La Sinfonía del Pedal

Publicado el César Augusto Penagos Collazos

La conquista de la Línea

Bogotá, agosto 13 de 2019. La conquista del Alto de la Línea es nuestro más reciente logro ciclístico. Cumplimos nuestro objetivo de pedalear uno de los puertos míticos de Colombia, esa monumental pendiente que hace parte de la historia y del presente del ciclismo colombiano.

El Alto de la Línea, un monumento a la dificultad, un encadenado salvaje de montañas por donde transitan tractocamiones, buses de pasajeros, vehículos particulares, motocicletas y escarabajos de todos los niveles, desde el deportista élite, hasta el aficionado más novato.

Nuestro recorrido inició en Bogotá, el sábado 10 de agosto, a las 6 a.m., pues era nuestro deseo agregarle dificultad a lo difícil. El primer pedalazo lo dimos desde el CAI de Bosa con la gran expectativa de sobrevivir a los 200 kilómetros que nos separaban de Ibagué.

El grupo de nueve pedalistas tenía de todo un poquito: algunos con experiencia en la ejecución de grandes distancias, otros con algunas hazañas en su palmarés, y otros con ganas de vivir una gran experiencia de vida, a pesar de las limitaciones de sus bicicletas y de su corto pasado como aficionados.

Monumento a ‘Lucho’ Herrera en Fusagasugá

Ese pelotón variopinto sorteó sin dificultad el Alto de Rosas, el primer ascenso del fin de semana. En el posterior descenso, pasaron como una saeta por Fusagasugá, Silvania y Boquerón.

El gran verdugo

Los entusiastas sabían que el clima sería el gran reto del día, pero no exactamente en qué magnitud. El calor abrasador se convirtió en el compañero más notorio a lo largo de ese valle que va de Boquerón (Cundinamarca) a Gualanday (Tolima). Chaquetas, mangas y guantes fueron indeseados en ese tramo infernal.

La variante del fuego

Las flores rosadas de los ocobos contrastaban con el color café de la vegetación que moría de resequedad a lado y lado de la vía. El pavimento hervía y a cierta distancia emanaba su vapor característico proyectando imágenes difusas. El grupo paró en varias ocasiones a proveerse de bebidas frías.

En la subida de Gualanday, pasado el mediodía, la temperatura máxima fue de 42 grados centígrados. En ese horno, los ciclistas se retorcieron sobre sus bicicletas, que también hervían por el calor.

Morir o no morir

El falso plano llegando a Ibagué

La entrada a Ibagué fue traumática para la mitad del grupo, porque sus fuerzas se mermaron a la mínima expresión y el falso plano que los acompañaría hasta el corazón de la capital musical, les pareció todo un puerto de montaña de primera categoría. Algunos renunciaron y fueron remolcados por el carro escoba. Y eso que alguien había dicho que la etapa era fácil “como un tobogán”. La jornada finalizó a las 3:00 p.m.

La conquista de la Línea

Había llegado el momento decisivo de encarar el famoso Alto de al Línea. La literatura que hay sobre ese monumento nos indicaba que tendríamos que pedalear 50 kilómetros, desde Ibagué. Lo sucedido el día anterior ya había caído en el olvido y esperábamos que las piernas respondieran plenamente.

La mañana del domingo 11 de agosto era fresca y el día se proyectaba seco. En ese contexto, el grupo recibió la compañía de Javier Bonivento y de otras personas que se nos unieron en el camino, entre ellos Julián Varón y Nicolás Méndez.

Primeros pedalazos de Ibagué hacia la Línea

La épica jornada empezó con el ascenso a Boquerón, el barrio más alejado de Ibagué por ese costado. Acto seguido, vino un descenso de 5 kilómetros, hasta Coello, un caserío que está a punto de convertirse en un parador fantasma, por los viaductos que conducirán el paso vehicular por otro lugar.

Luego, aparecieron un sin número de repechos, la mayoría de ellos de gran inclinación que le permitieron a los ciclistas calentar el cuerpo. Cota tras cota, el grupo llegó a Cajamarca, donde se desayunaron y compraron líquido para encarar los 22 kilómetros finales de la temida loma.

La casa de las nubes

A medida que iba pasando la mañana, iba aumentado el tránsito de vehículos pesados. En muchas ocasiones, los escaladores tuvieron que transitar por la cuneta o por el extremo de la casi inexistente berma. Un peligro mayor que hace de la Línea un segmento muy peligroso para montar en bicicleta.

Cada uno fue tomando el paso que más le convenía y pedalazo tras pedalazo, los escarabajos enfrentaron las curvas que se volvían más difíciles de superar a medida que se aproximaban a los últimos 10.000 metros.

Como suele suceder en estos ascensos largos, la vegetación es muy variada, según el piso térmico. Aparecieron caracolíes, plátanos, cañabravas, robles, pinos y las enredaderas que anuncian el páramo.

Los últimos 5 kilómetros fueron un verdadero tormento, no solo por el desgaste acumulado, sino por la sinuosidad de las curvas y el impacto de poder ver como serpentea la vía a lo lejos y a lo alto. ¿Hasta allá hay que subir?

En contra del viento, los escarabajos hicieron sus últimos esfuerzos para llegar a la cima, sacando energías, ya no del cuerpo, sino del coraje o del honor. Habían salido de Ibagué a las 6 a.m. de Ibagué y en el Alto, el primero de los convocados llegó a las 10:05 de la mañana.

Premio a la combatividad

Jorge Zárate

Es más que merecido y necesario otorgarle el premio a la combatividad a Jorge Zárate, el ciclista más novato del grupo. Su bicicleta de turismo pesa casi 20 kilos y no usa choclos, ni licra de ciclista. El primer día, Jorge, fue el que más sufrió en el llano. No pudo seguirle el ritmo al lote, que lo esperaba pacientemente. Cunado Jorge quiso renunciar y devolverse a Bogotá, el grupo lo animó a intentarlo al siguiente día, pues podría, con la ayuda de los dioses de la rueda, llegar a Cajamarca. Pero Jorge no llegó a Cajamarca. Jorge coronó el Alto de la Línea en las condiciones más adversas. ¡Héroe! ¡Bravo!

Mención especial

Alberto Cortés

También felicitamos a Alberto Cortés, otro luchador de primera clase. Hizo todo el recorrido en su bicicleta híbrida, muy pesada y sin choclos, también. Tanto Jorge como Alberto nos enseñaron que el ciclismo es algo más que apariencia, el ciclismo es puro coraje, decisión y tesón.

Participantes:

Diego Méndez
Enrique Sepúlveda
Camilo Ávila
Jorge Zárate
David Martínez
Luis Evelio Ramírez
Alberto Cortés
César Penagos
Lelys López
Javier Bonivento

Amigos en la ruta:

Julián Varón y Nicolás Méndez

Agradecimiento especial:

Fotografía
Katerine Suárez

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Escrito por: César Augusto Penagos Collazos

 

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