Al descubrir al personaje del terrateniente Calvin Candie, interpretado por Leonardo Di Caprio en la película Django desencadenado (Tarantino, 2012), aunque relegado en las nominaciones al Oscar, reconocemos que ha nacido un nuevo villano memorable. Su a la vez carismática y divertida presencia, su carácter volátil que amenaza con estallar, logran que el espectador se aferre a su silla y permanezca en tensión total a la espera de su posible siguiente reacción.
En efecto, un buen villano de ficción logra una mezcla única de contradicciones: aunque parezca sensato, al final actuará de acuerdo a su oscura lógica que solo persigue generar en los demás todo el daño posible; su aparente excesiva bondad resultará proporcional a su capacidad de crueldad; sus actos en apariencia mediados por el bienestar común, derivarán en proyectos exclusivamente personales y narcisistas. Su placer y triunfo llegará mediante la dolorosa caída de sus oponentes.
Los villanos en la ficción introducen el conflicto, ponen a prueba a los héroes, simbolizan la oscuridad que habita en todos los seres humanos. Las grandes tragedias griegas, las obras de Shakespeare, y hasta las modernas series de televisión, no tendrían el poder de conmoción dramático si no fuera por la presencia de estos astutos y viles antagonistas. En la realidad nos aterran los malos, pero en la ficción son irremplazables.
Los villanos, desde el punto de vista arquetípico, actualizan la figura de la sombra, del carácter siniestro de cada ser humano, la cual espera agazapada su oportunidad para tomar control del yo. En las culturas antiguas la sombra simbolizaba el alma oscura, el ser dividido.
Modernamente, los villanos equivalen a la idea de disociación, de fractura psíquica que conduce a la emergencia de una dimensión trasgresora que atenta, no solo contra la identidad, sino contra el equilibrio de la bondad humana. Se les suele relacionar con las diversas formas de locura, como ocurre con los malos de Batman: su maldad deriva de su locura.
Los personajes que encarnan el mal también representan el poder de los sentimientos reprimidos, los traumas profundos, las culpas, la dualidad que enfrenta todo ser humano al momento de decidir sobre su destino. Son la forma del otro que nos habita, del cual tememos nos derrote y nos sustituya definitivamente. Genio, grandeza, sensibilidad extrema, vanidad, ambición, han sido los villanos memorables de muchos seres humanos.
Aquí va la lista de algunos de los mejores (peores) villanos del cine y la literatura, que ojalá los lectores completen y comparen con sus respectivos temidos favoritos:
-Ricardo III (protagonista del drama del mismo nombre, escrito por William Shakespeare, 1593): modelo del tirano político, cuyo resentimiento personal, marcado por su deformidad física, se convierte en ambición y en ansía de poder. Elimina a todo aquel que se opone a su ascenso al trono de Inglaterra y de esa manera arrastra a su nación a un terrible baño de sangre.
-Lady Macbeth (personaje de la tragedia Macbeth, de William Shakespeare, 1606): mujer definida por la codicia insaciable; instigadora del asesinato de los rivales políticos de su esposo al trono de Escocia. La culpa de los crímenes que orquesta, se revela en la obsesión por lavarse las manos de la imborrable y fantasmal sangre de sus víctimas.
-Don Juan Tenorio (personaje mítico español, recuperado, entre otras, en la obra El burlador de Sevilla, atribuida a Tirso de Molina, 1630): el amante insaciable, monógamo en serie; jamás verdaderamente interesado en las mujeres que seduce, apenas alienado en su vanidad como hábil conquistador. El placer obtenido de aquellas con las que comparten su lecho, es un pretexto para su verdadero objetivo: reinventarse a sí mismo, una y otra vez, en su banal soledad.
-Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont (protagonistas de Las relaciones peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos, 1782): encantadores aristócratas franceses, cuyo deporte favorito consiste en seducir a ingenuos jóvenes a los que conducen a la cama para luego vanagloriarse epistolarmente de sus triunfos sexuales e incluso destruir sus reputaciones. El amor verdadero, del cual se sentían inmunes debido a su experticia para seducir, termina por destruirlos.
-Annie Wilkes (personaje de la novela Misery, de Stephen King, 1987; en el cine interpretada por Kathy Bates): erotomaníaca, fanática de un escritor al cual condena al encierro obsesionada con la idea de que él la convierta en parte de su mundo de ficción y así conciba, por fin, su obra maestra. En el libro le corta un pie al escritor para mantenerlo bajo su dedicada tutela.
-Coronel Hans Landa (personaje de la película Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino, 2009, interpretado por Christoph Waltz): oficial de las SS, perseguidor de ciudadanos judíos que han adoptado nuevas identidades. Entabla largos y maquiavélicos interrogatorios con sus víctimas para así disfrutar de la agonía mental de dichos interlocutores. Insensible cazador que recuerda la aterradora inhumanidad de los nazis reales.
-Hannibal Lecter (personaje de las novelas de Thomas Harris, interpretado en el cine por Anthony Hopkins): brillante médico y psiquiatra, experto en literatura medieval. Exquisito gourmet, cuyo ingrediente secreto de cocina son los órganos de sus víctimas. Otro de sus oscuros placeres: descifrar el momento de quiebre, el origen de la debilidad de los seres humanos, raza que desprecia y de la cual siente pesar.
-Enfermera Mildred Ratched (personaje de la novela Alguien voló sobre el nido del cuco, de Ken Kesey, 1962; en el cine encarnada por Louise Fletcher): además de reprimir y castigar a los internos del sanatorio mental en el cual trabaja, de hacer sus vidas aún más miserables, ocupa su tiempo en encontrar la forma de extinguirles el alma. Fármacos y lobotomías son sus finales medios para condenar a los enfermos mentales al silencio.
-Rodion Raskolnikov (protagonista de la novela Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski, 1866): después de asesinar con un hacha a una prestamista y a su bondadosa hermana, intenta huir de la culpa derivada de tales actos. Su humanidad, apenas perdida durante el terrible rapto de crueldad, termina por someterlo y recordarle que la única forma de diferenciarse de los demonios es aceptando la responsabilidad total de los crímenes cometidos.
-El guasón (personaje del comic Batman, interpretado en el cine por Heath Ledger): convierte la figura del tierno payaso en la de la locura perversa; hace de la risa perpetua un arma letal. Su bizarro maquillaje, las falsas historias sobre las cicatrices de su cara, nos recuerdan que los “disfraces” que escogemos para nuestras vidas, son a veces la verdadera expresión de nuestra identidad.
-Harry Powell (personaje de la novela de Davis Grubb La noche del cazador, llevada el cine en 1955, interpretado magistralmente por Robert Mitchum): un falso predicador, con los nudillos tatuados con las palabras Love and hate, va en busca de un botín oculto de un robo y está dispuesto a matar a dos niños que se interponen en su camino. Su frase más famosa, emitida mientras cruza sus dedos para ilustrar el gran conflicto humano por excelencia: «amor y odio libran una encarnizada batalla en la que siempre triunfa el segundo».
-Antonio Salieri (personaje histórico modificado en la película Amadeus, 1984, interpretado por F. Murray Abraham): de acuerdo a la película, ofrece a Dios su castidad y trabajo a cambio de superar el genio del joven Mozart, pero sus composiciones musicales apenas logran sobrepasar la mediocridad. Carcomido por la envidia y el resentimiento frente al genio insuperable de Amadeus, conspira para enloquecerlo y enfermarle; concibe un plan para hacerle creer que su difunto padre le reclama desde el más allá una composición final, la cual será su obra maestra.
-Elle Driver (personaje de la saga Kill Bill, 2003, interpretado por Daryl Hannah): miembro del Escuadrón Asesino Víbora Letal. Persigue sin compasión a la vengadora Beatrix Kiddo, de la cual siempre ha sentido envidia por su noviazgo con Bill, el líder del extinto grupo. Perdió su ojo derecho en manos de su maestro de artes marciales, al cual envenenó como represalia. Este personaje es la evidencia de que la belleza y el poder físico no son suficientes para aplacar el ansía de los celos.
-Anton Chigurh (personaje de la novela No country for old men, de Cormac McCarthy; en el cine interpretado por Javier Bardem): asesino a sueldo, con el peor peinado de la historia del cine, según el mismo actor que le dio vida. Psicópata imperturbable, innovador en cuanto al arma usada: una pistola de perno cautiva, activada por un compresor de aire, la cual dispara a la frente de sus víctimas. Incansable en las tareas homicidas que se le encargan. En medio de una guerra de traficantes de drogas, Chigurh, inmune al dolor ajeno e incluso al propio, va detrás del hombre equivocado en el lugar equivocado. Clara alegoría de las consecuencias de relacionarse con dinero ensangrentado.
Los villanos de la ficción nos alertan sobre nuestras propias zonas oscuras, de las sombras que nos cobijan y anhelan tomar el control. Recordemos el relato La sombra, de Benito Pérez Galdós, donde un enamorado celoso persigue al presumible amante de su prometida para finalmente descubrir que aquel usurpador es su propia sombra. Ese terrible villano, el peor de todos, le dice al celoso: “yo soy lo que usted piensa, su idea fija, su pena intima. Esa desazón inexplicable soy yo”.
Lo más impactante y a la vez interesante de los entes de ficción que encarnan la maldad es reconocer la génesis de su siniestro carácter, aquel tortuoso pasado que los transformó en monstruos. De igual manera, algunos villanos de la realidad soportan y ocultan una génesis biográfica que los arrojó a la oscuridad. Sin embargo, la gran mayoría no necesitaron de tales orígenes; la maldad emergió de sus propias decisiones, de sus propios apetitos. Esos villanos resultan más aterradores e incomprensibles.