La droga, ¿y Colombia?

Publicado el Jorge Colombo*

Droga, infraestructura, poder legislativo, control ciudadano

El que ha visto el video del combate entre el ejercito y las FARC de Langlois, habrá escuchado lo que el campesino le responde a la camara (minuto 7:20):

-Usted señor, ¿por qué está sembrando coca?
-¿Yo? Porque por aquí lo único que le da a uno es eso, la coquita. ¿Qué más hacemos?
-¿No hay otros cultivos, no hay nada que rinda?
-No, pues vea como está de pésima la trocha. Vea tengo yuca, ¿y por donde la puedo sacar? Platano, y no hay por donde sacarlo. La carretera está muy pesima. No hay por donde.

Y esa es la verdad del campo colombiano: aislado por falta de carreteras. Desde antes de la creación de las FARC, los campesinos le piden una sola cosa a la clase dirigente: carreteras para poder sacar y vender sus productos.



La clase dirigente prefiere tumbarse nuestro dinero.

Y no pasa nada. La clase pudiente deja que le roben lo que paga en impuestos. Los trabajadores, anestesiados por una inhumana semana laboral de 48 horas (más 15 de transporte… gracias a la infraestructura), en sus pocas horas de tiempo libre preferirán alienarse de esa realidad.

Así, al congreso la ciudadanía no le pide cuentas, las obras no se ejecutan, la ciudadanía se vuelve más precaria, se entorpece su capacidad de exigir. Un círculo vicioso que, por la cuestión de orden público, no se puede romper.

¿Por qué no hay infraestructura? paciencia por favor… lo primero es un territorio libre de drogas; es que no se pueden hacer obras sin seguridad. ¿Por qué la ciudadanía no se moviliza? paciencia por favor… lo primero es un territorio libre de drogas; es que para superar la guerra se necesita la abnegación de todos.

Pero esas no son sino cortinas de humo. El sistema electoral colombiano no facilita el control ciudadano, al contrario lo mina. El tema lo toca Álvaro Forero Tascón en su última columna: las circunscripciones son muy grandes e impersonales (por ejemplo, hay 18 representantes para toda Bogotá), no hay responsabilidad individual; y además, la gran mayoría de la gente no sabe quien los representa en el congreso pues no se acuerdan por quién votaron. Para solucionar esto, habría que establecer la circunscripción unipersonal (idea del senador verde Sudarsky, en donde Bogotá sería dividida entonces en 18 zonas y de cada una saldría un único representante; y de forma similar se dividiría todo el país, como en Estados Unidos. La gente sabría quien lo representa, el  único congresista de toda su comunidad; y, si los proyectos no se ejecutan, se sabe de quien es la culpa y se castiga al representante en las siguientes elecciones).

Lo otro que sucede es que en la cultura política colombiana se tiene la impresión de que lo importante es el poder ejecutivo. Pero nada está más alejado de la realidad que ese concepto: los controles políticos los hacen los congresistas. Sin esos controles es como si no hubiese democracia. Para solucionar esto habría que desincronizar las elecciones de los dos poderes (por ejemplo, en año de elecciones, primero hacer las legislativas y un par de meses después las ejecutivas). Así los medios no se arrojarían todos a cubrir exclusivamente las elecciones más emocionantes, que son las del ejecutivo; la gente pensaría su voto por el legislativo; y finalmente, multiplicaría el costo de aceitar la maquinaria política por dos (claro, también nos saldría más costoso administrar dos elecciones en vez de una; pero, se haría mucho más eficaz el poder ciudadano).

La acorralada en la cual se encuentra el país no se soluciona ni con un proyecto de fascismo rural ni con un sistema que le regala todo a grandes conglomerados económicos, que ganan mucho y devuelven nada. No, aquí lo que hay que hacer es quitarnos de encima el sistema clientelista y la guerra contra las drogas. Y hacerlo lo más pronto posible.

Comentarios