconocido para el gremio aficionado.

El grupo integrado por 20 personas, más un motociclista (Andrés Calvo) y una fotógrafa-fisioterapeuta (Tatiana Nossa) inició la jornada a las 7 a.m. En el recorrido urbano, pasaron por La Sevillana, Colomotores, El Tunal, Meissen y Yomasa.

Avenida Boyacá con Autopista Sur

En este primer tramo, el paisaje está dominado por el color de los ladrillos característicos de las casas de los sectores más populares de la ciudad. Contrario a lo que muchos pensamos, el sector es seguro, no obstante, hay que luchar con el tráfico pesado en el Tunal y en la entrada a Usme.

Los primeros retos

Repecho paralelo al relleno sanitario Doña Juana

El primer repecho apareció pronto, un ascenso de un kilómetro que no pasa del 5% de dificultad, ubicado a un costado de la entrada del relleno sanitario Doña Juana. En este segmento el grupo se dividió irreparablemente y cada uno buscó su paso ideal.

Luego, los ciclistas siguieron comprobando que el Sumapaz es una ruta difícil, pues a la entrada de Usme Pueblo encararon una pared de 300 metros con un promedio del 12%. Los que llegaron fríos a este inesperado tramo, hicieron malabarismo sobre sus bicicletas para conectar con una recta menos difícil de un kilómetro sostenido al 7%.

Entrada a Pueblo Usme

Si bien los pedalistas tomaron aire al pasar por el antiguo pueblo de Usme y cuna de los extintos muiscas, la vía se volvió a inclinar a lo largo de 2.2 kilómetros con una máxima del 13% y un promedio del 7%.

Grupo fugado

De ahí en adelante, el recorrido está lleno de subidas y bajadas, que conectan a los embalses La Regadera y Chisacá, en cuyos contornos hay subidas con pendientes cortas que llegan a un máximo del 10%. El descenso de un kilómetro que prosigue al embalse de Chisacá puede ser considerado la mitad del camino.

Alejandro Muñoz

“Es una vía para escaladores de puertos largos, con unas rampas en el camino que hacen temblar al más temerario, lleno de parajes desolados alejados del ruido de la gran ciudad, donde las piernas se queman, la sed apremia y el cuerpo pide alimento”, expresó Alejandro Muñoz, uno de los ciclistas exploradores.

La conquista del Sumapaz

Hasta este punto, predomina el color verde intenso, propio de los bosques de pinos que anteceden las cumbres más altas. El paisaje está adornado con las flores amarillas del endémico retamo y algunas fincas, donde cultivan papa, arveja, habichuela y hortalizas. Las nubes, algunas lloviznas y el gélido río Tunjuelito, son anfitriones.

En cuanto al camino, luego de un tramo destapado muy transitable inician los últimos 11 kilómetros sostenidos, hasta la entrada del páramo. Contrario a otros puertos, en éste, la parte final es pedaleable y permite tomar un nuevo aliento.

Manuel Huérfano y César Penagos en el último tramo

“Es un ascenso constante, no muy marcado pero engañoso, que nunca supera el 7%, salvo un par de repechos, pero es constante y larga, que sumado a la acumulación de metros lo hacen muy difícil de terminar”, compartió Manuel Huérfano, otro explorador de la jornada.

Camilo Ávila (azul), integrante de la Sinfonía del Pedal

«Es muy importante tener en cuenta que en el camino hay unas cuantas tiendas. También, que en la cima no hay donde refugiarse, por eso es indispensable ir bien cubiertos, llevar comida y la herramienta para despinchar», aconsejó Camilo Ávila.

En los últimos seis kilómetros el pavimento está casi nuevo y la sensación de plenitud ante las montañas que se muestran desnudas a lo lejos. No obstante, las rectas finales son engañosas, porque a pesar de que no superan el 5%, los ciclistas desfallecen ante la altura que llega a los 3740 msnm.

Alejandro Amaya

“La salida al páramo de Sumapaz con La Sinfonía del Pedal estuvo genial. El ascenso a una altitud de más de 3700 m.s.n.m. lo disfrutamos todos. Frailejones, fuertes vientos, paisajes espectaculares acompañan la subida. Es una experiencia que se goza mucho y en Bogotá deberíamos aprovechar y visitar más esta región”, detalló Alejandro Amaya, un entusiasta de las bielas.

El KOM del Sumapaz

Mauricio López, King Of The Mountain KOM de Sumapaz, actualmente

En la punta del grupo estuvo Mauricio López, quien ostenta el mejor tiempo en Strava. Sus registros son 1h 43’ en el tramo Tunal – Sumapaz y 1h 11’ en el segmento Usme – Sumapaz, logrados en mayo del año pasado, poco antes de una caída en la que se fracturó la cadera.

Mauricio lleva tres años de aficionado y es integrante del First Cycling Team de Ejeciclismo. Con humildad dice que tiene el mejor tiempo porque “no han ido los élites”. Para el actual KOM del Sumapaz, los importante es “…que suban bien abrigados y sin afán para disfrutar del paisaje”.

Una conexión mística

La subida al Páramo de Sumapaz es una oportunidad para reencontrarnos con la majestuosidad de la naturaleza. El valle de frailejones, las lagunas, las nubes, el viento y el frío que se aprecian en la cima nos conmueve en los más profundo. Ante su presencia, apenas parados en su puerta, percibimos que estamos en un lugar sagrado, donde han habitado seres mágicos.

Los indígenas que habitaron el territorio consideraban que más allá de estas tierras “reinaban los dominios de la nada”. Para ellos, la laguna de Chisacá era el mismo útero de la vida, donde nace el río Tunjuelito. Es nuestra obligación preservar este monumento de la naturaleza.

Escrito por César Augusto Penagos Collazos

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