HaY gente que duerme en la calle.
Popayán es albergue de miles de personas que huyen de la violencia o la pobreza.
Personas que buscan salvar su vida, refugio y solidaridad de sus familiares, paisanos y amigos. Algunos más, son ciudadanos extranjeros, migrantes y vulnerables en busca de una oportunidad laboral para sus vidas.
Muchos de ellos, tan solo han llegado a engrosar esa larga fila de habitantes de calle sufriendo las penalidades del hambre y dificultades de salud. Incluso no tienen donde realizar sus necesidades fisiológicas y menos dónde dormir.
Sabemos que las alcaldías de cada municipio tienen programas de asistencia temporal, pero de ninguna manera esas ayudas son permanentes.
El fenómeno de gente sin hogar –que vive en la calle–, es cada día más fuerte en todo el territorio nacional, incluyendo la capital del Cauca y sus municipios a lo largo de la carretera Panamericana.
Los habitantes de la calle (generalmente) viven en condiciones precarias, enfrentan problemas de salud física y mental, no tienen acceso a servicios básicos como agua potable y servicios sanitarios. Al vivir sin techo, son vulnerables a la violencia y el abuso.
La población mayoritaria les tiene miedo, los rechaza, los denuncia por sospecha y pide a las autoridades que los saque de sus zonas residenciales simplemente por temor. Los habitantes de la calle enfrentan desafíos terribles de necesidad, exclusión, abandono y olvido.
Son el producto de la pobreza, y están en la calle por factores económicos, sociales y personales. Lo menos que esperan de la sociedad mayoritaria es empatía, solidaridad y apoyo.
Hay que decirlo, si bien algunos habitantes de calle son humildes y excelentes personas, algunos son presa de un resentimiento social grave, o el hambre los ha vuelto agresivos y peligrosos. ¿Qué hacer para ayudarlos?
Ahora que vienen elecciones y nuestros líderes preparan agendas de soluciones simples y concretas, desde El Nuevo Liberal les invitamos a incluir soluciones en sus programas de gobierno para este importante sector de la población que, por desprotegida y vulnerable, requiere atención.
En Popayán el alcalde nos dice que faltan 25 mil viviendas para satisfacer la demanda. Es necesario, entonces, incluir viviendas subsidiadas y programas de alquiler con precios que personas vulnerables puedan acceder.
Para salir de la calle se requieren atención con oportunidades. No solamente se requiere comida y ropas (que todo sirve, claro) pero también se requiere apoyo en asesoría laboral y financiera que les permita mejorar sus vidas.
Las respuestas a la pobreza y falta de hogar no se pueden planificar solamente desde oficinas, es necesario invitar a los mismos habitantes de calle, o a los que recientemente han salido de ellas, para hacer parte de la implementación de programas de asistencia social, económica y de empleo.
Se requiere, señores políticos y líderes sociales, mayor inversión para políticas públicas, programas y servicios. Y claro, no olvidar, cambios en la cultura y las actitudes de la sociedad.
No es un asunto de cifras únicamente. También es asunto de sensibilizar la conciencia humana y colectiva para reconocer que hay seres humanos que lo han perdido todo y no tienen nada. Que, quienes gozamos del privilegio de vivir bajo un techo tenemos la invitación moral de ser solidarios y empáticos con la gente que vive en la calle.
Marco Antonio Valencia
POPAYÁN (1967) Autor de las novelas Oscuro por Claritas (2002); El Profesor Espantapájaros (2009); La fiesta de ayer (2018), La cicatriz en el Espejo (2019); De los libros de poesía: Los versos de la iguana (2000); Bestiario Familiar (2004), Extrañas mutaciones (2016); De columnas: La noche del Trapecista (2011). Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, 2004, Temuco,Chile. Ex-Director de la Comisión Bicentenario del Cauca 2010; Consejero Nacional de Literatura. Docente. Tutor del Programa Todos a Aprender del Ministerio de Educación Nacional. Director periódico El Nuevo Liberal.