El Crucero, el puerto más largo y bonito de Colombia
La Sinfonía del Pedal realizó una de las rutas más extraordinarias de su historia. Los trazados y los paisajes de los departamentos del Casanare y Boyacá marcaron el derrotero de un destino ciclístico digno de repetirse. El ascenso al Crucero y la vuelta a la Laguna de Tota, se suman a nuestro palmarés de ciclistas…
La Sinfonía del Pedal realizó una de las rutas más extraordinarias de su historia. Los trazados y los paisajes de los departamentos del Casanare y Boyacá marcaron el derrotero de un destino ciclístico digno de repetirse. El ascenso al Crucero y la vuelta a la Laguna de Tota, se suman a nuestro palmarés de ciclistas aficionados.
Bogotá, 9 de diciembre de 2020. Como si nos hubiéramos metido en La Vorágine de José Eustasio Rivera, nos vimos sumergidos en el piedemonte llanero en busca de aventuras ciclísticas dignas de ser contadas. El ánimo explorador nos condujo a Aguazul, la segunda población más grande del Casanare, un departamento clave en la historia de Colombia.
La Ruta Libertadora, como habíamos denominado este proyecto, en homenaje a la gesta independentista del ejército de Simón Bolívar que arrancó en esa región, también podría llamarse ‘La Ruta del Agua’, por cuanto en la geografía trasegada están los ríos Cusiana, Unete, quebradas y chorros y la inmensa y majestuosa Laguna de Tota.
Aguazul es sinónimo de tierra fértil, pues al estar justo en la transición entre la llanura y la cordillera oriental tiene una amplia actividad productiva: ganadería extensiva, cultivos de arroz, plátano, yuca, palma de aceite, café y maíz. Además, el municipio de casi 50 mil habitantes recibe regalías del campo petrolero Cupiagua.
El Crucero
El gran propósito de nuestro plan era escalar el puerto de montaña pavimentado más largo de Colombia: El Crucero. Este coloso es más extenso que el Alto de Letras, pues lo supera con sus 96 kilómetros de subida, contados desde el corazón de Aguazul o los 91 kilómetros del segmento en la aplicación Strava, una longitud importante que le da la categoría del Gran Coloso de Colombia.
Con el respeto que merece un gigante de esa magnitud, empezamos a pedalear pasadas las 6:00 de la mañana, el domingo 6 de diciembre. Los rayos anaranjados del sol nos acompañaron de inmediato, mientras el espacio se engalanaba con nubes tenues, geométricamente diseñadas por el viento.
Los primeros 13 kilómetros nos llevaron al alto del Cogoyo, un tramo al 3.3%, pero con algunas curvas del 10 y 11%. La zona está marcada por un túnel de árboles y un clima agradable de 27 grados centígrados, ideal descansar de las mangas y las chaquetas. Puntos de referencia: Río Únete, planta de abastecimiento Cupiagua, Batallón y Monterralo.
Posteriormente, pedaleamos seis kilómetros, entre Cichaca y Boquerón, al 6.6% en promedio, con algunos metros al 10 y 12%. Aquí quedamos listos para descender cinco kilómetros, la bajada más larga de todo el recorrido. Casi de inmediato llegamos a la única población de todo el trayecto: Pajarito. Como llevábamos la hidratación y el refrigerio en el vehículo acompañante, no fue necesario hacer ninguna parada.
Entre Pajarito y el páramo de Toquilla (kilómetro 76), hay 43.5 kilómetros al 4.9%, lo que significa una ganancia de 2.150 metros. En el corazón de este segmento se encuentra la parte más dura del Crucero: 24 kilómetros al 6.2%, con permanentes pasos por sectores de doble dígito. La carretera suele ser engañosa, pues hay espacios, donde se ve plana, a pesar de que su dificultad no baja del 8%.
“Es un puerto muy exigente y exquisito, recomendado para todos, aunque no es fácil, los segmentos son muy variables, hay unos del 8, 10 y 12%. Me pareció curioso que hay un falso plano al 8:8%, así que no se confíen, porque es un tramo muy quema piernas. La vía está buena en un 95% y se puede transitar tranquilamente”, aseguró Guillermo Pinillos, quien se fugó desde el kilómetro 15 y realizó el ascenso en cinco horas y 27 minutos.
Hasta este punto de la vía encontramos algunos puntos de referencia como el hotel – restaurante adornado con un semáforo y el Alto de virgen. Siempre, muy majestuoso, permanece al costado derecho, fluyendo en contravía, el Río Cusiana, de aguas claras y azuladas, cuna por excelencia de las truchas.
Es imposible no hacer referencia a la majestuosidad de la naturaleza protegida por el marco legal del Parque Natural Regional Siscunsí – Ocetá, un ecosistema típico de alta montaña tropical, conformado en su mayor parte por áreas de páramo, pastizales, rastrojo y bosque altoandino, colindante con el lago de Tota y el PNN Pisba.
“Es un puertazo, yo creo que es de las mejores subidas que tiene Colombia, los paisajes son increíbles, el río acompañándonos casi todo el camino, puentes y cascadas. Es el puerto más largo del país con rampas muy duras, algunas del 12% y 13%. Hubo algunas lloviznas, pero regulamos y al final lo logramos y fue una experiencia increíble, muy agradecido con la Sinfonía del Pedal”, expresó Michael Andrés Arias Giraldo, uno de los exploradores que proyectaba escalar, entre ocho y nueve horas, muy distante a las cinco horas y 32 minutos de su registro.
La llegada al Páramo de Toquilla está precedida por un paso a nivel del Río Cusiana, lugar en el que las montañas lucen escarpadas y filosas. La vía serpentea y se deja ver a lo lejos con sus curvas insinuantes. El paso por Toquilla es uno los momentos más mágicos de esta ruta, pues a lado y lado aparecen lagunas naturales, adornos que plantaron los dioses en un valle sobre los 3.000 metros sobre el nivel del mar.
También, en medio de la nada y a la orilla de la carretera, hay un monumento conmemorativo de un hecho amargo: la masacre de 15 personas perpetrada por paramilitares del Casanare, en el año 2001. No hay duda de que el ciclismo nos permite conocer lo bonito y lo horrendo.
Parte final del Crucero
Tras surtir el valle de Toquilla, el puerto termina con 8 kilómetros duros, al 5.2% de dificultad promedio, con rampas del 10 y 12%, capaces de poner a cualquiera en apuros. Aquí es donde se pone a prueba el cuerpo y la mente, porque como dijo Nairo Quintana “Cuando se cansan las piernas, se pedalea con el corazón”.
“Es un puerto muy bonito, la vista es maravillosa. En cuanto a exigencia, de uno a diez, le pongo siete, porque tiene unos repechos duros y sus respectivos descansos”, complementó David Triana, quien el día anterior había escalado el Crucero por el costado de Sogamoso, surtiendo 250 kilómetros desde Bogotá. Desde Aguazul, su tiempo fue de cinco horas y 39 minutos.
En mi caso, puedo decir que es una de las rutas más bonitas que ha realizado al Sinfonía del Pedal. A pesar de que íbamos temerosos por el posible mal estado de la vía, encontramos una carretera agradable, con tres pasos destapados muy cortos y transitables en bicicleta de ruta. Este puerto no tiene comparación por la inigualable belleza del Río Cusiana, el canto de las aves y el halo salvaje y solitario de las montañas.
Mi tiempo fue de cinco horas y 32 minutos, muy por encima de las expectativas. “Hombre de poca fe”, me dijeron, pero en la vida, como en el ciclismo, es mejor ir de menos a más. Eso sí, la calidad de esta experiencia fue posible gracias al equipo logístico integrado por Tatiana Nossa (fisioterapeuta, fotógrafa, asesora) y Jaime Bautista (conductor acompañante y consejero de la Sinfonía del Pedal).
Al siguiente día, como recompensa, la Sinfonía del Pedal hizo una salida de puro placer: La vuelta a la Laguna de Tota. Suficientes fueron sus 48 kilómetros de perímetro para experimentar una alta dosis de alegría.
A pesar del dolor en las piernas, el paisaje inigualable de la laguna más grande Colombia, fue más que un incentivo para rodar en completa armonía. Eso sí, un par de repechos duros, nos pusieron a respirar finito, esa mañana del lunes 7 de diciembre.
Ojalá, ustedes ciclistas aficionados, se animen a conocer estas maravillas de nuestra geografía y vivan su propia vorágine.
La lectura de mi blog propone un viaje por diversos pasajes de la vida urbana, la reflexión personal y el compromiso social desde el uso de la bicicleta. Los contenidos del mismo están alineados con la necesidad mundial de proteger el medio ambiente y mejorar la movilidad de las grandes ciudades del mundo. La alegría inherente al ciclismo, la salud, el bienestar y la superación del sedentarismo, son algunos de los conceptos a exhortar en este espacio cuyo título connota muchos movimientos de largo aliento.
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