Por: Marco Antonio Valencia
Los caucanos somos co-dueños y señores del Macizo Colombiano, una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, pero los pobladores de la zona están alertando desde hace tiempo acerca de los graves problemas que padecen y están exigiendo soluciones urgentes.
En los diálogos regionales realizados esta semana en los municipios de La Vega y Popayán, donde los campesinos y comunidades indígenas de la zona se pudieron sentar a dialogar con altos funcionarios del Estado, se dieron a conocer temas, cifras y alertas que el gobierno departamental y la nación no pueden desconocer ni hacerse los de la oreja mocha.
Y la gente habló, y habló duro, y habló fuerte.
El narcotráfico, la minería ilegal, el paramilitarismo, la ausencia del Estado, la deforestación, la inseguridad, la pobreza, las carreteras lamentables… son causa de violencia social y familiar; y sumémosle a todo este panorama, las amenazas de gentes y empresas que ya se están metiendo al territorio para acaparar el agua o para dedicar estas tierras a cultivos no nativos o a la ganadería.
Hablamos de quejas, reclamos y denuncias que nacen desde los municipios de Almaguer, Florencia, Bolívar, La Vega, La Sierra, Piamonte, Rosas, San Sebastián, Santa Rosa y Sotará y Paíspamba.
El gobierno le pide a los indígenas que tienen allí sus resguardos, así como a los pobladores de los municipios de la zona, que sean guardianes y vigilantes del Macizo y su biodiversidad y, con sendos discursos y palmaditas en el hombro, los han venido cabildeando durante años para lograr ese compromiso.
Pero la gente quiere dejar de vivir en la pobreza y aliviar sus necesidades vitales. Los discursos eco-políticos les dicen que son ricos, pero viven en la pobreza. Les dicen que es un territorio valioso para el mundo y, sin embargo, no hay carreteras decentes para movilizarse.
La ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, prometió el pasado domingo en la Vega, Cauca, crear el Servicio Nacional de Extensión Forestal y de Bio-economía, para generar un modelo agroecológico que favorezca el desarrollo económico de la gente. Promesa que ojalá no se quede en el tintero y en el territorio de los mitos y leyendas del Macizo.
Los grupos indígenas Yanaconas y Coconucos denuncian que sus resguardos están cercados por la expansión de sembrados de caña y terrenos dedicados a la ganadería. Subsiste un conflicto de tierras gravísimo que requiere políticas de fondo.
El Macizo colombiano es la estrella hídrica más importante de nuestro país: allí nacen los ríos Caquetá, vertiente del Río Amazonas y Patía, en su parte baja hasta la desembocadura en el océano Pacífico. Y dentro del departamento del Cauca, la red hidrográfica recorre los municipios de Puracé (Coconuco), Paispamba (Sotará), Timbío, Popayán, Totoró, Silvia, Inzá, Piendamó, Caldono, Jambaló, Toribío, Caloto, Corinto y Miranda.
El agua que se produce en el Macizo atraviesa 7 departamentos, 89 municipios, y representa el 27% de la superficie de los páramos de Colombia, es decir, el 13% de la superficie de los páramos del mundo.
Hay turismo y proyectos de servicios ambientales, y una cantidad de promesas incumplidas e iniciativas de gobiernos locales en los papeles a lo largo y ancho de su historia.
Pero la gente que esta semana participó en “Los diálogos regionales” tiene plena confianza en que esta vez, a diferencia de todas las anteriores, sí fueron escuchados, en que ahora sí viene algo bueno para el Cauca y para el Macizo.
Dios quiera que así sea.
Urgen soluciones reales para el Macizo Caucano – El Nuevo Liberal – EDITORIAL