Por Ramón García Piment.

La historia de la Salud publica en Colombia, nace con el mismo concepto de territorio, al menos 300 años antes de la consolidación de la nación colombiana. De manera paralela, surge el concepto del cuidado y la atención primaria en Salud.

Desde el Siglo XVII en Santafé de Bogotá se pensó en el desarrollo de un Hospital de Caridad. Los múltiples propósitos de construcción de un espacio para la caridad y para la atención medica se dieron, entonces en un espacio aislado de la ciudad que permitiera la ventilación higiénica de las instalaciones a fin de apoyar la curación de las enfermedades y el óptimo manejo de la higiene pública.

Desde al año 1561 Se erigió en la pequeña población de Santafé, el primer hospital de la Ciudad y uno de los primeros del Nuevo Reyno de Granada, Su nombre: Hospital de San José y de Jesús, José y María. Su gestor fue Fray Juan de los Barrios Primer arzobispo de Bogotá, quien escogió unos terrenos a la espalda de la Actual Catedral Mayor Primada de Bogotá, para poder tener allí el asentamiento que permitiera tratar a los enfermos de la Ciudad y de las comarcas vecinas.

Funciona allí el hospital primitivo con nombre y administración primitiva por 30 años, hasta que, tanto el crecimiento urbano como el deterioro de las condiciones y la cercanía con el cementerio de la ciudad ubicado en el mismo predio, impidieron que se pudiera continuar con esa primera empresa de trabajo.

Por su parte los misioneros de la orden de San Juan de Dios, recibían de la Corona española los permisos y privilegios para adelantar su labor hospitalaria en el nuevo continente, Hacia 1567 llega a la ciudad un clérigo del al Orden de San Juan de Dios, con instrucciones pontificas de administrar el recién fundado hospital en el nuevo Reino,  quien es mal recibido en principio por el Arzobispo de la Ciudad al ver amenazado el control de la administración en Salud. Tuvo que fallecer y fue su sucesor quien permitió el permiso para administrar el Hospital, ahora en un segundo emplazamiento tres cuadras al occidente de la Ciudad.

Este nuevo Hospital ya con el nombre de SAN JUAN DE DIOS, creció en una “manzana alejada de la urbe creciente”, en la actual carrera 9 y 10 con calles 11 y 12, cuyos vestigios a hoy en día solo los conserva la Capilla del claustro hospitalario y monasterio de la Orden de San Juan de Dios, y que se encuentra en ese mismo Lugar como Iglesia de San Juan de Dios.

Las almas que se curaron, junto con sus cuerpos son testimonio de esos primeros soportes y anhelos por conservar las dos premisas Hipocráticas de la Salud:

  • Aumentar el tiempo de vida
  • Garantizar la mejor calidad de vida.

Los principios hipocráticos quedaron calados en cada médico, tratando de tomar distancia entre lo que parecía un mundo espiritual, del que poco o nada se conocía y el mundo del análisis científico que permitiera tomar decisiones con base en diagnósticos. Esta separación no se interpretaba muy bien en la sociedad Santafereña, pues las costumbres, las misiones de cristianización, junto con las tradiciones ancestrales e ideas de los sefardíes con tradiciones ocultas judías, se mezclaban en una mixtura de conocimientos que comunicaban el cuerpo con el espíritu a través de prácticas que podían tratar enfermedades. Estas prácticas traían consigo rituales que equilibraban el cuerpo con el espíritu, como chamanismo y curanderismo que expulsaba energías negativas o espíritus malignos, e incluso la sanación a través de hueseros o sobadores.

Estas prácticas se amalgaman en el Hospital San Juan de Dios, en medio de discusiones para el tratamiento de enfermedades, entre Iglesia, cuerpo médico, familiares de pacientes y los mismos pacientes. Al final, los preceptos médicos fueron cobrando fuerza y los principios griegos permitieron tomar posición al cuerpo médico para el tratamiento de las enfermedades recién llegadas al nuevo mundo, como viruela, sarampión, gripe, tifus, difteria, tuberculosis y sífilis, entre otras, marcaron pautas en una población local sin inmunidad, afectando de manera significativa la salud de las poblaciones.

Pasaron muchos años en este lugar, con condiciones precarias de la colonización incipiente y del desarrollo de una urbe que al principio se aletargaba en los años y siglos, con poca población y alejada del mundo, aunque para algunos este parecía ser el centro el mundo. La llegada de enfermedades posteriores y casi pandémicas como el Cólera y la malaria, impactaron en la forma en la que disponía la construcción para la atención de pacientes. Se hizo necesario y evidente, el pensar en nuevas maneras de construir espacios que permitieran una adecuada ventilación y atención a gran número de pacientes, evitando hacinamientos y desplazamientos internos engorrosos para nuevas áreas de cirugía. Los desarrollos en medicina que se transformó de la antigua tradición medica de la medicina humoral a la revolución científica que trajeron Andreas Vesalius (1543) “De humani corporis fabrica”, que trajo la disección como parte fundamental del conocimiento del Cuerpo, y de William Harvey (1628), quien con su publicación “De Motu Cordis”, describe el conocimiento del sistema circulatorio y de su relación con el corazón, proporcionando una manera más precisa de entender la fisiología humana.

Lo anterior trae consigo la idea de implantar en el nuevo mundo y en Santafé un hospital moderno que permitiera el tratamiento de enfermedades infectocontagiosas, el análisis de las enfermedades y de los tratamientos con la recién descubiertas vacuna, como principios de la inmunología moderna.

Con la llegada de la independencia se hizo evidente la relación de la práctica de medicina, desde las aulas, y la formación de médicos, la cual desde el inicio estuvo ligada al cuidado de la salud en el proyecto de construcción de Nación.

Desde el comienzo de nuestra incipiente nación, se buscó que la academia hiciera parte de la construcción de los principios constitucionales del Estado, es así como en 1844 se pretende que la enseñanza de la medicina esté acompañada de una práctica en el Hospital San Juan de Dios. La Ley del 6 de abril de 1844, lo hace sobre la enseñanza práctica de la medicina:

Art.1. Los catedráticos de medicina de las escuelas generales de esta facultad serán médicos de los hospitales de caridad,

Art.3. Las lecciones de clínica interna y externa, y las demás de medicina práctica que convengan a juicio del Poder Ejecutivo, se darán en los hospitales.

Art.6. Si para las lecciones que deben darse en los hospitales hubiere necesidad de ocupar algunas piezas de estos establecimientos, será de cargo de la universidad el pago del alquiler que corresponda.

Finalizando el año, se proclama el Decreto del 24 de diciembre de 1844, que arregla la universidad del primer distrito y se realizan las siguientes modificaciones:

Art.1.  En la universidad del primer distrito habrá una escuela general de cada una de las cinco facultades establecidas en el artículo 23 del decreto orgánico de estudios universitarios de 20 del corriente. La escuela general de literatura y filosofía estará en el colegio Nuestra Señora del Rosario, y las de ciencias físicas y matemáticas y jurisprudencia, en el de San Bartolomé; la de medicina, en el edificio San Juan de Dios, y la de ciencias eclesiásticas, en el Seminario.

Art.2. La universidad del primer distrito tendrá dos inspectores el primero habitará en el edificio de Nuestra Señora del Rosario, y el segundo en el de San Bartolomé. Habrá además un inspector pasante de medicina, que habitará en el edificio de San Juan de Dios.

Para la década de 1860, EL Gobierno se propuso fundar un plantel completo de instrucción científica en casi todos los ramos del saber humano. El objetivo propuesto se materializó el 16 de septiembre de 1867 con la Lei que crea la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, promulgada por el Congreso y sancionada por el presidente de la Unión, el General Santos Acosta, el 22 del mismo mes. De acuerdo con esta ley, la Universidad estaba compuesta por seis escuelas o institutos especiales, entre ellos La Academia de Medicina y otros establecimientos, como, el Hospital de Caridad y el Hospital Militar.

A partir de 1869, el Estado Soberano de Cundinamarca creó una Junta de Beneficencia del Estado, que permitiera unir a varios establecimientos de caridad, entre ellos el Hospital San Juan de Dios, El Hospicio de Bogotá, el Asilo de locos, el Asilo de locas, de mujeres indigentes, la colonia de mendigos de Sibaté, el Asilo de niños desamparados, El Asilo de niñas el Asilo campestre de Sibaté y el Gran Manicomio para varones de Sibaté.

Pr lo anterior, de acuerdo con la publicación: HISTORIA DEL HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS, la Arquitecta María Claudia Romero concluye que luego de dichos cambios, “el Hospital cedió al Gobierno la mayor parte de las Instalaciones. Se adecuaron espacios para habitaciones de practicantes y jefe de Clínica, y para consultorios externos. Se definió el uso de laboratorios y anfiteatro dentro y fuera del claustro hospitalario, caracterizando lo necesario para la enseñanza práctica de clínica a cargo de la Facultad de medicina y regulando mediante contrato celebrado entre el ministerio de instrucción pública y la junta general de beneficencia de Cundinamarca relativo al hospital San Juan de Dios, que se formalizó con su publicación en la imprenta  Nacional en 1912”.

En este punto, se hace necesario regresar a la colonia para conocer el origen del predio denominado El Molino de la Hortúa, un predio situado en su momento en la Hacienda de la Hortúa, terrenos rurales al sur de Santafé, fundado en el siglo XVII, empleado para la recopilación y almacenamiento de granos. Se construye el molino en la rivera del rio San Agustín, Se aprovecharon las aguas del rio para moler los granos que se comercializaban en Santafé. Durante el Siglo XIX, el molino se industrializó y modernizó, aumentando su capacidad de producción.

El crecimiento de la Ciudad luego de la independencia, hizo que se fuera expandiendo hacia el norte y hacia el sur, colindando con la Hacienda de la Hortua y su molino.  Años después, en el Gobierno de Rafael Reyes, se compró el predio conocido como TRES ESQUINAS o MOLINO DE LA HORTUA, el cual fue cedido por el Gobierno a la Beneficencia de Cundinamarca a fin de ubicar allí la construcción del manicomio y un espacio para los indigentes, quienes por esa época habían sido expulsados del asilo de San Diego y de aserrío.  Es así como en 1913 se inauguró un manicomio en el lote de la Hortua, diseñado por Ramón Cardona, el cual constaba de tres pabellones destinados a: 

Administración del lugar,

Dormitorio de varones tranquilos

Dormitorio de mujeres tranquilas.

Posteriormente se inició la construcción del Hospicio de Bogotá, posiblemente proyectado por Alberto Manrique Marín y Arturo Jaramillo.

Los edificios nunca fueron ocupados por locos, permanecieron abandonados hasta 1917 cuando a causa de un terremoto se ubicaron allí los enfermos del Hospital San Juan de Dios, que finalmente en 1924 fue cedido el predio por el Gobierno al Hospital San Juan de Dios. Se puede afirmar que, a partir de esa fecha, se inicia la etapa de ocupación del Hospital en el predio de la Hortua. 

Los tres pabellones, fueron entonces acondicionados para su nuevo uso, con aval de Ramon Cardona y con los diseños de Alberto Manrique Marín y de Arturo Jaramillo, Este último hacia parte de la junta General de Beneficencia.

Los pabellones se llamaron de acuerdo con sus benefactores, quienes aportaron dineros para el desarrollo de las edificaciones gracias a la falta de recursos del estado para poder llevar a cabo tal empresa. Por lo anterior, los teres pabellones se llamaron de acuerdo con sus benefactores así:

Pabellón José Rufino Cuervo,

Pabellón Ángel Cuervo

Pabellón Paulina Ponce de León, (En homenaje a la esposa del benefactor Eugenio Sánchez Zerda).

En la Actualidad los Pabellones son conocidos con los nombres de Pabellón de San Lucas, Pabellón de San Eduardo y Pabellón de Cirugía Plástica y Quemados.

Hacia 1921 se realizó un concurso que ordenara el complejo hospitalario y diera paso a la planeación con la que se construiría el Hospital. En dicho concurso participaron los Arquitectos: Benjamín Dussans Canals;  Manrique &Jaramillo y Pablo de la Cruz.

Resultado del concurso se edificaron los pabellones, parques y jardines que dieron un manejo urbanístico y de paisajismo al conjunto, entre ellos se construyeron para 1926, ocho pabellones de 18 proyectados por Pablo de La Cruz:

  • Pabellón de la maternidad,
  • Pabellones para hombres
  • Laboratorio Santiago Samper (Nombre dado por la Facultad de Medicina en reconocimiento a Santiago Samper Martínez, su esposa Gabriela Madrid de Samper y su hijo Francisco Samper Madrid, benefactores en la Construcción y desarrollo del Hospital San Juan de Dios).
  • Pabellón de Enfermedades Tropicales,
  • Pabellón de tuberculosos,
  • Pabellón de Administración,
  • Capilla.

Hacia 1921 se realizó un concurso que ordenara el complejo hospitalario y diera paso a la planeación con la que se construiría el Hospital. En dicho concurso participaron los Arquitectos: Benjamín Dussans Canals;  Manrique &Jaramillo y Pablo de la Cruz.

Resultado del concurso se edificaron los pabellones, parques y jardines que dieron un manejo urbanístico y de paisajismo al conjunto, entre ellos se construyeron para 1926, ocho pabellones de 18 proyectados por Pablo de La Cruz:

  • Pabellón de la maternidad,
  • Pabellones para hombres
  • Laboratorio Santiago Samper (Nombre dado por la Facultad de Medicina en reconocimiento a Santiago Samper Martínez, su esposa Gabriela Madrid de Samper y su hijo Francisco Samper Madrid, benefactores en la Construcción y desarrollo del Hospital San Juan de Dios).
  • Pabellón de Enfermedades Tropicales,
  • Pabellón de tuberculosos,
  • Pabellón de Administración,
  • Capilla.

Posteriormente, gracias al desarrollo de la medicina, y al cambio de estilos arquitectónicos, hacia 1934 se construye el Laboratorio Central de Investigaciones de la Lepra, que después cambió su nombre al de CENTRO DERMATOLÓGICO FEDERICO LLERAS ACOSTA, durante el Gobierno de Alfonso López Pumarejo. Proyecto elaborado por Alberto Wills Ferro. Por la misma época, se construye el INSTITUTO NACIONAL DE RADIUM, diseñado por Carlos Cristancho, con apoyo de Alberto Wills Ferro. 

En la década de los 30 la Beneficencia desarrolla el servicio de farmacia con el Instituto Farmacológico de la Beneficencia o IFARBE, que posteriormente se llamaría Cundifarma.

Para 1948 se requería un espacio que diera paso a la investigación quirúrgica moderna, que guardara una relación directa entre la academia, la investigación y el cuidado por los pacientes, con la mayor tecnología posible. Para ello se proyectó y construyó el pabellón quirúrgico, por la firma Cuellar, Serrano Gómez. Dicho edificio actualmente se conoce con el nombre de TORRE CENTRAL. En 1952 solo se habían construido tres pisos de 9 proyectados.

Hacia 1968 se anexo una torre docente a la torre central, la cual servía como apoyo administrativo y académico de la Universidad Nacional a las instalaciones del Hospital San Juan de Dios.

Lo anterior suscito la conformación de la torre Central como Hospital Universitario, por lo que el complejo hospitalario creció en infraestructura hasta lo que conocemos hoy en día, con edificios como la Unidad de Salud Mental.

La Sección de mantenimiento del Hospital San Juan de Dios, mantuvo durante todos esos años la memoria de los registros planimétricos de sus edificaciones, contando para ello con un esquema de organización documental por edificio. Al interior de ellos, se almacenaban organizadas las adecuaciones, propuestas y ajustes a las edificaciones. A pesar de ello, los planos originales de los proyectos urbanos, y de los primeros pabellones construidos, no se encuentran, por lo que los registros comienzan a partir de los levantamientos realizados desde la década de los 60s.

El Hospital San Juan de Dios cerró sus puertas en el año 2001. Queda como testimonio de su memoria, y huella para la ciudad, cada plano conservado en el Archivo General de la Nación. En palabras de María Claudia Romero Isaza: “Aquel parque hospital que ennobleció el sector sur de la ciudad, hoy se presenta en parte ruinoso y espera que cada ciudadano atendido en su recinto ahora le tienda la mano para que el San Juan de Dios recobre su calidad como recinto urbano patrimonial, cultural y ambiental, y como escenario destacado de la evolución de la arquitectura hospitalaria en Colombia y América Latina”.

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