
Bogotá, 23 de julio de 2019. Desde que inició el Tour de Francia nos propusimos rendirle un sencillo tributo a Nairo Quintana, en agradecimiento por todas las alegrías derivadas de sus gestas deportivas.
Independientemente de sus resultados en esta nueva edición de la Grande Boucle, nos planteamos un viaje en bicicleta, desde Bogotá, hasta Cómbita, con el objetivo de compartir las emociones de la etapa 15, junto a sus padres y amigos.
Bogotá – Tunja

A pesar de una lluvia agobiante y desmoralizante emprendimos el primer recorrido de 140 kms, el sábado 20 de julio. Además de la inclemencia del clima, cargamos con los interrogantes que nos planteó el desarrollo de la etapa 14 en la que vimos el desplome de Nairo en el ascenso al Tourmalet.
Nuestro gran campeón no había aguantado el paso de los favoritos y había salido del top 10 de la clasificación general. No obstante, nuestro plan no flaqueó.
Ni la lluvia que arreciaba, ni lo acaecido en la carrera nos podía detener, pues el amor por nuestro ídolo estaba por encima de esas vicisitudes. Recordamos que el tributo lo rendiríamos sin importar la suerte del corredor en carreteras francesas.

Con una gran paciencia encaramos los ascensos al Alto del Sisga, Alto de Ventaquemada, Tierra Negra y los últimos kilómetros, después del Puente de Boyacá. Afortunadamente, el sol había ahuyentado al frío y como si nada hubiera ocurrido, llegamos a Tunja a las 4:00 p.m.

Alrededor de una renovada plaza de Bolívar, se alzaban las celebraciones con motivo del día de la independencia de Colombia, que concluyeron con un espectacular show de juegos pirotécnicos.
Tunja – Casa de Nairo

Con fuerzas renovadas emprendimos el ascenso al Sote, un puerto de 10 kilómetros de curvas amplias y pavimento renovado. Las noticias que llegaban del Tour eran esperanzadoras, pues Quintana se había metido en una fuga abultada que tuvo cinco minutos sobre el pelotón, aquel domingo 21 de julio.
Tras una hora de pedaleo vimos los colores llamativos de la casa de los Quintana, cuando restaban 38 kilómetros de la etapa en disputa. Tímidamente nos mezclamos entre unos cuántos aficionados y un par de visitantes que habían llegado con anterioridad a ver un fragmento de la carrera.

Pocos minutos después llegaron doña Eloísa y don Luís, quienes tomaron la mejor ubicación frente al televisor, en el corazón de la tienda que alberga la casa. La fuga había cedido y el grupo del líder estaba al acecho de nuestro ídolo.
Poco a poco llegaron más personas y el sitio vivió el entusiasmo de años anteriores: gritos, lamentos, rezos, y nerviosismo. Mientras los ciclistas se exprimían en los Alpes, don Luís nos recordaba los años en los que Nairo estuvo en el podio del Tour: 2013, 2015 y 2016.
Mientras don Luís expresaba con suspiros al ver a Nairo descolgado del grupo puntero, doña Eloísa parecía calmada, como alguien que lo ha vivido todo y está por encima de las emociones. Los desesperados estábamos a su alrededor.
Casa de Nairo – Bogotá

A decir verdad, la etapa 15 del Tour resultó ser toda una muestra del ciclismo, llena de estrategias de equipos, ataques, fuerzas y flaquezas. Nairo lo dio todo. No lo logró. Sin embargo, hubo una explosión de aplausos al interior de la tienda, no sólo en apoyo al ciclista, sino a sus padres, familiares y amigos.
Así llegó el momento de estrechar las manos de don Luis y darle un beso a doña Eloísa y emprender el viaje de 180 kilómetros de regreso a Bogotá. En otras palabras, les agradecimos por haber traído al mundo a un hijo que nos puso a vibrar y a soñar. Alguien que nos ha dado mucho más que los mismos ‘padres de la patria’.

Ahora, en la comodidad de nuestras casas y luego de esos 320 kilómetros andados, lo ratificamos con el corazón en la mano: ¡Gracias Nairo!
Viajeros: Diego Méndez, Brayan Engativá y César A. Penagos
Escrito por: César A. Penagos Collazos
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