El regreso de la extrema derecha al poder parece inminente. Desde el 2002 el único que ha podido vencer a su candidato fue Santos 2014. Y lo hizo porque pudo apalancarse con la maquinaria. En números, a los 6.5 millones de votos del NO del plebiscito, en segunda vuelta habrá que agregarle unos más de los de la maquinaria de Vargas Lleras, además de los nuevos votantes atraídos por el clima de polarización. Podríamos estar hablando fácilmente de 9 millones para Duque en segunda.
Para vencer democráticamente a esos votantes la estrategia era clara: una coalición de todas las fuerzas alternativas a Uribe y Vargas Lleras cuya cabeza se debía definir. No se hizo, y cada quién decidirá a quien(es) achacárselo. Si la estrategia se hubiese seguido, hoy no estaríamos en la división De la Calle-Fajardo-Petro sino que estaríamos unidos votando por solo uno de ellos este domingo.
La oportunidad era perfecta: con la extrema derecha y sus maquinarias divididas entre Vargas Lleras y el de Uribe, quien estuviese a la cabeza de la coalición De la Calle-Fajardo-Petro hubiese podido ganar en primera. El pueblo es superior a sus dirigentes, la unidad que ellos no lograron sí la podemos hacer nosotros: votando por un mismo candidato.
¿Cuál? Petro ¿Por qué? Porque ha hecho la mejor campaña.
Es innegable el entusiasmo que Petro ha despertado en mucha gente y es únicamente esa emoción la que puede quitarle votos a la maquinaria. Pues en muchos, sopesada al beneficio a corto plazo, es la esperanza que él encarna la que gana. Ese mismo sentimiento traerá votantes nuevos, personas tradicionalmente abstencionistas que pueden desequilibrar la pugna entre las dos mitades de peso electoral equivalente: quienes estamos a favor y quienes están en contra del proceso de paz.
Además Petro lleva una ventaja significativa en las encuestas sobre De la Calle y Fajardo. Y es altamente probable que su marcación esté despreciada pues él convoca gente que no ha creído en el poder del voto, que es un grupo poblacional que las encuestas difícilmente detectan.
Entre los apoyos a Petro se incluyen grupos sociales históricamente marginados en nuestra democracia como lo son los movimientos de los indigenas y de las negritudes. Lo que demuestra que su campaña ha logrado una penetración en esa otra Colombia distante de las capitales. Es una apertura en la representatividad.
Si queremos vencer a Duque en esta elección la mejor forma es pegar primero: votar todos por un mismo candidato. No se trata pues de llegar colectivamente a un consenso en el que a todos nos parezca que Petro sería el mejor presidente. No, se trata de hacer un compromiso con uno mismo y hacer lo necesario para derrotar a Uribe y Vargas Lleras. El imperativo moral es votar por Petro en primera, y cuando gane lo será cuestionar sus decisiones.