El ejército mexicano está desplegado en su propio territorio combatiendo la guerra de las drogas. Está lidiando con contrabandistas de psicoactivos.
Pero ninguno de los tres últimos presidentes mexicanos ha querido formalizar la situación, pensando seguramente que el despliegue del ejército será temporal. En esas ya van para su décimo año.
¿Qué significa tener al ejército desplegado dentro del territorio nacional? Significa que el enemigo está en su interior. Está infiltrado. Por ejemplo, Francia desplegó 10 mil soldados luego del último tiroteo. Porque lo usual es que del orden público se encargue la policía tradicional o la militar.
En EEUU, la militarización de la policía se le debe a la guerra de las drogas: compraron equipos de guerra para respaldar sus operaciones. Pero les sirve sobre todo para ejercer el orden público con más severidad. Léase: con más arbitrariedad. Causando a su paso daños irreversibles a inocentes por las medidas desproporcionadas que ahora les permite todo ese arsenal.
Roberto Duterte, el presidente de Filipinas, está empeñado en darle fin a esta guerra en su país. Para ello ya no le importa el debido proceso y promueve el ajusticiamiento de cualquiera involucrado en drogas. Han matado a cientos de presuntos consumidores. Ha causado miles de muertos. Llegó con la promesa de mejorar la seguridad del país y lo único que ha logrado es desatar una ola de violencia indiscriminada. Porque el consumo y el contrabando de drogas seguirán existiendo.
De hecho, desde el s.XVI que intentaron prohibir el café y el tabaco, toda sustancia psicoactiva con consumo recreativo, incluyendo el alcohol, se ha intentado prohibir sin éxito alguno. La prohibición no es la solución, es el problema.