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La piel de gallina, por culpa de “Lo imposible”

Dramáticamente sensible. Eso es “Lo imposible”. Desde mi perspectiva, el tráiler es una cosa bárbara y a partir de esos minutos pone en evidencia que la película tendrá una fuerte carga emocional con la que muchos espectadores se sentirán identificados; y mucho más aquellos que padecieron y vivieron en carne propia la inclemencia, la incertidumbre y la pérdida, en la tragedia del Tsunami.

 

Ante la expectativa de los Premios Óscar, para mí se convertía en casi una obligación verla y confirmar qué tan buena realmente era. Y pues, en definitiva merece las cinco estrellas. Algunos dirán que es casi imposible retratar el dolor de un hecho como ese, pero esta producción cinematográfica más allá de volcarse al morbo de proyectar las imágenes devastadoras de las enormes olas que sucumbieron las islas de Indonesia, se centró en lo más importante: la familia.

Es la reflexión en torno a lo que somos capaces de soportar y frente a lo no estamos preparados. Víctimas e inocentes, pero al mismo tiempo valientes. “Lo imposible” narra una de las tantas historias reales de las familias (la familia Bennett) que ese día lo perdieron todo, pero que a pesar del trauma se aferraron a la vida y a la supervivencia por volver a encontrarse con los suyos.

Lo destacable no son los diálogos. Lo humano y sensible son las imágenes, las actuaciones de sus protagonistas, lo que ellos son capaces de transmitir con sus rostros, lágrimas, desesperos, silencios, miradas, gestos, ese tipo de sentimientos intangibles que se cruzan en el alma y hacen un nudo en el corazón. Sí, eso mismo fue lo que sentí ante aquellas escenas conmovedoras que iban desde la desolación y devastación de una ciudad entera, hasta los silencios de aquellos paisajes muertos.

Podría decirse que la película se divide en dos grandes partes. La primera, el descorazonado encuentro entre María y Lucas (madre e hijo) en las turbulentas aguas que con toda su titánica fuerza se aferraban a separarlos una y otra vez. Ellos develaron el miedo, la desesperación, el dolor y la tristeza; y en el otro extremo Henry, Thomas y Simon (esposo de María e hijos, respectivamente) en la búsqueda de los primeros. Las escenas que bordean el dramatismo de esta historia a pesar de la crudeza que reflejan, a medida que van avanzando hasta el final dejan ver que en medio de la tragedia la esperanza aparece en el último momento.

Es una verdad innegable que sin las actuaciones impecables de sus protagonistas (Naomi Watts, Ewan McGregor y Tom Holland) ni el guión ni la historia hubieran tenido la fuerza realista que necesitaban. De resto, la conjugación de los elementos técnicos como los narrativos hizo de “Lo imposible” una fuerte candidata a llevarse el Oscar como mejor película en lo que será la próxima entrega de los Premios de la Academia.

 

Eliana Álvarez Ríos
Directora de Contenidos web
Colombia Digital

 

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