La profesora Ligia Machado Pardo nos presenta su interesante libro “La condición humana en Gabriel García Márquez” (Editorial Magisterio, 2024). Un viaje a las profundidades del ser humano en la obra de nuestro Premio Nobel de Literatura.
La profesora Ligia Machado Pardo nos presenta su interesante libro “La condición humana en Gabriel García Márquez” (Editorial Magisterio, 2024). Un viaje a las profundidades del ser humano en la obra de nuestro Premio Nobel de Literatura.

En este libro se analizan algunas de las principales reflexiones del más universal de los escritores colombianos sobre la conflictiva condición humana.
Ricardo Sánchez Ángel en su prólogo destaca que
“Lo que la autora privilegia en esta oportunidad es el análisis de la tarea periodística, y en especial la crónica, en García Márquez (…) La autora ubica a Gabo en la tradición de un humanismo práctico y militante, en que se destacan sus temas recurrentes y universales, tanto en sus cuentos y novelas, como en su periodismo: la soledad, la exaltación de la vida, la muerte, el amor, la amistad, las mujeres, la dignidad e igualdad, y la resistencia como praxis individual y colectiva en la formación de nuestros países.”
Presta especial atención a un conjunto de temas que permiten una valoración integral de los ejes esenciales para el estudio y reconocimiento de la significación social del escritor. Entre ellos examina el papel del conocimiento en la transformación de la realidad, porque permite apreciar su optimismo epistémico; la función social de la actividad humana, que resulta indispensable a la hora de justipreciar su humanismo práctico. Se justiprecia la responsabilidad intelectual del escritor y el artista en el mejoramiento social, tema esencial que posibilita aquilatar su compromiso orgánico con las urgencias sociales. Al respecto les demandaba a los intelectuales una respuesta a la pregunta ¿qué puedo hacer con tanta fama? Objeto de análisis especial lo constituye el papel de la mujer en la sociedad como brújula orientadora de su vida personal.
Ligia Machado profundiza su relación con el poder, aspecto sobre el cual se ha tratado de difamar su actitud, sin dimensionarse adecuadamente cómo lo valoró y utilizó en función de causas justas. La soledad de América Latina, tema al que no por casualidad le dedicó su discurso al recibir el premio Nobel, pues más allá de haber sido central en su novela más difundida, le preocupó y exaltó que el pueblo sea rebelde. Su praxis política, cultural y social demuestran una necesaria coherencia con sus ideas.
Se aborda la amistad, concebida en correspondencia con la sustancial idea de José Martí, según la cual las grandes obras solo son posibles con grandes amigos. Tanto en su obra intelectual como en su trayectoria vital la amistad constituyó un permanente hilo conductor de la confianza en el mejoramiento humano.
Poseía una extraordinaria confianza en el espíritu de superación y en la grandeza del ser humano. Esto le permitió enjuiciar críticamente las injusticias y la explotación de los sectores populares. Reflexionó sobre diversas formas de enajenación como vía fundamental hacia una comprensión más profunda de la compleja y conflictiva condición humana. Esta se manifiesta en la tensión constante entre emociones antagónicas, como el odio y el amor, la pasión y el desprecio, la guerra y la paz. No obstante, a pesar de tales contradicciones, prevaleció en él un dinamismo orientado hacia la perfectibilidad del ser humano, lo cual permite alcanzar una satisfacción profunda derivada del ejercicio de hacer el bien.
Su confianza en la perfectibilidad humana le condujo a sostener que existen dos dones para suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una arrasadora determinación de ascenso personal.
Asumió el periodismo como el mejor oficio de la vida destacándose como uno de los mejores reporteros para su tiempo. Sus entrevistas, reportajes, discursos, notas de prensa, crónicas, narrativa documentada, son el asidero de una vida dedicada a un «nuevo periodismo» que tuvo como premisa no perder el contacto con la realidad socioeconómica y política de estos pueblos, y a la vez, poder utilizar su fama al servicio de la humanidad para el beneficio social.
Este intelectual orgánico y comprometido con su tiempo que documentó una época con el periodismo argumentaba
“Tengo convicciones políticas claras y firmes, sustentadas, por encima de todo, en mi propio sentido de la realidad, y siempre las he dicho en público para que pueda oírlas el que las quiera oír. He pasado por casi todo en el mundo. Desde ser arrestado y escupido por la policía francesa, que me confundió con un rebelde argelino, hasta quedarme encerrado con el papa Juan Pablo II en su biblioteca privada, porque él mismo no lograba girar la llave en la cerradura. Desde haber comido las sobras de un cajón de basuras en París, hasta dormir en la cama romana donde murió el rey don Alfonso XIII. Pero nunca, ni en las verdes ni en las maduras, me he permitido la soberbia de olvidar que no soy nadie más que uno de los 16 hijos del telegrafista de Aracataca. De esa lealtad a mi origen se deriva todo lo demás: mi condición humana, mi suerte literaria y mi honradez política.”
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