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028 – Meditación para principiantes en La Revolución Personal (8) Paso 6

Dharana –  Fijar la mente en un sólo punto.

El sexto paso en la meditación se denomina Dharana, con este empieza las etapas avanzadas de la concentración consciente y progresiva. Sucede cuando logramos concentrar profundamente la percepción y la conciencia en un sólo punto de nuestra mente o lo que en meditación comúnmente se le llama el objeto de concentración o el objeto de meditación. Algunas escuelas enseñan la concentración en el vacío.

Dharana es la etapa primaria de la concentración, la mente está fija y trabaja en una zona en particular. Este es realmente el primer paso en el control de la mente.

Si Dios es el objeto de la meditación, entonces Dharana es concentrarse en Dios. Ahora bien, el sitio donde ubicamos el objeto de meditación es el centro de la mente, pero no la mente o el cerebro físico sino la mente psíquica o mística. Podemos ubicar el objeto de nuestra meditación, cualquiera que este sea, en nuestra frente, en el entrecejo y en el interior de nuestro cuerpo. Al comienzo de  la etapa espiritual, es aconsejable pensar en Dios como poseedor de forma, más tarde viene la meditación en Dios sin forma pero con atributos y finalmente viene la meditación sobre el Absoluto, lo que existe por si mismo, Dios, sin forma determinada, sin atributos o lo llamado por los Maestros “conciencia pura”.

Entonces Dharana es la concentración estable de la mente en un único objeto, en un solo punto. Todos los rayos dispersos de la mente se funden o enfocan en uno solo. Los sentidos dejan de funcionar, no existe conciencia del cuerpo ni de lo que lo rodea.

Esto se logra con práctica, con mucha práctica. Se van quitando capas a la mente hasta desarrollar interés en la concentración. Se disfruta una nueva dicha, una nueva felicidad, se hace placentera la concentración.  Al comienzo, el objeto de concentración o de meditación es bastante difuso, pero luego se le van dando características tales como color, forma, tamaño, peso, temperatura, etc. La felicidad que se logra en Dharana es tan grande que no se puede expresar.

En este punto, el meditador es consciente del acto de la meditación, del objeto de meditación y de su propio ser. Al finalizar Dharana y avanzar al siguiente paso Dhyana, la conciencia del acto de meditación desaparece y solo la conciencia del ser y del objeto de meditación permanece.

Para alcanzar Dharana podemos utilizar un mantra (sonido repetido), una imagen, etc. Para estabilizar la mente requerimos que no haya ninguna perturbación externa, ningún sonido ni siquiera de “música para meditar”, ningún olor, ninguna luz brillante o directa, ningún viento, ningún frío o calor.

Cuando meditemos, nos debemos sentar cómodamente, de tal manera que,  ningún músculo vaya a molestarnos. Los ojos deben estar cerrados y la mente dirigida al entrecejo donde  pondremos  nuestro objeto de meditación.  Esta experiencia trasciende los órganos de los sentidos. Mantener la mente en el entrecejo no es tan sencillo, solo con mucha paciencia y práctica lo lograremos. Cuando la mente deja el entrecejo, Dharana se interrumpe y debemos volver a llevar nuestra atención allí. Cuando la mente permanece en el entrecejo, genera una  experiencia relajante, placentera, dándonos una  satisfacción y paz interior intensas. Con la práctica continua, el meditador podrá permanecer en este estadio por varios minutos, acercándose a la siguiente etapa.

Recomendamos una estricta preparación en cada paso antes de continuar al siguiente, si no lo hacemos de esta forma, no veremos resultados  satisfactorios. La práctica diaria se hace necesaria, pues reducirá la actitud vacilante de la mente y mantendrá, durante el resto del día, una verdadera paz interior.

Esta guía es más que suficiente para quien busca serenidad, paz interior y felicidad en su vida diaria. Pero si el interés es la iluminación debe buscarse un Maestro idóneo o un Gurú.

Es importante aclarar que nosotros no representamos  ningún Maestro, solo queremos compartir las técnicas que cambiaron nuestra forma de vivir la vida trayéndonos muchos beneficios.  En India y otros países asiáticos, existen miles de Maestros y cada uno de ellos tiene sus seguidores, básicamente enseñan el mismo fin, pero cada uno lleva sus enseñanzas imprimiéndoles su carácter personal.  Algunos lo hacen con fines espirituales, otros con fines económicos o de otra índole. No podemos decir que este o aquel Maestro es el mejor, el único, el que tiene la verdad verdadera. Las enseñanzas de todos ellos son muy valiosas, todos son muy respetables y haciendo uso de nuestro libre albedrío, podemos tomar de cada uno lo que mejor nos parezca.

Insistimos: no buscamos la iluminación, ni mucho menos pretendemos enseñarla. Solo compartimos nuestra experiencia para aquellos a quienes les pueda  servir.

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Práctica:

Antes de comenzar la práctica propuesta, debemos decidir nuestro objeto de meditación.  Puede ser algo de la naturaleza  como una flor, una fruta, un árbol, un río, el mar, la luna, el sol, una estrella. Puede ser una persona, la que usted más admira, un dirigente religioso, un familiar, etc.  Yo personalmente tengo por objeto de meditación la  llama de una vela encendida  en su candelero.  Una vez  decida su objeto de concentración, no lo cambie.

Nos sentamos en una postura cómoda para treinta minutos o una hora, de acuerdo al tiempo que dispongamos y que aguante nuestro cuerpo.

En la practica de nuestra entrada anterior hicimos un ejercicio de pratyahara, entonces empecemos esta practica de dharana allí donde terminamos esa practica y…

Tomemos conciencia  del objeto de meditación que hayamos escogido durante el tiempo que nos sea posible

Es probable que las primeras veces no podamos visualizar nada, pero si hemos hecho bien los pasos anteriores y hemos practicado bastante, podremos comenzar a visualizar, tal vez de manera fugaz y no definida, nuestro objeto de meditación. Con la práctica podremos agregarle detalles, colores, formas, etc.

Texto: Dhyanamurti

Edición: Angelita.

Naturaleya caprichosa (Fotograf¡ia: Javier Polanco A.)
Naturaleya caprichosa (Fotograf¡ia: Javier Polanco A.)

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