En numerosas ocasiones y personas de diversa índole han hecho alusión a la necesidad de disminuir la brecha digital. Este es un acuerdo en el que trabajan diferentes estamentos tanto públicos como privados y seguramente, podríamos contar con cifras o testimonios para evidenciar dicho trabajo.
Hoy quisiera poner en debate esa pretendida brecha digital, que parece un acuerdo generalizado. Desde mi perspectiva, esta brecha no es un asunto en singular, sino en plural: las brechas digitales.
Aunque algunos autores como José López Ponce han complejizado la visión de la brecha digital haciendo alusión a un asunto generacional, social y cultural (vea aquí el artículo completo ), aún considero que el asunto para ser abordado desde la perspectiva educativa, podría ser analizado diferente.
Considero que las tres brechas digitales son:
1. Acceso
2. Apropiación
3. Significación
En primera instancia, la brecha es de acceso, dado que las diferentes situaciones sociales del país generan un gran porcentaje de la población con dificultades para el acceso a los recursos tecnológicos. Sobre este asunto se han adelantado labores a través de diversos frentes.
En segundo lugar, resulta imperioso hablar de la apropiación de esos recursos tecnológicos, es decir, que los mismos sean incorporados en la vida de las instituciones educativas o que medien en la relación con el Estado y permitan la participación ciudadana. Muchas situaciones de la vida real han demostrado que no es suficiente con la dotación sin el conocimiento sobre el manejo, ni reflexión crítica en cuanto al uso que se le debe dar al nuevo recurso. De esta manera, no se alcanza el cometido: lograr la transformación mediante la práctica cotidiana en favor de las comunidades.
Por último, es necesario evaluar las significaciones que surgen de la utilización cotidiana de la tecnología. Dichas significaciones implican los nuevos lenguajes y formas del pensamiento; esto podría ser un elemento que aumente la brecha digital. Entonces el interrogante aquí es: ¿realmente las instituciones formadoras, podrán brindar contenidos y enseñanzas acordes con los nuevos lenguajes que emergen del uso de la tecnología, las nuevas formas de organizar el pensamiento y el proceder para las acciones ciudadanas?
Si evaluamos las brechas digitales en nuestro país desde esta perspectiva integral, podríamos afirmar que en materia de acceso diferentes programas han generado grandes avances dotando a instituciones educativas; casas de la cultura; telecentros o tecnocentros; escenarios en lo rural y urbano; con el propósito de garantizar el acceso a aquella población que sus posibilidades económicas no lo permiten.
Sin embargo, en materia de apropiación parece que cada día hay más cosas por hacer. Los docentes de los colegios que han recibido la dotación posiblemente no estén en la capacidad de integrar las TIC al currículo escolar. De otro lado, los rectores tienen dificultades para administrar la institución de manera que involucren las tecnologías, enfrentándose a estudiantes apropiados de estas herramientas digitales en su vida cotidiana. Esta es una brecha en la que resulta muy importante trabajar y evidentemente, con el acceso no se solucionan los retos en materia educativa que presentan las tecnologías.
De igual manera, con la dotación en los centros rurales y los telecentros todavía existen abismos en relación a la apropiación por parte de la comunidad. En ese sentido, el hecho de encontrar el computador dispuesto para que la población se acerque, no garantiza que esta sepa cómo hacerlo y aún más, que lo halle necesario. Tal vez, por esta brecha de apropiación es posible encontrar negocios para realizar los trámites de gobierno en línea, cuando estos son gratuitos, debido al poco conocimiento que tiene el ciudadano. ¡Es una ironía!, el Estado abre sus puertas desde la virtualidad para realizar los trámites de forma gratuita en línea y frente a la falta de apropiación, algunos vivos encuentran negocio, cobrando lo gratuito.
La tecnología, aparentemente, solo ha cambiado la significación del mundo para unos pocos, en su mayoría jóvenes. Esta es una brecha todavía más retadora para la sociedad. ¿Cómo nos comunicaremos con todos los ciudadanos desde la diferencias que existen entre ellos?, y aún más ¿cómo ejecutar programas para favorecer la disminución de dicha brecha?
Sin negar los avances que como país hemos dado para equiparar posibilidades con la tecnología, no podemos perder de vista el dinamismo del mundo y mientras dotamos en un extremo, los equipos del otro se hacen obsoletos. Además, si esperamos entregar recursos y después iniciar la apropiación, ya se habrá perdido un tiempo valioso de trabajo con las comunidades y posiblemente, se generarán temores con respecto a la misteriosa tecnología.
¿Cuál es la ruta que nos conduce a la superación de las brechas digitales?
Gloria María Naranjo Q.
Asesora Educativa
Colombia Digital