¿Por qué leer a Byung-Chul Han en Colombia?

Por: Juan David Almeyda Sarmiento

En el año 2018 se publicó el libro ¿Por qué no leer a Byung-Chul Han? (Espinosa et al., 2018). En él, las autoras, acompañadas por Jorge Alemán en un apéndice, construyen un aparato crítico que busca señalar y mostrar las contradicciones y falencias del autor coreano-alemán, con el afán de desarmar el pensamiento, en ese momento en auge, de un autor contemporáneo cuyo proyecto consiste en la construcción de una ontología del presente.

El libro, aunque presenta una crítica incisiva a lo escrito por Han en sus obras, pasa por alto elementos fundamentales de la teoría crítica de este pensador, entre los cuales se pueden enumerar: 1) la articulación conceptual entre sus obras (limitándose a citar algunas de las más populares), 2) la influencia del Lejano Oriente (en Han entendida como el pensamiento de China y Japón) y 3) la ausencia de un proyecto emancipador que realmente construya una posibilidad de atravesar la crisis que el neoliberalismo ha producido en los sujetos y en el mundo.

Es ahí donde entra en escena la cuestión que desarrollo en mi libro Hacia una ética del jardín. Estudios filosóficos sobre Byung-Chul Han (2021): ¿es realmente cierto, como señalan sus críticos, que dentro del pensamiento de Han solo existe una pasiva complacencia con el régimen neoliberal que critica, terminando por crear una noción de sujeto posmoderno que cae en el psicologismo y en un nihilismo sin salida? La respuesta a la que me dirijo es que no. Por el contrario, lo que se encuentra en el pensamiento de Han es una filosofía del sujeto y del camino que este debe atravesar para llegar a una ruptura con los procesos alienantes que lo conducen a la esclavitud voluntaria, como lo llamó La Boétie (2010).

De este modo, el ejercicio que expongo en mi libro busca demostrar que, dentro del pensamiento haniano, lo que se encuentra es una teoría del sujeto fundamentada en una construcción crítica de procesos subjetivos, desde los cuales el individuo, esclavizado por el sistema neoliberal, puede crear lazos consigo mismo basados en una visión dialéctica del mundo. En esta visión, la negatividad y la positividad (términos que Han toma de Hegel) constituyen una forma de estar en el mundo que crea espacios de resistencia y emancipación, dando lugar a otro tipo de existencia.

No hay que negar lo evidente: sí, Han es un autor que retoma muchas tradiciones. Desde Hegel hasta Heidegger, pasando por Adorno, Benjamin, Fromm, hasta la French theory, sin olvidar a los siempre presentes Handke y Canetti (quienes, aunque no lo parezcan, tienen todo que ver con su ejercicio filosófico emancipador). Han es un filósofo que busca en estos autores fuentes que le permitan articular un sistema de herramientas críticas que, al mismo tiempo, se sirvan de trampolín teórico para llegar a una propuesta subjetiva desde la cual el individuo pueda comprenderse como algo más que un simple ente aislado y confinado.

Es cierto que Han no inventó los estudios críticos sobre los procesos alienantes del capitalismo, ni las investigaciones sobre la esclavitud externa e interna (una crítica hacia la cual apunta Pavón [2014]). No obstante, su ejercicio filosófico se centra en ser un shanzhai (Han, 2017), es decir, una copia que, en su proceso insurgente de falsificación, llega a un punto en el que el elemento copiado da lugar a una forma de ser completamente distinta de la original. Han, heredero de la tradición china de la falsificación, no se preocupa por el concepto de esencia a la hora de hacer su filosofía, sino que se ubica en la ausencia, es decir, en la vacuidad propia del texto místico del Lejano Oriente que, a partir de su falta, permite crear un saber (Han, 2015). En este sentido, aparece aquí el haikú como forma filosófica en Han, dando lugar a una comprensión de su pensamiento como haikús ensayísticos.

Es aquí donde comienza mi lectura personal de Han, la cual se basa en que su proyecto emancipador solo puede comprenderse desde la articulación intercultural entre el pensamiento occidental y el del Lejano Oriente. El primero constituye lo que yo llamo el andamiaje teórico-crítico, que permite a Han construir su análisis de la sociedad contemporánea de manera clara y precisa; mientras que el segundo se ocupa de lo que sería su propuesta propositiva y emancipadora. Hacia una ética del jardín funciona como un punto de encuentro entre distintas tradiciones de Occidente y del Lejano Oriente, con el fin de entender que el proceso de lucha contra el sistema se expresa, en un inicio, de manera individual y subjetiva, para luego poder construir el nosotros tan defendido por Han.

En este sentido, los libros de Han tienen detrás la misma experiencia que el haikú budista, más que el manuscrito proveedor de respuestas. En su carencia, en su falta, se expresa el saber; el texto haniano destaca por ser un camino (dao, en chino 道) en el cual el discípulo debe adentrarse, sin garantías de llegar a algún lugar, como en las Instrucciones al cocinero de Dogén (2010). El modo en que Han construye su corpus teórico implica comprender la dinámica de la opacidad de la narrativa filosófica budista: no hay nada ahí; el dao se manifiesta a su manera en el discípulo, quien debe reflexionar en la cotidianidad sobre lo dicho o hecho por el maestro.

El proceso que expone Han con su filosofar es el de construir, con la filosofía occidental, un arma crítica, mientras que con la filosofía oriental comprende las formas de vida que pueden surgir en el marco de un tipo de sujeto que expulsa la psicología del yo de su ser para dar lugar al acontecimiento de una vida en la que la alienación y la esclavitud, producto de los elementos ideológicos del neoliberalismo, puedan ser quebradas. Vida contemplativa (2023) retoma precisamente esta visión del Lejano Oriente en relación con Occidente para construir formas de resistencia. Sin embargo, esto se percibe solo cuando se contrasta la crítica con los procesos espirituales y metafísicos que Han ha elaborado a lo largo de su filosofía.

La ontología del presente de Han destaca por ser poco alentadora. El modo en que él comprende la sociedad del rendimiento actual marca, de forma tajante, la imposibilidad de una revolución (Han, 2022). Para el coreano-alemán, el neoliberalismo es el sistema dominante, y nosotros estamos atrapados y atravesados, queramos o no, por él, además de la lógica informático-digital que potencia la crisis. Sin embargo, como todo, esto no es un panorama exclusivo de Han, aunque a veces parece que se le atribuye solo a él. Berardi, Bauman, Fisher, Lipovetsky, entre otros, comparten la misma visión transmoderna del capitalismo tardío. Han, al igual que ellos, toma esta situación como punto de partida para resistir y emanciparse, en un intento por comprender los daños causados no solo al mundo, sino a la subjetividad de las personas.

Podríamos decir aquí, desde el pensamiento de Han, que es más fácil imaginar el fin del capitalismo como sistema económico, político y social que como una forma de subjetividad. La teoría emancipatoria de Han retoma al sujeto como actor principal de la sociedad del rendimiento para, desde ahí, crear espacios que posibiliten la ruptura psicopolítica con dicho sistema, dando pie a construir lazos con los otros y formar comunidad. Sin embargo, este ejercicio sigue el intrincado camino del misterio del Lejano Oriente.

Como sujetos del rendimiento, estamos atados a la necesidad de comprendernos en nuestra intimidad para poder comenzar a tejer con los otros una red desde la cual configurarnos subjetivamente hacia otro tipo de vida. El yo, como entidad psicológica desde la cual se arraiga el neoliberalismo en su ejercicio psicopolítico, debe detonarse para crear el nosotros. Es ahí donde el Lejano Oriente, al ser una identidad sin identidad, permite pensar más allá de la caída del yo y de la tiranía del individuo. Por ello, se requiere de una filosofía que se entienda no solo como sistema, sino como forma de vida, como ya lo pensó Pierre Hadot. Es ahí donde Hacia una ética del jardín apunta; no se trata solamente de discutir los errores y aciertos de Han, sino, como ya se ha dicho, de hacer un ejercicio zen desde el cual encontrar los tonos claros y oscuros de una filosofía social y una ética que se esfuerce por crear puentes de diálogo entre tradiciones filosóficas tan distintas.

En un país como Colombia, atravesado por incontables tipos de crisis, la presencia subjetiva del neoliberalismo se ha constituido como una normativa en todos los ámbitos de la vida cotidiana: desde la educación hasta las relaciones sociales, lo cotidiano ha devenido rendimiento (Almeyda y Botero, 2021). Es ahí donde debe pensarse lo cotidiano como un espacio de resistencia e insumisión frente a estas formas de colonización de la experiencia diaria. Por ello, una filosofía que tome esto como el foco de su reflexión es necesaria para comenzar a quebrar las cadenas y tejer nuevos lazos. Es aquí donde Han se vuelve relevante para la filosofía contemporánea, puesto que cartografía los elementos de una sociedad en constante mutación con el fin de lanzar hacia el futuro un chispazo de esperanza, como el mismo señala: “La esperanza es el fermento de la revolución, el catalizador de lo nuevo: incipit vita nova, «comienza una nueva vida»” (Han, 2024, pp. 32-33).

Hacia una ética del jardín, de igual modo, es un esfuerzo por repensar la subjetividad a través de un diálogo entre Occidente y el Lejano Oriente, mientras se navegan las turbulentas aguas de las mutaciones del capitalismo y sus constantes revoluciones, que buscan perpetuar su propia reproducción. Es un elogio a la lentitud como forma de vida contratemporal, que se resiste a la colonización del tiempo y de la intimidad, con el fin de crear comunidad. En una sociedad como la colombiana, donde el trabajo muerto —por usar un término siempre vigente de Marx— prevalece, lo lento se presenta como una potencia de vida subjetiva desde la cual la contemplación se convierte en acción. El homini cochlea, con el que cierro el libro, pretende ser más que una simple teoría filosófica abstracta: busca situarse en el espacio de la filosofía social y, más aún, en la filosofía como forma de vida, comprometida con el futuro de tal manera que los individuos puedan desear y vivir dignamente, sin que ello implique la entrega absoluta del alma al trabajo.

Bibliografía:

 La Boétie, É. (2010). Discurso de la servidumbre voluntaria (D. Tatián y M. Gainza, trads.). En D. Tatián (coord.), Discurso de la servidumbre voluntaria // Amistad: rehusarse a servir (pp.19-67). Buenos Aires: Las Cuarenta.

Almeyda, J. (2023). Hacia una ética del jardín. Estudios filosóficos sobre el pensamiento de Byung-Chul Han. Bucaramanga: Ediciones UIS.

Almeyda, J. y Botero, A. (2021). Un infierno después de otro. meditaciones sobre el hogar y la pandemia. Discusiones Filosóficas, 22(38), pp. 72-92.

Espinosa, L., Greco, B., Penchazsadeh, A., Ruiz, M. y Sferco, S. (2018). ¿Por qué (no) leer a Byung-Chul Han?. Buenos Aires: UBU Ediciones.

Pavón, D. (octubre 9 de 2014). Psicologismo, idealismo y posmodernismo tardío en Byung-Chul Han. Disponible en: https://davidpavoncuellar.com/2014/10/09/psicologismo-idealismo-y-posmodernismo-tardio-en-byung-chul-han/.

Han, B. (2015). Filosofía del budismo zen (R. Gabás, trad.). Barcelona: Herder.

Han, B. (2017). Shanzhai: el arte de la falsificación y la deconstrucción en china (P. Kuffer, trad.). Buenos Aires: Caja Negra.

Dogén, E. (2010). Instrucciones al cocinero (Tenzo Kyokún) (J. Campillo, trad.). Barcelona: Los Pequeños Libros de la Sabiduría.

Han, B. (2022). Capitalismo y pulsión de muerte. Artículos y conversaciones (A. Ciria, trad.). Barcelona: Herder.

Han, B. (2023). Vida contemplativa. Elogio a la inactividad (M. alberti, trad.). Bogotá: Taurus.

Han, B. (2024) El espíritu de la esperanza. Contra la sociedad del miedo (A. Ciria, trad.). Barcelona: Herder.

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