Interesantísimo ver al expresidente Álvaro Uribe Vélez, megáfono en mano, comprando mercados y ofreciendo tierras como presunto acto solidario frente a la dura salida de cientos de colombianos de Venezuela esta semana.
Llama la atención, sobre todo viniendo de un gobernante cuyos asesores negaron tajantemente la existencia de millones de personas en situación de desplazamiento, por causa del conflicto interno, y usaron el eufemismo “migrantes internos” para referirse a ellos, para invisibilizarlos.
Cien colombianos saliendo de Venezuela conmueven profundamente a Uribe. Más de tres millones de personas desplazadas, huyendo de la violencia física y psicológica de los actores armados, nunca existieron cuando él podía hacer mucho más que comprar oportunos mercados.
Interesante ver la presión de muchos colombianos que en redes sociales aplauden los “pantalones” de Uribe. Sobre todo porque esos pantalones, en primer lugar, originaron la crisis diplomática con el vecino país. Muchos “pantalones” y poca cabeza desembocaron en un serie de conflictos que siguen vigentes con el vecino país. Por supuesto hay que señalar lo problemáticos que nos han resultado los “pantalones” de Maduro en el desarrollo de esta crisis.
Las crisis diplomáticas requieren más cerebro que pantalones; es más difícil ser estratégico que reaccionario. En Colombia está sobrevalorado ladrar y morder, pero las crisis políticas se resuelven hablando menos en público y más en privado.
El Uribe que hoy reacciona con rapidez ante la problemática en la frontera antes se hizo el de la vista gorda, tendría pantalones pero era ciego. Como fue ciego para no ver todos los problemas en los cuales se metieron sus principales asesores y ministros, hoy juzgados, algunos condenados y presos.
Menos megáfono y más conversaciones diplomáticas, digo yo. La diplomacia existe por algo.
@JuliaLondonoBoz