LA CASA ENCENDIDA

Publicado el Marco Antonio Valencia

LOS MAMERTOLOGOS

 

Los mamertólogos terminaron siendo una pandilla de seudo-intelectuales de cafetería dedicados a la politología especializada en el blablablá. Aunque claro, a veces pasa lo contario, algunos politólogos con título han terminado de mamertólogos con fundaciones que hacen buenos negocios ofreciendo bombitas de jabón que nadie entiende para que sirven, pero se venden bien.

A mí los mamertólogos se me parecen a los hinchas y comentaristas de fútbol: botaratas de palabras y habladores de…  lo divino y de lo humano desde las suposiciones, y a nadie le importa si tienen o no la razón. Como decía Cervantes, gente con sal en la mollera, ingenio para el rebusque y mucho picante en la lengua para deleite del pópuli que le gusta el circo y distraerse con los payasos, las reinas de belleza y las loras que hablan. A la final, todo el mundo tiene derecho a ganarse la papa como mejor convenga y a distraernos con el circo que más nos guste. Y después del fútbol el mejor circo es la política.

Recuerdo que cuando apenas iniciaron los diálogos de paz, salieron los mamertologos a hablar de un asunto rarísimo: “El post conflicto”. Y a muchos les daba risa. Todavía ni siquiera habían iniciado las conversaciones en serio y éstos manes hablando de “pots”, que significa “pasado”.  Bueno, ahora que ya se firmó la tal paz,  y el panorama del potsconflicto no es tan color de rosa como se escribió en el papel, éstos señores están que no caben de la dicha, y en cada discurso que pronuncian hay un orgasmo de placer y se revientan por decir “se los dije, eso iba a pasar”.

Mientras el gobierno y la guerrilla dialogaban en la Habana, los mamertólogos sacudieron sus sacos, brillaron su calvicie, se cepillaron los dientes y se pasearon por salas de prensa y auditorios universitarios hablando “del apocalipsis” que se vendría en un país sin guerrilla. La verdad, yo escuché a varios, y me parecieron unos verdaderos charlatanes especulando con la economía política mirando una bola de cristal o una baraja española de brujita de pueblo. Y lo que decían, era tan tétrico que parecían frases sacadas del horóscopo de la prensa amarilla.

Y si ponen atención, ya tenemos a más de un conferencista con voz de profesor universitario en facultad de mamertología diciendo: “es lógico que una vez extirpado el chivo expiatorio de la guerrilla para todos los males del país, íbamos a descubrir que el mal de la nación estaba amarrado a la corrupción política y no a la insurgencia y blablablá”.

Y a otro “doptor”, con corbatín y gafas de marco negro: “El ideario de Juan Manuel Santos desde Bogotá sueña con la paz, pero los empleados de la burocracia en las regiones son negligentes y no han preparado ni construido con prontitud los campamentos para la estadía de los guerrilleros, que confinados en cambuches de plásticos y sin servicios básicos van a terminar aburridos y huyendo para convertirse en jefes pandilleros en zonas urbanas, y entonces, todo será violencia y caos, como ocurrió en El Salvador… blablablá”.

Pero incluso, no han faltado los mamertologos de la paz convertidos en mercachifles de la paz… y lo único que les falta es vender estampitas de Santos en las puertas de las iglesias. Y así tenemos a unos que se la pasan cobrando por dar conferencias del tipo “yo se los dije”; y a otros que se han inventado las “fundaciones sin ánimo de lucro por la paz” (que la gente conoce como tumbaciones), para ofrecer de todo a mil, pero a mil millones… porque sin miedo ni rubor, están ofreciendo servicios para la paz a precios exagerados. En otras palabras, para mucho mamertólogo ese cuento de la paz resultó siendo la piñata de las oportunidades, pero si siguen así van defraudar a todo el mundo.

Lo cierto, y ahora si en serio, los colombianos tenemos que sostener la fe en este proceso, los funcionarios públicos que atienden a los exguerrilleros deben hacer su tarea con pulcritud, y la paz no puede ser un negocio para contratistas sin escrúpulos ni conciencia social.

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