La droga, ¿y Colombia?

Publicado el Jorge Colombo*

Uribe en su laberinto

Las paz con las FARC sigue una coherencia histórica. Pastrana en sus diálogos de paz mostró el cinismo de la guerrilla. Esto convenció a la nación de la necesidad de combatirlas. Con este mandato Uribe llegó al poder y debilitó considerablemente a las FARC, dándole ventaja al Estado. Santos, quien participó en este debilitamiento, extendió la mano, volvió a abrir diálogos de paz y logró un acuerdo.

En vez de admitir esta coherencia, y entender el proceso histórico, Uribe decidió desde el principio apartarse de los diálogos. Cuando en su lugar pudo haberlos ajustado de forma que el acuerdo logrado representase también esa parte de la nación que él lidera.

Si no eran acuerdos ¿entonces cuál era la opción? ¿Aniquilación total? ¿luchar hasta una rendición incondicional? Estos dos escenarios, que además son muy inciertos, no llegan sin todos los horrores de la guerra: un costo alto en vidas humanas e indiferencia ante comportamientos barbáricos.

Justamente lo dignificante para la nación de estos diálogos de paz que han avanzado a la luz pública es tomar conciencia colectiva de esos horrores. Para eso es la verdad, para eso es la reparación. Para entender cómo los involucrados se ven forzados a acciones inhumanas. Negar esa posibilidad de diálogo  y de toma de conciencia es justificar a quienes tomaron provecho del lado aventajado en la guerra.

La paz negociada es así el mayor triunfo de una sociedad democrática. La cual usa la fuerza únicamente como último recurso y aprovecha cualquier oportunidad para dejar de hacerlo. Cualquier otro uso de la fuerza es seguir la lógica según la cual «la fuerza es la razón».

@DrogaYColombia

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