LA CASA ENCENDIDA

Publicado el Marco Antonio Valencia

Las conquistas femeninas: ni gratis ni aburridas

*A propósito del día Internacional de la Mujer y la Educación.

Son como la una y medía del día y algunos estudiantes se escapan de dormir en sus pupitres. Tienen el fastidio en la mirada y el cansancio en los gestos. No es fácil pasar siete horas de sesenta minutos en un pupitre, lo sé. Intento explicarles, a palabra limpia, como única herramienta disponible de maestro de educación pública, que los seres humanos hemos evolucionado mucho desde la Edad Media. Pero hay poco interés en el auditorio. Ya les veo el plato de lentejas en la pupila, y por el temblor de piernas de algunos, sospecho que tienen ganas de salir corriendo.

Les cuento que hubo una época donde las mujeres no sabían por qué se embarazaban y no existía el concepto de paternidad responsable, ni el control de natalidad, e incluso que algunas damas pensaban que el embarazo se daba por efectos de la luna o por comer miel de abejas (y logro que sonrían); Que hubo épocas en que a las mujeres no se les enamoraba con chocolates, chat ó discos de Santiago Cruz, sino que el macho iba hasta la casa de los padres de la niña y la negociaba por tres gallinas ponedores o cuatro cabros y un marrano, pero que jamás se le pedía el consentimiento de amor a ellas (pero estos muchachos de hoy en día, así como son nativos digitales nacieron castrados para el asombro). Les cuento que en el Medioevo, el Señor Feudal, que era el amo de la tierra y la vida de los pobres de la época, tenía “el derecho de pernada” que consistía en que las mujeres pasaran la primera noche de bodas en su cama. Es decir, que incluso la virginidad y la primera opción de embarazo estaban dadas a los amos y dueños de la tierra.  Las niñas arrugan la cara como diciendo que ese cuento no se lo creen, pero siguen igual, callados, impávidos.

Les digo que hubo épocas donde los hombres casados podíamos matar a sangre fría a una esposa infiel y la ley nos amparaba porque era un asunto de ira e intenso dolor. Es más, que había países como el nuestro donde bien entrado el siglo XX, las mujeres no tenía derecho a votar ni a ser candidatas en las elecciones para corporaciones públicas. (Que les diga que un día no podían votar les resbala. Parece que eso nada tiene que ver con ellas).

Les cuento que hasta bien entrado el siglo XX, las mujeres no podían entrar a estudiar a las universidades. Y que había una educación femenina a donde a la mujer se la entrenaba para ser ama de casa, mientras que al hombre se le educaba para que hiciera con su vida lo que le viniera en gana.

A estas alturas creo que ya le he ganado la batalla al aburrimiento y tengo algo de su atención, pero no dejan de bostezar en coro. No importa, uno de ellos levanta la mano para hacer una pregunta,

Profe, y saber eso, ¿para qué nos va a servir en la vida?

Ay Dios, me quiero morir. Trágame Tierra. Me siento derrotado, abochornado, incomodo… y una chispa de rabia me va subiendo desde los tobillos al corazón. Pero respiro hondo y me comporto.

-Estoy tratando, le digo, de explicar que la vida de la mujer históricamente ha sido difícil. Que tener la oportunidad de estudiar, de votar, de elegir una pareja o una profesión, de lograr igualdad social cultural y política no ha sido fácil. Que para llegar a donde estamos muchas mujeres han muerto, padecido y sufrido, y que da grima que ahora desaprovechen las oportunidades que la vida les da…

En eso suena el timbre, y como si la puerta fuera el paraíso soñado y la conversación tuviera lugar en un infierno, chicos y chicas se lanzan de sus pupitres como desesperados por salir, mientras me quedo solo, con el dedo levantado y la palabra a media boca.

Suspiro hondo y me pregunto cómo hacerles entender a estos chicos que el mundo tiene historia y las conquistas femeninas para lograr su dignidad, han sido duras, sacrificadas y lentas…

Nota: 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer. Fecha para conmemorar con dignidad. Felicidades!

 

 

 

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