Les contaré la historia de cómo mi bicicleta se salvó de convertirse en chatarra, tras la aparición de una fisura en el marco. En una época en la que comprar parece ser la única salida a nuestros problemas, la ‘reinvención’ de mi ‘nave’ puede ser un modelo a seguir.
Bogotá, 17 de julio de 2020. A estas alturas del año, muchos podríamos escribir un libro titulado ‘Lo que la pandemia se llevó’. Allí plasmaríamos todas las dificultades que hemos tenido durante esta época inusual. En mi caso, llenaría con detalles la historia del viaje que no puede hacer, el trabajo que perdí y la bicicleta que rescaté de la ‘muerte’.
Y me detengo en esto último, porque jamás pensé que mi bicicleta, en la que había recorrido cientos de miles de kilómetros y en la que muelo mis pensamientos de camino a cada cima, entrara en una especie de cuidados intensivos.

El ‘mal’ que ‘padecía’ era inocultable: una fisura en la parte inferior del marco. Una verdadera sentencia de muerte. El marco estaba roto. ¿Había llegado el momento final de la cicla que, si bien llevaba los sellos de una marca fina, en su interior, no era más que un metal de combate? “Los días están contados”, pensé.
Comprar o no comprar
Lo más ‘sano’ o lo más ‘seguro’ era comprar una bicicleta nueva. Pero cuando pregunté los precios en las bicicleterías concluí que no podía darme el lujo de estrenar la bici que yo quería y por lo mismo debía buscar una solución temporal.
De esta manera opté por mandar a soldar la parte fisurada, pues la inversión era menor. No obstante, el remiendo hecho sobre el aluminio quemó la pintura de la zona y la bicicleta quedó en un estado deplorable como se puede ver en la fotografía.

Con esas ‘laceraciones’ o ‘heridas de guerra’, llevé a la Chinarello a recientes ‘batallas’ ciclísticas, en las que sobreviví, gracias a que en el ciclismo lo importante no es la flecha, sino el indio. Sin embargo, la Chinarello lucía muy desteñida.
Parecía al águila mitológica, que una vez envejecida se retira a un lugar oculto, donde se arranca el pico, con la certeza de que, con el surgimiento de uno nuevo, se arrancará las uñas y las plumas. Cuando todo vuelve a renacer, el ave emprende un vuelo alto y ligero prolongando su existencia.
La transformación
En ese orden de ideas me contactaron con PECOL (@pecolbogota en Instagram), una firma especializada en pintura automotriz que usa técnicas como la hidrografía, perlados, metalizados y restauración de piezas plásticas y fibra de vidrio.
En PECOL (@PecolCG en Facebook) me ofrecieron varias técnicas y me decidí por una pintura plana a dos tonos, con la personalización de mi marca (La Sinfonía del Pedal) y un perlado para resaltar la restauración.
Lo primero que hicieron los artistas de PECOL, fue fondear y lijar el marco y el tenedor con el fin de consolidar la base sobre la cual aplicarían la pintura con el color deseado.
Luego, el reto fue encontrar los tonos del color solicitado y verificarlos sobre una pieza metálica. Esta negociación me dio la seguridad de que la bicicleta iba a quedar como me la imaginaba.
Posteriormente, los especialistas plasmaron el azul más intenso en el borde interno del marco utilizando la técnica de difuminado o ‘suave con el aerógrafo’.
Acto seguido, el encintado permitió plasmar las letras sobre el marco y finalizaron con barnizado de toda la pintura.

“Todos nuestros productos son de la más alta calidad y el proceso recoge las bondades y estándares del sector automotriz, pero son más exhaustivos, porque como no producimos en masa, nos enfocamos en la calidad y en generar piezas únicas que diferencien a nuestros cleintes”, enfatizó Carlos Rodríguez de PECOL.
Resurrección
A la metamorfosis le sumé algunos cambios de piezas como el sillín, la cinta del manubrio, el tensor, las puntillas o ejes, el portacaramañolas, pastillas de los frenos y la uña. De esta manera, la Chinarello, con su nueva piel y con un nuevo nombre, resucitó con el beneplácito de las más desconocidas deidades que protegen a los andariegos y otorgan poderes a los que se involucran en la placentera práctica del ciclismo.
‘Palmarés’ de la Chinarello
Si bien no gané ninguna carrera con la Chinarello, asumo como victorias los siguientes recorridos:
- Travesía Bogotá – Riohacha
- Travesía Bogotá – Santa Marta
- Alto de Letras, tres veces
- Alto de La Línea
- Cinco Grandes Fondos
- Muchas Vueltas a La Sabana (VALS)
- Conquista de páramos y puertos de todas las categorías
- Decenas de pueblos visitados
- Millones de risas y momentos agradables
Nota: el reestreno lo hice por lo alto: Una vuelta a la sabana (vals) una noche de jueves en compañía de amigos que celebraron la restauración de la máquina en la que entreno la felicidad.
Por: César Augusto Penagos Collazos
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