LA CASA ENCENDIDA

Publicado el Marco Antonio Valencia

Alegrías y pesares decembrinos

Diciembre trae alegrías para unos y pesares para otros.

Habrá quienes consideran este mes  como la mejor época del año, mientras que para otros es la peor. Bueno, los seres humanos somos complejos y desiguales. No todos bebemos de las mismas fuentes ni tenemos la misma educación.

El primero de diciembre se manifiesta en algunos lugares con pólvora, júbilo y arranques de alegría en eso que llaman alboradas.

Una costumbre que iniciaron los sacerdotes católicos en la antigüedad para hacer sentir su presencia y sus llamados a las fiestas y celebraciones eclesiásticas por el nacimiento del Niño Dios.

Algunas alboradas con chirimía, jolgorio, globos y desfile de carros y motos por las principales calles del municipio y barrios populares son épicas.

En los últimos años una fiesta exacerbada por emisoras de radio para movilizar clientes que se convirtió en costumbre. Y como somos el país más alegre del mundo, nunca pensamos más de dos veces una invitación a divertirnos.

Los chistes decembrinos en Popayán viene con prohibiciones del alcalde, que no se cumplen, y nadie hace cumplir desde hace años.

Se trata de los decretos para impedir el uso y compraventa de pólvora al tiempo que se indica que las autoridades no se dejarán circular caravanas de más de tres motos haciendo ruido y usando instrumentos explosivos.  Un chiste.

En esta ciudad nos hemos acostumbrado a vivir con tanto libertinaje social, que el día que nos quieren controlar excesos lo vemos como un asunto impositivo contra el que tenemos que luchar.

Otra prohibición baladí tiene que ver con el intento de evitar parrilleros en motos durante el mes de diciembre, quedando a salvo los que pueden probar que la moto es un instrumento de trabajo y el parrillero su cliente o ayudante de servicios. Mejor dicho, aquí no hay nada.

“Decretos para saludar a la bandera”, expresión para decir que algo es inane y falaz.

Las alboradas y sus explosivas manifestaciones con pólvora en muchos países y barrios se reconocen como irresponsabilidad social para gastar dinero.

La diversión de gastar dinero para quemar pólvora y escuchar explotar algo en microsegundos es de las alegrías más efímeras y extrañas de la humanidad.

Al hacerlo se lastima y agrede la ecología y el sistema natural que nos acompaña, nos referimos a los animales domésticos como perros y gatos; a los animales de fincas y granjas como el ganado y los caballos; a las ves de jardines y parques, así como a las ardillas e insectos.

El estallido de pólvora afecta de forma negativa a las mujeres embarazadas, a los ancianos, a los enfermos, a los niños, a las personas nerviosas, en fin.

Celebrar la llegada de la navidad es loable, es necesario.

Celebrar la navidad con alegría, en familia y amigos, con festejos y ceremonias de todo tipo, es justo. Y que la gente se gaste el dinero como desee no nos causa problema.

Pero nunca estará bien destruir y violentar a otros seres vivos de la naturaleza por diversión.

Quemar pólvora no tiene gracia.

Dañar los oídos, los nervios y la siquis de las personas y los animales sin consideración viene siendo algo mucho más grave que un pecado.

Por favor, en diciembre, no queme pólvora, asuma su responsabilidad.

 

 

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