Tartare de vieiras condimentado con cebollino, leve toque de guindillas, limón y briznas de hinojo.
Esta noche que celebra nacimientos, logra enterrar el bullicio de las calles. Es la noche de las esquinas vacías, la gente desaparece, busca en vano una cuna, alguien que mienta hasta el próximo año, cuando el desierto de la noche retumbe en las plazas silenciosas y una fiesta sea de nuevo pretexto para el engaño. Mañana la gente paseará su resaca por el malecón.
En forma de media naranja, la corteza es una delgada capa de salmón ahumado con penacho de caviar y su pulpa está hecha de gajos de carne de cangrejo. Este plato se acompaña con una copa de espuma de aguacate decorado con una muela de cangrejo. Al lado, medallones de langosta hervida y un toque verde de alfalfa fresca.
Quinientos años así, de la misma manera, este patio da la espalda al mar y lo mira de frente por otra de sus esquinas. Así, como desde entonces, las piedras vueltas arcos sobre columnas roídas por la sal, lo bordean. Siglos de muertos percuten con sus voces en el túnel de los aljibes. Para esta casa, Nicolás de Ovando, trajo su España para siempre. Aquí aún está sentada a la mesa con sus tacones de plata. Las nuevas reinas de la Conquista, exhiben sus melenas que cabalgan en el viento de su antigua Colonia, España en las esquinas pesa mientras posa para la foto. Nadie parece darse cuenta.
Cerdo relleno con corazones de pollo trufados. Salsa de ajo confitado. Ramillete de espárragos ceñidos con un anillo de jamón serrano.
¿Quiénes son ustedes, los que se sientan a mi lado y cenan en las mesas contiguas, los que se emocionan y se vuelven carcajada en todos los idiomas, los que llegaron como yo con su maleta, desde un lugar anónimo?¿Qué clase de historia brota de sus cámaras que han mirado más que ustedes la ciudad donde coincidimos? ¿De cuál aldea del mundo escaparon ahora?, ¿De cuál rincón del invierno pretenden vengarse con su piel achicharrada, con su sobredosis de luz fugaz? Vecinos del jardín de la Colonia, aposentados sobre las piedras de la terraza: Nunca los volveré a ver. No tiene importancia lo que hagan, lo que han hecho. Ninguna circunstancia nos repetirá la intrascendencia de este encuentro.
Postre de chocolate decorado con verde chillón y una mantequilla dulce con la que podría pavimentarse el pedregoso callejón del hastío. Café y agua, por favor.