He aquí una historia, no una de ridiculizaciones y burlas, sino una de amor y gratitud. A Dios toda la gloria siempre, pero también las derrotas, esas que nos hacen más fuertes, más aprendidos, más valientes. Hoy, 200 millones de hermanos, seres humanos como tú y como yo, están tristes.

Brasil un país lleno de gente luchadora, y fuertemente golpeado por un sin número de problemáticas sociales, abrió sus puertas al mundo para llenarlo de alegría; eso, justamente eso, es lo más bonito del fútbol, la alegría, la alegría elegante.
A mi, como dice la canción, me gusta la gente que le canta a sus equipos cuando van ganando, y que cuando van perdiendo, les siguen cantando; las burlas y llantos sobre leche derramada, sólo traen odio, esa mala hierba que tanto daño nos ha dejado y nos sigue dejando. Respeto, gallardía, educación, bondad y valentía, hoy y siempre, y que lo único histórico sea el amor.
Pasemos la página, por favor, que mientras seguimos en discusiones sin objetivo se está muriendo el pueblo Palestino. El Ucraniano. El Venezolano. El Latinoamericano. Su vecino, tal vez. El fútbol nos da y nos quita, pero mañana amanece y es otro día; tristemente, para muchos, este no es el caso.