Por: Ramon García Piment
El presente artículo de mi autoría, fue publicado previamente en la Revista Memoria, órgano de difusión del Archivo General de la Nación- AGN, en el año 2018, en el número 19. bajo la idea de poner en la mira este rico tesoro patrimonial, en momentos en los que soñábamos junto al Director del AGN, Doctor Armando Martinez Garnica, conspirar contra el olvido de la colección de mapas y planos que tiene como acervo el Archivo Histórico Colombiano, y del cual no se ha realizado una difusión mayor, aun hoy, cuando tiene más de 40.000 unidades documentales planimétricas de las cuales los inventarios puestos al servicio de Consulta e investigación detallan cerca del 10%. Es así como invitamos a nuestros lectores a realizar un exquisito recorrido por la mapoteca y planoteca del Archivo General de la Nación.
El croquis de un continente
En el texto “Historia de la Cartografía en Colombia[1]” Se relata que el Cacique Tumaco hizo un croquis de la provincia de Quito con el fin de informar a Pizarro, sin embargo, ese primer mapa prehispánico de nuestro territorio no tiene evidencia documental que lo pueda probar.
Se tiene también conocimiento que los conquistadores españoles acostumbraban a enviar mapas a manera de croquis o bosquejos de las tierras conquistadas. Según el documento citado, se tiene referencia que parte de estos mapas se encuentran archivados en el Archivo de Sevilla en España.
El primer mapa de nuestro territorio se debe seguramente a Cristóbal Colón, quien en su segundo viaje en 1493 dibujó la costa norte de nuestro territorio en un mapa llamado: “Carta de Navegar para saber el Viaje de las Indias[2]”. A partir de allí, se empieza a desprender una serie de mapas, entre los que se destaca el primer Mapa- Mundi, llamado inicialmente Carta de Marear, presentado a la Reina Isabel en 1500 (o 1502[3]); Antiglia en 1508 (Nombre usado para referirse a las actuales costas de Colombia y Venezuela); Mapa de Wltzamuller en 1507, donde referencia por primera vez el nombre “América”. Mundus Novus en 1510, Mapamundi de Simón Grynacus en 1532, hasta el Mapa realizado por Antonio de Herrera en 1601, denominado “Descripción de las Indias Occidentales”, en donde se identifica claramente nuestro territorio con sus dos mares, denominado en el mismo como “tierra Firme”.
A partir de ese momento podremos indicar que empieza la fabulosa empresa de tratar de plasmar gráficamente nuestra escarpada y variada geografía, la cual desbordaba la imaginación de todo el que tenía la posibilidad de conocer este amplio y variado paisaje.
Explorando el territorio
El propósito de explorar, conocer y plasmar cada una de las regiones, latitudes y variedad geográfica, y natural, terminó con la propuesta y ejecución de expediciones como la tardía Comisión Corográfica y la Expedición Botánica, que reflejan parte del territorio, y que terminan con la definición de nuestra propia nación en el origen de la Republica.
Los primeros trabajos emprendidos por dibujar lo que iba más allá del mar inician en el año 1601 con el primer mapa del cauce del rio Magdalena, enviado a España por Luis Enríquez, seguido por un mapa de 1641 realizado por los Jesuitas para ubicar las misiones que se encontraban en la provincia de nuestro territorio.
Gracias a la publicación de Eduardo Posada, primer presidente de la Academia Colombiana de Historia en CARTOGRAFIA COLOMBIANA, se encuentra un detallado catálogo de mapas de la época colonial hasta 1960, los cuales se referencian catálogos anteriores realizados por Ezequiel Uricoechea en 1860.
Los primeros mapas identificados que se encuentran en el Archivo General de la Nación corresponden a documentación desde 1601 hasta 1700 en un volumen de 90 registros, entre los que se cuentan los primeros mapas que dan fe del reconocimiento de nuestro territorio, como lo son los mapas de las estancias y resguardos indígenas, planos de los pueblos recién creados de la colonia, como: el Plano del pueblo de Chiracoca de Virués, elaborado por Juan de Vargas, escribano en 1606; el Plano de la ciudad del valle de Duraza; corresponde al expediente sobre la fundación de la ciudad de La Grita, en 1601; El Plano del pueblo con la plaza y dos calles en las que están la iglesia y la casa del cacique de 1602 (sin identificar la población); Un Plano de unas cuadras de tierras en litigio con sus linderos, en inmediaciones de Villa de Leiva, entre la sierra que hace cabecera de la Villa, el Rio y quebrada, que data de 1613; y el Mapa de las tierras del valle de Minipi, en Cundinamarca en 1680.
Se encuentran allí, documentos de autorización para construcción de iglesias, como parte de las misiones católicas en la colonia, como es el caso del plano de la planta de la Iglesia de Tibaguyas. Levantado por Cristóbal Serrano, entre muchos otros levantamientos.
La tradición romana, inculcada en la cultura española trae la impronta de la implantación de la cuadricula o damero en las nuevas tierras, que se ve reflejado en las disposiciones coloniales y en los mapas que se encuentran en las mapotecas del AGN, que van desde exquisitos gráficos, como el del Plano de la Parroquia de Sincelada [Cincelada- Santander] con sus alrededores, hasta algunos otros reticulados simples de implantación de la cuadrícula en nuestra geografía no tan plana como los soportes documentales, como es el caso de Plano de los solares de la parroquia de Somondoco, en 1791.
Años después, a la llegada de Humboldt y su encuentro con Caldas, se inicia un nuevo capítulo de exploración de territorio que enriquece los archivos de representaciones gráficas bañadas de conocimiento de la época y de avances que permiten identificar la genialidad de sus personajes y su apasionada necesidad de identificar los pisos térmicos de nuestra escarpada patria llena de montañas y diversidad de paisajes. Por su parte, José Celestino Mutis, emprendió un largo viaje desde Cádiz- España, en el verano de 1760, encontrándose “maravillado en sus encuentros con plantas, animales y seres humanos que se suceden en su mente con objetos y sujetos de conjeturas científicas”[4]
El resultado de estos encuentros y viajes expedicionarios surge la Expedición Botánica en 1783, bajo el reinado de Carlos III, y la consecuente Comisión Corográfica. Como eruditos en el campo de las ciencias naturales se destacan: el botánico y geólogo Mutis (nacido en el año 1732 en Cádiz, fallecido en 1808 en Bogotá) y su discípulo Caldas[5] (nacido en 1770, fusilado en Bogotá por los españoles en el año 1816), un autodidacta instruido en sus viajes y que dejó asombrado a Alexander von Humboldt por los conocimientos y observaciones a que había llegado en materia de botánica, química, astronomía y etnología, así como por la invención de algunos instrumentos, como el hipsómetro.
En la década de 1850, con el desarrollo de la Comisión Corográfica liderada por Agustín Codazzi, se incrementó el interés por la búsqueda de material bibliográfico, cartográfico y topográfico relacionado con los límites y los recursos de la Nueva Granada. Es en este contexto en el que Ezequiel Uricoechea (1834-1880) publica su Mapoteca colombiana obra en la que compila el listado de los materiales cartográficos del país y la llamada Gran Colombia, identificados por él durante su estadía en Europa, particularmente en la importante mapoteca de la Biblioteca Real de Bruselas[6].
A pesar de que los bienes de la Expedición Botánica fueron embalados a España en 1816, en el Archivo General de la Nación, algunos de los mapas realizados por la Comisión corográfica reposan en la mapoteca 6, como son las cartas corográficas de los diferentes estados del Gobierno, realizadas en Paris, con los datos de la Comisión Corográfica.
Los recorridos por la comisión, por sus personajes que fueron dibujando nuestro país y recolectando información geográfica, botánica, de costumbres, tradiciones, y de las mismas aventuras, nos permiten conocer no solo la geografía, sino la hostilidad que se fundía con la riqueza de nuestras tierras vírgenes. Viajeros de selva tropicales escribían y trazaban ideas que se volvían mapas y apuntes de expediciones en nuestra nación. Parte de esas mágicas sensaciones las encontramos cuando observamos los primeros mapas de Bogotá y los unimos a los escritos de lo que experimentaban los viajeros que venían a Colombia y se adentraban a su capital, era, como lo describe Ernst Röthlisberger en su libro EL DORADO: “El extranjero que, después de un largo y costoso viaje, llega a la Sabana de Bogotá, experimenta, antes que todo, una justificada sorpresa. Se ha dicho con acierto que la impresión que recibe una persona en tales circunstancias debe de parecerse a lo que se sentiría al pasar rapidísimamente de una selva del centro de África a una llanura de la Normandía. ¿Cómo es posible que tan penosos caminos conduzcan a una de las más importantes ciudades de Suramérica, donde habitan tantas personas ricas y cultas y donde se acumulan tantos capitales y tantos tesoros del espíritu? Ya en esto se muestra que Colombia es un país de violentos contrastes. Estos contrastes se hacen visibles en su misma configuración física, en las variedades climáticas, en las diferencias raciales, en su desarrollo etnográfico y político”[7].
La construcción de estilos, inclusión y transformación de ciudades
Luego de este avatar, se identifica un crecimiento sobre las investigaciones para identificar y profundizar sobre temas de especial interés que se atesoraban en la Mapoteca colombiana, es así como estudiosos de la talla de José A Blanco, Jorge Arias de Greiff, Alberto Gómez Gutiérrez, Carlos Niño Murcia, Alberto Saldarriaga, German Mejía Pavonni, Alberto Corradine Angulo, entre otros, estudian los pormenores de la Comisión corográfica, viajes de exploración identificados como el caso de la Expedición Botánica, o sobre estudios de los límites de Colombia, tratados de sus fronteras, la relación entre el poder y la construcción de ciudades, trazados urbanísticos y evolución de nuestras ciudades e incluso planteamientos en geografía conceptual.
En los años 90s, el Archivo General de la Nación recibió transferencias documentales que engrandecieron el patrimonio planimétrico de la Mapoteca, en cuanto a la diversidad de información sobre el desarrollo urbanístico y arquitectónico de nuestras ciudades, así como la construcción de edificios nacionales, de edilicia temática sobre arquitectura hospitalaria y escolar. e incluso colecciones artísticas que tienen entre otros, Las transferencias recibidas corresponden a: ICCE- Instituto Colombiano de Construcciones Escolares; Invias, (el cual contiene los más exquisitos proyectos que emprendió el Ministerio de Obras Públicas), Ministerio de Vivienda- Instituto de Crédito Territorial e Inurbe, Ministerio de Salud; Hospital San Juan de Dios, Ministerio de Gobierno, la colección del Arquitecto Hernán Herrera y la Colección del vitralísta Walter Wolf Wasserhousen.
Este enriquecimiento exponencial de patrimonio planimétrico va de la mano de la formación de ciudades, de ampliación de trama urbana y de conversión de una serie de poblaciones en crecimiento a urbes que permiten el desarrollo y ampliación de usos, así como el cambio de una faz republicana al nacimiento de ciudades modernas y metrópolis. Es así como, en estos documentos se encuentran las obras arquitectónicas más relevantes realizadas por el Estado Colombiano en la República como parte de la construcción de la Nación y que arrancan en 1808 con los diseños y construcción del Capitolio Nacional de Colombia, El Parque de la Independencia en Bogotá , la Cárcel del Circuito de Túquerres, y la Escuela Hogar de Mujeres de Manizales entre otros proyectos, y que estuvo a cargo del Ministerio de obras Públicas y a su vez, este de la Dirección de Inmuebles Nacionales, con el diseño, construcción, restauración y Conservación de Edificios, parques y monumentos Nacionales y Municipales. Se encuentran en los depósitos de la Mapoteca y Planoteca del AGN Fondo INVIAS, más de 7230 proyectos realizados desde principio de Siglo, por el Gobierno Nacional, algunos conservados hasta nuestros días y que representan el patrimonio cultural inmueble de nuestro país, y muchos otros demolidos o que se quedaron en diseños sin construir en el devenir de nuestra vida republicana, los cuales reflejan también los deseos y fracasos de la Nación.
El fondo conserva los proyectos de la Administración del Estado, como son los edificios de Administración de Hacienda de impuestos nacionales de varias ciudades, los edificios de Aduanas fronterizas, tanto terrestres como marítimas, monumentos nacionales, Bibliotecas, campamentos, casas (remodelación de casas de próceres), Edificios de Centros Cívicos, parroquiales y vacacionales, Edificios de Telégrafos, Nacionales, los palacios nacionales (Palacio de Nariño, Congreso de la Republica), y los Edificios Nacionales. También se encuentran los planos de proyectos de restauración de Bienes de Interés Cultural, Parques, museos, Estadios y Proyectos de Universidades y de Ciudades Universitarias. También, se hallan, múltiples planos destacados por valor artístico, simbólico e histórico, donde están: El Ministerio de obras Públicas, La Ciudad Universitaria de Bogotá con sus Edificios representativos, El Capitolio Nacional de Colombia (Coronación y proyectos de Fachadas), Edificio Murillo Toro, Edificios Nacionales declarados Bienes de Interés Cultural, Edificios Nacionales de Correos y Telégrafos, Universidad del Cauca, Escuelas Normales, Instituto Nacional de Radium, Hospitales, Plazas de Mercado, estación de Ferrocarriles, El Parque Nacional Olaya Herrera, Palacios Nacionales territoriales, Hoteles, y teatros.
En este acervo se encuentra la introducción de la arquitectura en el país, desde la llegada de Arquitectos extranjeros y sus intervenciones estilísticas, hasta la llegada de promociones de arquitectos nacionales y sus experimentaciones desde estilos republicano, neoclasicismo, eclecticismo, modernismo, hasta estilos propios de nuestro territorio y exploraciones que se adaptaban al contexto sociocultural y geográfico del país. Allí se destaca la intervención de los Arquitectos Robert Farrington, Pietro Cantini, Gastón Lelarge, Mariano Santamaria, Alberto Manrique Martín, Alberto Wills Ferro, Julio Bonilla Plata, Pablo de la Cruz, Carlos Martínez, Ernst Blumentthal, José Ramón Montejo, Gerardo Posada, Leopoldo Rother, Luis Ángel Villalobos, Guillermo Castro, Juvenal Moya, Karl Brunner, Carlos Dupuy, Bruno Violi, entre otros.
De esa manera, se tiene testimonio escrito de la titánica labor de hacer presencia gubernamental a través de la construcción de edificaciones en todas las regiones del país, que incidan de manera directa en el logro de los objetivos políticos de manejo de infraestructura, poblamiento del territorio Nacional, desarrollo de la industria y comercio, comunicaciones y transporte, las cuales incidían de manera directa en estimulo y el desarrollo de la Educación, ciencia y tecnología en el territorio nacional, de acuerdo con lo concluido en el Libro ARQUITECTURA Y ESTADO, resultado de la investigación realizada por el Arquitecto Carlos Niño Murcia.[8] Y que le mereció el “Premio a la investigación”, dado por la XII Bienal colombiana de Arquitectura.
Se tiene referencia que cerca del 40% de la documentación relacionada con el Archivo del Ministerio de obras Publicas se perdió antes de ser recibido por el Archivo General de la Nación[9], cuya transferencia se realizó en 1997.
Dentro de estos últimos acervos recibidos, el archivo General de la Nación amplia los temas del campo cartográfico y de geografía humana, así como el desarrollo de asentamientos urbanísticos a través de políticas de desarrollo urbano con construcción de Vivienda a través de programas como los del Instituto de Crédito Territorial e Inurbe y su correspondiente desarrollo de vivienda urbana con la inclusión de todos los proyectos de vivienda de interés social en Colombia, los cuales reposan en el AGN. De allí se puede identificar claramente, del análisis de sus planos, las etapas del desarrollo urbanístico en las ciudades colombianas, el cual va desde 1938, con el otorgamiento de créditos de construcción para viviendas rurales. Un periodo que va desde 1947 hasta 1953, donde se gestan proyectos de construcción de vivienda estatal en serie; cuyos resultados y el desarrollo de ideas vanguardistas, se encuentra no solo en la construcción de las primeras urbanizaciones de gran escala en Bogotá como son: Los Alcázares, Muzú (Urbanización Ospina Pérez y plan de vivienda) y Quiroga, sino también de los primeros planes de vivienda , como el caso del plan de vivienda para 1260 habitantes en Buenaventura en 1948. En los sesentas se realizan dos impactantes proyectos a nivel Colombia y a nivel suramericano: El Centro Urbano Antonio Nariño (primera unidad vecinal en altura en el país) y Ciudad Kennedy (inicialmente identificada como ciudad techo), de los cuales, queda como registro testimonial unos 606 planos en los depósitos del Archivo General de la Nación.
Presencia del estado en el territorio
El primer periodo de los planos del MOPT que se encuentran en el AGN corresponde a la documentación planimétrica relacionada con el interés propio del Gobierno Nacional de tener presencia en el estado con instituciones educativas como eje de progreso de la nación. Ejemplo de ello se da con el edificio de la Escuela de Medicina y la Escuela de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia. También se encuentran allí, la evidencia de los esfuerzos del país en construcción de EDIFICIOS NACIONALES, los cuales no solo generaban una relación de función de las acciones del Estado, sino que también tenían una misión de generar una imagen representativa de la presencia del Estado. Edificios para correos, aduanas y cárceles y una fuerte incidencia en la intervención urbana al estilo europeo con construcción de alamedas, avenidas a manera de bulevar y parques en las principales ciudades del país. Unos de los ejemplos más representativos del periodo, corresponden al CAPITOLIO NACIONAL.
En cuanto a manejo estilista, se encuentra la aparición del neoclasicismo en el desarrollo de las edificaciones, de la mano de arquitectos como Pietro Cantini, Gaston Lelarge, Mariano Santamaria y Alberto Manrique Martín.
No debe dejarse sin interés el esfuerzo realizado durante las dos primeras décadas del siglo XX con los proyectos de construcción de establecimientos de educación superior como respuesta a la presión liberada de la confrontación bipartidista de la Guerra de los mil días. Se sabe que luego de la citada guerra, se dio cumplimiento al Decreto 636 de 1900, en donde el Gobierno Nacional suspendía la enseñanza secundaria y profesional. Por lo que las Facultades de Matemáticas, Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad Nacional se impartían de manera irregular y con un manto de clandestinidad en la casa de algunos de los miembros del Consejo directivo del Alma mater debido a que muchos de los centros destinados a la educación se encontraron ocupados por centros de operaciones militares, situación que se dio hasta 1902 y que quedo marcada en el colectivo de la ciudad. Los gobiernos posteriores, impulsaron el diseño de la Facultad de Medicina y Ciencias Naturales en Bogotá, cuyo arte, estilo e impacto se da como ícono de la construcción de Nación, esta información se puede ver en los planos que se dan entre 1916 y 1919.
En 1920 aparecen los primeros ejemplos del eclecticismo de origen europeo y norteamericano. En este periodo se encuentran los planos con los trazos más elaborados de toda la mapoteca y Planoteca del Archivo. Realizados en Tinta y acuarela. (Ver Escuela de Bellas Artes).
La inclusión de nuevos estilos se ven en los proyectos del Colegio de San Luis de Zipaquirá (1920); el Edificio Nacional de Honda (1926) y el Teatro de la Sociedad de Carácter de Ipiales- Nariño (1929).
Cronológicamente aparece un impacto planimétrico con una explosión de infraestructura en los años de democratización y modernización del país. Hacia la década de los 30s, el Gobierno liberal de Alfonso López Pumarejo impacta con la aparición de edificaciones especializadas en el campo de la educación, construcción de escuelas de capacitación, Normales. Centros Agrícolas y Edificios de Educación superior, con un ambicioso y emblemático ejemplo con la creación de la Ciudad Universitaria de Bogotá en Cabeza del Arquitecto Leopoldo Röther y el pedagogo Fritz Karzen. Y la Ciudad Universitaria de Medellín, diseñada por Pedro Nel Gómez, cuyo proyecto no se realizó.
Así mismo, se impulsa la construcción de edificios nacionales por todo el territorio, algunos de ellos llamados de Correos y telégrafos. Se proyectaron así, los edificios nacionales de Popayán, Puerto Berrío, Cartagena, Quibdó, Neiva, Cúcuta, Pasto, Leticia, Bucaramanga, Arauca, los cuales cuentan con un lenguaje ecléctico (ejemplos de Art Decó, neoclasicismo y neocolonialismo) y el inicio del modernismo como parte de la influencia europea en la estilística de nuestra nación, traída por Arquitectos como Bruno Violi y los primeros arquitectos egresados de la Universidad Nacional como Alberto Wills Ferro, Julio Bonilla, Pablo de la Cruz y Carlos Martínez. Se encuentra aquí el testimonio de la aparición de asociaciones de arquitectos participando en concursos de diseño para edificios nacionales, como es el caso de la Firma Cuellar Serrano Gómez. Se destaca el Palacio de Comunicaciones- Edificio Murillo Toro, actual Ministerio de Tecnologías de Comunicación e información.
Entre 1930 y 1940 se encuentra también, la aparición de proyectos para Hospitales regionales, en poblaciones principales y secundarias, como el Hospital de Manizales, Muzo (Boyacá), Landázuri (Santander), Turmequé (Boyacá).
Se realizan diseños de construcciones penitenciarias y carcelarias, como la Cárcel de Cúcuta y del Espinal (Tolima, así como Casas de trabajo para internos, múltiples escuelas, colegios, escuelas Normales y liceos. En total se estiman cerca de 3000 planos que dan fe del impulso dado por Alfonso López en Infraestructura Educativa, gubernamental y hospitalaria en el territorio.
De manera independiente a la corriente partidista, el desarrollo de infraestructura seguía siendo una de las prioridades del gobierno entre 1945 y 1960, con un cambio hacia la infraestructura vial y comunicaciones. Es así como el Gobierno destina la tercera parte del presupuesto a este campo, que se refleja en la amplia producción planimétrica de centros educativos, con énfasis en escuelas normales y de educación superior, Hospitales, centros de salud, Aduanas y edificaciones castrenses.
La manifestación estilística en este periodo está totalmente influenciada por el estilo racionalista del Frances Le Courbusier. Y un estilo que resaltaba por su impacto con el contexto de las ciudades tradicionales. Se encuentran aquí ejemplos de Edificios de Correos y telégrafos, varios edificios en la Ciudad Universitaria, y el impacto urbano para Bogotá con la propuesta del Centro Administrativo Nacional CAN., diseñado por la Firma de Arquitectos Norteamericanos Skidmore Owings & Merrill. También se inician los diseños de múltiples centros cívicos y construcción de urbanizaciones y la Universidad del Valle.
La dotación hospitalaria, de higiene y caridad, hacia parte de los planes de los diferentes gobiernos de nuestro país, y reflejo de ello se encuentra en dos de los fondos planimétricos del AGN, el primero, denominado MINISTERIO DE SALUD, contiene cerca de 6.000 planos con toda la información planimétrica recolectada por el Gobierno de Colombia a través del FONDO NACIONAL HOSPITALARIO, conformado a través del decreto extraordinario 687 de 1967, Articulo 23, el cual se creó para construcción y dotación de hospitales y de otros establecimientos asistenciales. El fondo se conformaba con el 10% de las reservas correspondientes a los seguros contra riesgos de invalidez, vejez y muerte, a cargo del Instituto Colombiano de seguros Sociales.
Dicho Fondo fue ajustado en el año de 1987 convirtiéndolo en un Fondo de apoyo a la descentralización en beneficio de los municipios colombianos, el cual constituyó el Capítulo II del Decreto 77 de 1987. El Fondo Nacional Hospitalario entró en crisis financiera en el año 1990 y fue fusionado por Decreto 2132/92 con el Fondo del Ministerio de Educación Nacional el 31 de diciembre de 1992, convirtiéndose en el Fondo de cofinanciación para la inversión social FIS.
A través del Fondo Nacional de Salud se desarrollaron muchos proyectos de construcción de Hospitales a lo largo del territorio Colombiano, que quedaron plasmados en diferentes planos que hacen parte del Acervo documental del Archivo General de la Nación, fueron rescatados de material en proceso de destrucción del Ministerio de Salud.
De igual manera, hace parte de este fondo, 298 Proyectos hospitalarios completos de niveles 1, 2 y 3 diseñados y construidos en todos los departamentos de nuestro país.
Especial interés para el país tuvo el desarrollo escolar , el cual se refleja en más de 30.000 planos recibidos en diciembre de 2001, en el Archivo General de la Nación, correspondientes al ICCE, entidad liquidada del Ministerio de Educación Nacional, la cual fue ordenada mediante Decreto Numero 77 de 1987 Art. 24 De esa manera el país recibe para su conservación permanente, la historia de la construcción escolar realizada en Colombia, más ambiciosa en el siglo XX.
EL INSTITUTO COLOMBIANO DE CONSTRUCCIONES ESCOLARES- ICCE, se crea con autonomía Administrativa y patrimonio independiente en el año 1968, estatuto y funcionamiento a partir de 1969 mediante el Decreto No. 218 de 1969, con el objetivo de estructurar, financiar planes de construcción, dotación y mantenimiento de locales con finalidades educativas en cooperación con las entidades territoriales (Alcaldías y Gobernaciones). El ICCE asume la dotación y equipamientos para la educación Nacional, desde el Nivel Central de la Administración Nacional, la cual era manejada hasta ese momento por las administraciones Departamentales, con base en la Ley 39 de 1903.
Se marcó un hito en la construcción de política educativa, el cual se marcó como el culmen de los propósitos de diferentes misiones y cooperación internacional de la década de los 50s, que fueron las encargadas de abanderar propuestas para los planes de desarrollo educativo. Con ello se buscó que el plan quinquenal de educación[10] tuviera: “el componente de asesoramiento a nuevas construcciones, revisiones de anteproyectos, de obras con aporte nacional, (…) proyectos de adaptación de locales y elaboración de algunas normas”[11].
Es así como surge la oficina antecesora del ICCE, denominada Oficina Administrativa de Programas educativos Conjuntos OAPEC, que funcionó entre los años 1963 a 1965, y que concluyó con el Primer Plan de construcciones escolares para los departamentos, presentada y evaluada en una misión conjunta entre la UNESCO, AID y BIRF, que impactan en la mirada del Gobierno hacia una educación integral y la formación de programas enfocados no solo a la educación primaria, sino a la educación media, la cual tenía en ese momento un déficit de más de 35.000 aulas. Se propone la formulación de Institutos de educación media con un enfoque diversificado (INEM), y el fomento a la ampliación de ofertas educativas en el nivel superior. lo que suponía la construcción de espacios para este tipo de institutos, el cual se consolida en el informe de la OIT denominado “Hacia el pleno empleo”.
La idea del Presidente Carlos Lleras Restrepo, se consolida en la evidencia que reposa en el Archivo de más de 1400 proyectos educativos que se desglosan en Colegios, Concentraciones Escolares, Escuelas, Granjas Agrícolas, Liceos, Hemerotecas, Bibliotecas, Institutos politécnicos, Institutos para ciegos, para sordos, Normales de Varones y de Señoritas, Jardines Infantiles, Residencias Estudiantiles, Viviendas para Monjas y Casas para profesores a lo largo de todo el país.
Adicionalmente se encuentran los modelos y prototipos de construcciones escolares que resultaron como producto de la actividad arquitectónica e intelectual y que permitió el desarrollo de manuales de diseño, los cuales aún se encuentran vigentes en los planes del Ministerio de Educación Nacional, como son: El Manual de Diseño, La Guía Técnica de Reparación de Escuelas. Programa de Capacitación en Reparación de planta Física y Mobiliario Escolar; la Guía Técnica de Construcciones escolares con Participación Comunitaria, entre otras.
En el acervo documental, se pueden identificar los estándares básicos necesarios para las construcciones escolares en el País, los cuales fueron diseñados de acuerdo con los parámetros de construcción internacionales emanados por la Unesco en los 80s, se construyeron con los referentes y estudios del Caso Colombia con el objetivo de Definir El proyecto principal a nivel de Latinoamérica y el Caribe, e interpretado por los diferentes grupos de arquitectos diseñadores que decidieron emprender este firme propósito en el Territorio Nacional.
El conjunto de planos se encuentra desglosado entre diseños arquitectónicos y técnicos de coordinación, como Eléctricos, estructurales, hidráulicos, y topográficos. La mayor parte corresponde a planos de Arquitectura en un número cercano a 17.000, Estructurales 6.500; Eléctricos 3.800, lo que denota una integración y coordinación técnica presente en todos los proyectos nacionales y regionales, que iban más allá de cubrir el déficit de espacios educativos y permitía el mejoramiento de la relación escolástica con la arquitectónica.
La mayor producción planimétrica registrada en las descripciones de este fondo corresponde a la década de los 70s, con cerca de 19.500 unidades documentales, que coincide con la formulación y puesta en marcha de los Planes de Desarrollo: 1971-1974 denominado “Las Cuatro estrategias” con construcción de colegios y escuelas que incluyeran el fomento de recursos complementarios, y 1975-1978 denominado “Para cerrar la brecha”, que tenía énfasis en las áreas rurales, la utilización de tecnología educativa y la capacidad instalada. La producción Planimétrica en volumen sigue, en las décadas contiguas de los 60s y 80s, cada una con cerca de 5.500 unidades documentales. Se denota la evolución que migraba de espacios para internados con viviendas para docentes y monjas, a programas básicos arquitectónicos con aplicación de estándares, prototipos y estudio de áreas y capacidades en las aulas y salones escolares. También se identifica el análisis de iluminación, soleación y en general de la relación de las edificaciones con el contexto en el que se ubicaban y el análisis de estándares básicos de ubicación de mobiliario en espacios escolares, máximas distancias y relación de estructura de comunicación ente el docente y los alumnos en los espacios diseñados.
El cuerpo de arquitectos e ingenieros encargados de esta magna labor de diseño de construcciones escolares presenta un amplio abanico de profesionales entre los que se destacan la intervención de: Rafael Maldonado Tapias, Eladio Dieste[12], Matias Beccar, Hernán Cardona, Ramiro Achury, Alfonso Carrero, Hernán Cortes, Bernardo Hinestroza, Edgar Rodríguez, Rafael Pachón, Clara Pinilla, Jaime Rueda, entre otros.
La centralización de los dibujos de la Nación
Hacia 1920 Marco Fidel Suarez sancionó la Ley 47, que buscaba disposiciones sobre bibliotecas y Archivos, trazando así, los primeros esbozos por la recuperación y agrupación del patrimonio Documental Colombiano. Se resalta, entre los articulados, la idea de prohibir de manera categórica, la extracción del territorio colombiano, de los papeles, documentos u objetos pertenecientes a los archivos, museos y bibliotecas sin el debido permiso del Gobierno. Así mismo, se dictaron medidas que evitaran la copia, lectura o uso indebido de los bienes documentales patrimoniales.
Especial cuidado se tuvo con el último artículo, en lo relacionado con la congregación de todos los mapas y planos a fin de ser guardados en el Archivo Nacional, cuya sede se ubicaba en el Edificio del Convento de Santo Domingo hasta 1936[13].
Posteriormente el Archivo Nacional, y su correspondiente mapoteca, viajaron por varias instalaciones, entre las que se han referenciado: Palacio de Justicia hasta 1938, Biblioteca Nacional, en el edificio construido en la Calle 26, como parte de los homenajes del cuarto centenario de la Fundación de la Capital de Colombia.
Las primeras investigaciones sobre la mapoteca del AGN se inician con la llegada de VICENTA CORTÉS[14] a nuestro país y su firme intención de investigar y organizar la mapoteca colombiana. Sus estudios aportaron mucho a nuestro patrimonio, sin embargo, el panorama de la mapoteca que encontró en 1957, nos muestra una radiografía de lo que sucedió en 44 años después de la conformación inicial de la Mapoteca Nacional Colombiana.
Para poder identificar como encontró el estado de los mapas, es importante reescribir lo planteado por la misma Vicenta CortÉs en su publicación: Catálogo de Mapas de Colombia[15]:
Dos son los orígenes próximos de todos los ejemplares que se custodian en el Archivo Nacional, pues junto a los propios del Centro y procedentes directamente de los expedientes allí guardados, se hallan también los cedidos por la Biblioteca Nacional. Y decimos origen próximo porque, según vamos a ver, creemos que a su vez los de la Biblioteca fueron sacados, con bastante anterioridad, de otros expedientes que debían estar en el Archivo Virreinal, de cuyos legajos serían extraídos para su mejor consulta o conservación, como hemos hecho nosotros ahora, razón por la cual no desaparecieron en el incendio que destruyó gran parte de la documentación del Nuevo reino a fines del Siglo XVIII.
Los primeros, los procedentes del Archivo, forman el contingente más numeroso y es el que está perfectamente detallado en cuanto a su procedencia, porque salvo en raras excepciones en que fueron sacados de los expedientes sin tomar los datos necesarios, todos ellos se refieren a unos papeles en los que se puede buscar su génesis[16]. Como muchos de ellos son obra, como ya dijimos, de personas no dedicadas a tareas cartográficas, sucede con frecuencia que carecen de firma. Para todos ellos hemos dado, en la nota final de la ficha, los datos que permiten filiarlos, indicando el expediente de que fueron extraídos, sus ciertos o posibles actores y la causa que los hizo nacer.
Esta información a manera de historia clínica, da una idea de su valor, pues muchas veces un plano o mapa insignificante por su factura y tamaño, obra de un escribano o de un funcionario, está ligado, pese a su aspecto, a un acontecimiento de peso para el desarrollo general del País. Así vemos, por ejemplo, que Diego Martín Franco, administrador general de Correos, no era lo que se dice una pluma de primera calidad para trazar planos, pues su esquema de las dos carreras que iban desde Santa Fe a Cúcuta y Girón, son solamente eso, unas solas carreras, como puede verse en la lámina número 20. Pero el plano es un auxiliar utilísimo para ilustrar el informe que enviaba en 1804, encaminado a crear nuevas estafetas (oficinas). La importancia de estos detalles salta más a la vista cuando carecemos de detalles de ellos, como es el caso de “Croquis de las posiciones i campamentos de los ejércitos velijerantes. Estados Unidos de Colombia. Guardia Colombiana, Ejército del Sur”. Ejemplar No. 528, anónimo dibujo de la zona entre Manizales y Pereira durante un periodo sumamente agitado de la historia Colombiana que por desgracia, no tiene indicación alguna de su procedencia ni alusión. Para estos casos la incógnita campeará junto a la signatura hasta que los estudiosos, repasando los papeles de la época, puedan hallar el diario, carta, informe o descripción a que los dibujos debían ir unidos. Entonces por fin se completará una ficha que podía estarlo ahora ya, si un hubiera olvidado este detalle archivológico, o sea, se hubiera tenido en cuenta que cuando las actas se separan por motivos de instalación, siempre debe hacerse dejando constancia de la procedencia, del origen de las mismas, de que no pueden ser desvinculadas por completo unas de otras y que necesitan ese cordón umbilical que es la signatura.
A partir de ello, se iniciaron en el Archivo General de la Nación, los procesos de organización y diferenciación entre mapas y planos de nuestro territorio, es así como se requirió primero definir la cartografía y las formas de representación de mapas y planos en el contexto que nos atañe para tal fin, de acuerdo con las definiciones dadas en varias publicaciones a lo largo de la historia. En el libro: Organización de Mapotecas[17] , el Comité Francés de Cartografía propuso la siguiente definición, aceptada por la Asociación Internacional de Cartografía y por la Unesco “Cartografía es el conjunto de estudios y de operaciones científicas, artísticas y técnicas, interviniendo a partir de los resultados de las observaciones directas o de la orientación la explotación de una documentación con vistas a la elaboración y el establecimiento de mapas, planos y otros modos de expresión, así como su utilización”.
Por lo anterior, podemos identificar que la cartografía es a la vez una ciencia y un arte. Ciencia, porque la expresión gráfica, para alcanzar una exactitud satisfactoria, busca un apoyo científico que se obtiene por la coordinación de determinadas matemáticas, con topográficas y geodésicas, y es arte, porque la expresión gráfica está subordinada a las leyes de la estética, de la sencillez, claridad y armonía.
Por otro lado, El mapa o carta comprende una representación gráfica de una parte o toda la superficie terrestre, o de un cuerpo celeste, dibujada en un plano, a una escala reducida, de tal manera que cualquier punto en el dibujo corresponda a una posición geográfica o celeste. el mapa es pues una representación de la Tierra en sus aspectos geográficos naturales o artificiales destinada a fines culturales o ilustrativos. No existe una diferencia rígida entre los conceptos de mapa y carta, siendo difícil una separación en las dos designaciones. El origen de las dos palabras es latino “charta” significando papiro o pergamino, y “mapa”, paño o tejido. En ciertos idiomas no existe la palabra mapa. Francia utiliza sólo “carte” o “plan” para mapas de escalas mayores y menores.
En inglés, las dos palabras tienen un significado propio: “Chart”, utilizado para representación gráfica de navegación, líneas de costa, fenómenos meteorológicos, variaciones magnéticas, y para mapas celestes. Las demás representaciones se denominan “map” para ubicar en esta categoría a los mapas geológicos, físicos, mapas generales, etc.
Los mapas como producto final son los resultados de actividades de un equipo técnico. Entendido el mapa o plano como documento, tiene un sinnúmero de finalidades, dependiendo del tipo de datos registrados y el objetivo de su utilización.
La escala utilizada también determina, en parte, su utilización. En el caso de los documentos resguardados en el Archivo General de la Nación, el mapeamiento de regiones se utilizan: 1: 1.000.000 para cartas generales, geográficas 1: 250.000 para zonas poco pobladas 1: 100.000 para zonas medianamente pobladas 1: 50.000 para regiones desarrolladas planeamiento regional 1: 25.000 planificación regional más detallada 1: 10.000 planificación urbana En las escalas mayores de 1: 10.000, se incluyen cartas catastrales y, finalmente los planos se encuentran en escalas desde 1:500, su gran mayoría en escala 1:100 hasta detalles de planos técnicos n escalas 1:10 hasta una escala que puede ser 1:5 o incluso 1:1, como es el caso de la colección de vitrales Walter Wolf Wasserhouen.
Se encuentran allí una serie de referencias de ubicación diferentes a las que usualmente empleamos en la actualidad, como es el uso de meridianos de referencia, o de escuelas cartográficas.
A partir de los esquemas de organización brindados por Vicenta Cortes, se han dado ajustes o actualizaciones que han permitido incorporar modelos de organización archivística de acuerdo a las teorías que han surgido sobre el tema.
Es un deber del Archivo General de la Nación, custodiar, salvaguardar, preservar y poner al servicio de la comunidad, los registros gráficos de la construcción de territorios en la colonia, plantas, trazas, diseños de fortificaciones, castillos y otras defensas, como también, del origen de la Nación, los cuales testimonian los procesos de civilización y apropiación por la patria, que se dan en la República y en la modernidad, convirtiéndose en la memoria de las ciudades, su morfología, rasgos característicos y creación de recursos urbanos, arquitectónicos y costumbristas propios de nuestra historia y que en últimas son el reflejo gráfico de nuestra identidad, real y mágica.
[1] Darío Rozo M. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia. Número 4, Volumen X. 1952. Bogotá.
[2] Replica del mapa se encuentra en la obra de Pedro Mártir de Anglería. 1516.
[3] Según observaciones sobre la fecha de elaboración realizadas por el General Vergara y Velasco. Capítulos de Una historia civil y militar de Colombia. Bogotá 1905.
[4] Tomado de: A impulsos de una rara resolución. El viaje de José celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada1760-1763. Jaime Bernal y. Alberto Gómez Gutiérrez. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana; Universidad del Rosario. 2010. Pag. 28.
[5] Francisco José de Caldas Tenorio (1768-1816), geógrafo, naturalista, escritor y abogado neogranadino, editor del Semanario del Nuevo Reyno de Granada en los primeros años del siglo XIX. Participó en las luchas de la Independencia y murió fusilado, así como otro integrante de la Expedición. Jorge Tadeo Lozano.
[6] Tomado de los comentarios a la publicación: Mapoteca Colombiana. Ezequiel Uricoechea. Universidad del Rosario: http://www.urosario.edu.co/Archivo_historico/ur/material/biblioteca/mapotecaColombiana/#.Wt5MwYjwbIU 2018.
[7] El Dorado. Ernst Röthlisberger. Edición. Universidad Nacional de Colombia. Tomo 1. 2015. Bogotá
[8] Niño, Carlos. Arquitectura y estado. 1991. Bogotá
[9] Según el libro: Planos y dibujos del Ministerio de obras públicas 1905-1960. MAMBO; Ministerio de Obras Públicas y Transporte y Sociedad Colombiana de Arquitectos; 1993.
[10] Ministerio de Educación Nacional. Oficina de planeación, Informe del proyecto para el I Plan Quinquenal de Educación. Bogotá, 1953.
[11] Ochoa Núñez, Eduardo, Espacios para Educación escolar y Extraescolar, Caso Colombia. Unesco. Santiago de Chile. 1983. Paginas.
[12] Existen planos atribuidos a diseños de proyectos de aulas experimentales fabricadas en cerámica armada, diseñados por el Ingeniero uruguayo Eladio Dieste, reconocido mundialmente por su trabajo suramericano de la cerámica armada, con figuras sinuosas y abovedadas.
[13] Tomado de Guía General de Tesoros Documentales.
[14] Vicenta Cortés Alonso (Valencia, España). Licenciada en Filosofía y Letras, Historiadora y archivera de vocación, ingresa en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos de España desde 1954. Cuenta con múltiples trabajos en archivística y a la docencia, ha colaborado con los más importantes archivos de América y España. Fue Contratada en 1957 Por el Gobierno de Colombia para trabajar en el Archivo Nacional, cuyo producto fue el libro “Catalogo de Mapas de Colombia”, editado en Madrid en 1967.
[15] Catálogo de Mapas de Colombia. Vicenta Cortes. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid, 1967.
[16] Las excepciones, 39 mapas y planos sin localizar, corresponden a aquellos que antes de nuestra llegada al Archivo, en 1957, habían sido sacados, en distintas épocas por diversas personas, sin anotar en algún lugar la signatura que les era propia. En algunos casos, como lo hicimos notar en nuestro trabajo mencionado [La colección de mapas y planos del Archivo Nacional de Colombia, Revista de Archivos, Madrid, 1959], en la nota No. 4, pudimos enlazarlos con su expediente por el asunto, por su semejanza con otros o por noticias adicionales, pero otros quedaron sin referencia ninguna que los situara entre los papeles de los legajos que custodia el Centro.
[17] Organização de Mapotecas. Zenobia P. S. de Moraes Bastos. BNS/Brasilart. Sao Paulo.