Hoy la movida está con una sociedad que está naciendo entre dos representantes de marcas de lujo que alguna vez fueron competidores y ahora están de socios.
Son Alex Zielcke, que representa en el país desde el año 2000 marcas como Ferragamo, Hackett, Prada, Cavalli, Ermeneglido Zegna, Kiton y por lo menos cinco más; y Alan Bursztyn, cuya familia está en el negocio de las joyas desde 1976 con la joyería Sterling y con Bulgari, y en el de la ropa con las marcas Carolina Herrera y Purificación García.
El centro de sus negocios siempre fue Bogotá pero decidieron unirse para invertir en tierra y edificaciones y salir con sus marcas a otras ciudades del país de manera más agresiva. Zielcke tenía un almacén multimarca en Medellín y Bursztyn una joyería pequeña en la misma ciudad y otra en Cali. Pero en lo que están ahora es en la construcción de edificios de unas cuatro plantas para establecer sus almacenes y una gran terraza en el último piso en la que ubicarán un restaurante.
En ese tema del restaurante, estuvieron cerca de hacer sociedad con Harry Sasson, quien hasta último momento estuvo dispuesto a ir en ese negocio. Era la salida de Bogotá de sus restaurantes y un paso casi obligado para seguir creciendo. Pactaron ir con un primer edificio ubicado en Barranquilla pero al final Sasson decidió no ir en el negocio y no sacar sus restaurantes de Bogotá.
Pero Zielcke y Bursztyn siguieron con el proyecto de Barraquilla y están inaugurando la apertura de su centro de moda en el que cada uno tiene un número de locales determinado para sus marcas, que generalmente son tres y tres, y un espacio para un multimarca. Abrir para ellos en Barranquilla era obligado, y aunque los negocios de Bogotá les funcionan, sus mejores clientes son costeños, que de alguna manera son menos tacaños que los cachacos para estas cosas. Fíjese que por ejemplo la tienda más grande de Carolina Herrera en Colombia es la que están abriendo en Barranquilla.
Cada edificio de estos que están haciendo está por encima de los 4 mil millones de pesos sin los inventarios y sin el precio de la tierra. Eso fue lo que costó el de Barranquilla que está ubicado al norte de la ciudad. Para diciembre van a inaugura otro en Cartagena con siete tiendas en el casco antiguo y en 2014 un tercer edificio en Medellín donde juntarán todas sus marcas.
El tema aquí es que para crecer, esas macas que representan exigen en sus contratos expansión y la apertura de más tiendas en un tiempo determinado, ese es el riesgo que deben tomar los dueños de ellas en Colombia. Y vienen temas muy impredecibles como el de Cartagena, y ver si los turistas que van a la ciudad compran o no. Zielcke cree que sí porque también debe haber espacio para marcas internacionales y no solo para mochilas y sombreros y hay que tener en cuenta que si bien los turistas que llegan en los cruceros no gastan, sí lo hacen por ejemplo las personas que asisten a los matrimonios.
Pero ahí viene la otra parte de este negocio y es ver cómo se protegen sus dueños o donde están las rentabilidades, además de las que genera el mismo negocio. A través de sus aperturas de tienda, Zielcke lleva acumulado tierra desde el año 2000, y las ubicaciones propias que tiene se han valorizado mucho. Y para Bursztyn, el negocio es la financiación de los relojes y joyas que venden a través de su tarjeta de crédito, que es propia, no de ningún banco y que tienen desde 1980. Ese es al final un negocio financiero, que cuando se tiene como fondearlo es muy rentable. Y fíjese que incluso han lanzado líneas de crédito a 12 meses sin intereses que ofrecen a una lista de compradores que tienen y que llega a 50 mil personas.
Esa es la movida de los negocios de hoy que involucra, tierra, joyas y ropa…
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