La conspiración del olvido

Publicado el Ramón García Piment

DE LAS FORMAS AL PATRIMONIO

El mejor escrito es aquel que consigue llevar las ideas al interior del ser que lo lea, es lograr transportar los pensamientos propios y ajenos por cada lector a un punto, que se conviertan en parte de sí mismos. Ese fue el mismo propósito que buscó el maestro Guillermo Sicard Montejo con cada artefacto que moldeaba en sus manos pero que nunca se convirtió en una artesanía única sino en una expresión masiva que evocaba la identidad cultural de cada individuo que lo pudiera tener. Su mirada sobre el diseño industrial fue la de poder lograr que cada artesanía fuera un evento único y a la vez una producción en serie. Buscó que los objetos cotidianos sobrepasaran la barrera de lo utilitario y se convirtieran en expresiones artísticas con memoria para quien los tuviera.   A la manera del mejor escrito, los artículos diseñados por Guillermo Sicard rememoran en cada uno de nosotros la impronta de una parte de nuestra propia vida, de nuestra memoria, de nuestra identidad.

 Escribir sobre Guillermo Sicard Montejo es evocar la magnificencia del diseño con la calidez de sus gestos y con la rigurosidad de sus pensamientos e ideas. Es recordar la forma en la que desde la sencillez podemos transportarnos a “la fábrica de sueñosen Usaquén, donde en medio de cerámicas y lámparas podíamos reconocer la mirada contemplativa de un hombre que le apostó a ser el apóstol de un diseño riguroso, sofisticado y a la vez propio y único.

 La magia de sus artículos se encuentra en ese sincronismo entre la pasión y la admiración vuelta sensibilidad y poesía en cada diseño, donde se plasma cada uno de sus artículos, el testimonio de nuestra cultura, embebida en una relación con la integralidad. Sus archivos y sus moldes de cerámica se encuentran a la espera de ser descubiertos, clasificados por cada una de las inspiraciones, viajes y recorridos de la vida de Guillermo, que se conservan como callados temporalmente y pacientemente a ser descubiertos por las futuras generaciones, aguardando el momento en el que se llenarán de cerámica (barbutina) a ser nuevamente puestos en circulación y desentrañar nuevamente la época futurista en la que fueron concebidos.

Guillermo Sicard se formó como arquitecto de la Universidad Nacional en 1960, e inmediatamente formó la Sociedad Hakim, Sicard & Turriago Ltda, donde exploró el desarrollo empresarial, que unió a la academia dictando clases. Años más tarde realizó una especialización en diseño industrial en Italia, cuyo enfoque estaba influenciado por el diseño alemán de la casa Bauhaus. Esto despertó en Sicard, un sentimiento de apropiación en las artesanías de nuestro país. Ese fue el punto de quiebre para definir en él, la idea de la gestación de la Carrera de diseño industrial en Colombia. A pesar de ello, La Universidad Jorge Tadeo Lozano, creó la primera carrera de diseño industrial en el País en 1974, seguida por las Universidades Javeriana y Bolivariana en 1977, finalmente se crea en la Universidad Nacional en 1978. Junto a Sicard, estuvieron otros forjadores del arte industrial, quienes fundaron la Asociación Colombiana de Diseño Industrial en 1976 en donde participaron Jaime Gutiérrez Lega, Dicken Castro, Michell Vandam, Daniel Gómez Obregón, Rómulo Polo, Joseph Marchi, Rodrigo Fernández, Gustavo Gómez y Gabriel Bernal, entre otros. Todos ellos, apostaron a la inclusión del diseño en el proceso industrial en nuestro país, de manera cómo lo expresa Dicken Castro en el Libro “El Arte en los noventa”:

“…El naciente  y pujante diseño colombiano, nutrido con el inmenso bagaje histórico y documental de nuestra arquitectura, culta o vernácula; alimentado con la riqueza de tanta madera preciosa de nuestra guadua, de tanta fibra natural (…) materiales que en las manos de nuestros Arquitectos, nuestros diseñadores, nuestros artistas y nuestros artesanos nos ayudarán a encontrar una expresión (…) un lenguaje legible y apreciado por otras culturas e inscrito con propiedad en el envidiado entorno tropical que nos acoge.

Guillermo Sicard no solo fue el hacedor de ideas de diseño, sino que también aportó a la incorporación de la carrera de diseño industrial en nuestro país, trayendo con ello la articulación que debe existir entre la academia y la industria. Lo que hace vigente su memoria, permitiendo trasmitir sus esfuerzos a nuestra actualidad, como lo expresaba en semanas anteriores Diego Hernández, el nuevo director de Colciencias: “Las empresas deben entender que la ciencia es una apuesta rentable”. Así, la forma como se conciben productos se industrializan propuestas, se potencian proyectos, realizándose con eficacia, eficiencia, competitividad e innovación. Términos propios de la academia y de la industria, de la perfecta comunión de la universalidad entre arte, ciencia y tecnología.

Las obras no mostradas ni reconocidas en nuestro tiempo no podrán perdurar para nuevas generaciones que no disfrutarán la visión de esos sueños, ni la historia que estos representan como memoria de nuestra nación. Razón por la cual, las instituciones de la memoria, como el Archivo General de la Nación, las universidades y centros de memoria, tienen el enorme compromiso de aunar esfuerzos para conservarlas como parte de nuestra memoria colectiva. Cada documento, en este caso, cada molde cerámico revestido de valor simbólico, da fe de la gestación del diseño industrial en Colombia. La relación de la puesta en valor de la obra de Guillermo Sicard, sobrepasa al personaje que en sí mismo logró la conformación artística de un proceso industrial.

*Por Ramon García Piment y Claudia Patricia Romero.

 

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