En Junio de 1998, la convención anti-drogas de las Naciones Unidas, a través de su declaración política [1], nos informa: “Las drogas destruyen vidas y comunidades, minan el desarrollo sostenible de la humanidad y generan crimen. Las drogas afectan todos los sectores de la sociedad de cada país; en particular la adicción a las drogas afecta la libertad y el desarrollo de los jóvenes, que son el activo mas valioso del mundo entero.” Los firmantes ratifican su compromiso con la lucha contra las drogas adornando la declaración con el eslogan: “Un mundo libre de drogas, sí se puede”; se dan un plazo de 10 años para alcanzarlo.
Aunque nadie duda del entusiasmo como componentes crítico para el triunfo; por mas energético que uno sea, una mala estrategia o un objetivo inalcanzable ridiculizan la intención original. Cabe entonces la pregunta: ¿Se puede alcanzar un mundo sin drogas? La respuesta es un contundente no.
Tanto la amapola, como la coca y el cannabis, tienen usos medicinales. De la amapola se deriva una enorme cantidad de opiáceos, entre ellos la morfina. La cocaína, que es un anestésico local, es producida legalmente en Nueva Jersey, Estados Unidos, por “The Stepan Company” [2] [3]. Esta compañía es la misma que decocaíniza las hojas de coca para Coca-Cola. Y en lo que corresponde al cannabis, en cualquier estado de los Estados Unidos, se puede consumir el psicotrópico de la marihuana de forma legal, siempre y cuando uno tenga una prescripción médica para Marinol [4]. Todo esto dentro de un marco legítimo: la coca, la amapola y el cannabis ya se producen legalmente bajo el auspicio de la ONU. Así pues, existen intereses para no erradicar estas plantas de la faz de la tierra; intereses que van mas allá del mero narcotráfico criollo.
Y es que el fin original de la convención anti-droga de las Naciones Unidas nunca fue la destrucción total de unas plantas [5], sino simplemente restringir su uso al entorno científico; para alcanzar este propósito cada país tiene la libertad de establecer un organismo para que regule su producción. Es de esta forma como “The Stepan Company” consigue legalmente su coca del Perú [6] [7]. Dentro de los planes de Colombia nunca ha estado el explotar esta posibilidad.
Entonces, aunque asumiésemos que el narcotráfico no existiese, es decir que toda la producción de amapola, coca y cannabis estuviese minuciosamente regulada por los respectivos organismo, la droga sigue ahí. Y mientras esta exista, la posibilidad de desviarse de su uso ideal sigue presente. La histeria colectiva que desembocó en la prohibición actual fue desatada en parte por la mala práctica médica, muy común en los Estados Unidos a finales del siglo XIX y a principios del XX [8]. Centenares de pacientes terminaban adictos a la heroína o a la cocaína. Hoy por hoy, existe un problema parecido: el abuso de fármacos legales es tema de preocupación para el zar anti-drogas [9]; afortunadamente a nadie se le ha ocurrido arrojar a estos consumidores problemáticos a la cárcel o al manicomio.
Conclusión, para acabar con el problema de la droga plenamente, tocaría no sólo eliminar a la gente inescrupulosa, para que la producción y el uso se limitasen estrictamente a los legalmente establecidos; sino también tocaría eliminar el error humano, para que no existiese errores médicos. ¿Puede una simple oficina anti-narcóticos conseguir esto? Ridículo. Mientras la droga se produzca, habrá mal uso de ella.
En lugar de intentar alcanzar lo inalcanzable, que no es sino un esfuerzo en vano (un franco desperdicio), la política anti-droga debería mas bien enfocarse en minimizar los pormenores que pueden acarrear el consumo y la producción de la droga: minimizarlos hasta un punto tolerable por la sociedad (esto lo discutiremos en detalle mas adelante). La política actual es lo opuesto a esto. La política actual exige aguantarse cualquier daño colateral mientras nos desgastamos buscando lo imposible.
Referencias
[1]: Declaración política, Asamblea general de las Naciones Unidas, vigésima sesión especial, 1998.
[2]: The legal importation of coca leaf, Hominid Evolution, Dental Anthropology, and Human Variation, Universidad de Illinois en Chicago, módulo 9.3, 1999.
[3]: C.D. May, How Coca-Cola obtains its Coca, The New York Times, 1 de Julio de 1988.
[4]: Marinol – the legal medical use for the marijuana plant, U.S. Drug Enforcement Administration, página de internet.
[5]: La convención única sobre estupefacientes de 1961 en su preámbulo indica: «[…] Reconociendo que el uso médico de los estupefacientes continuará siendo indispensable para mitigar el dolor y que deben adoptarse las medidas necesarias para garantizar la disponibilidad de estupefacientes con tal fin […]«
[6]: Empresa Nacional de Coca S.A., Página de internet.
[7]: M.A. Lasso, The business of legal coca, Inter Press Service, 26 de Enero de 2006.
[8]: E. Marshall, Uncle Sam is the worst drug fiend in the world, The New York Times, 12 de Marzo de 1911.
[9]: G. Kerlikowske, Why Marijuana Legalization Would Compromise Public Health and Public Safety, declaración del director de la ONDCP frente a la Conferencia de Jefes de Policía de California, Marzo 4 de 2010.