La paz dorada de las tarjetas de navidad, la paz sonora de los villancicos, es la que quieren los colombianos. Eso parece. Qué país más hipócrita este que se llena la boca, por años, con discursos de No más guerra, queremos LA PAZ y en cuanto hay intenciones reales de negociar, se aterra.
He llegado a la conclusión de que todos los que marcharon “por la paz” en épocas de Uribe y ahora están pegados del techo con la marcha del 9 de abril, en realidad marchaban por que les gustaba cantar “noche de paz, noche de amor” cuando eran niños. O esa otra que dice “Paz, paz, amor y paz, hombres de la guerra a los niños escuchad. Paz, paz, amor y paz, es lo que queremos de verdad ”. ¿Verdad?
¿Qué cree la gente que es la paz si no se llega a ella a través de un proceso? Parecería que la gente quiere acostarse a dormir y amanecer en un país en paz. Suena el timbre, la mamá abre la puerta, el señor pregunta quién es y ella grita emocionada, ¡mi amor llegó la paz! Aplausos, claveles blancos y una paloma al vuelo.
Decir que la paz se construye no es retórica, significa que para alcanzarla hay que negociar y negociar implica ceder, hacer esfuerzos, no es con los íntimos amigos con quienes se hace la paz, no hace falta. Por supuesto que hay desacuerdos y dificultades, y que hay que intentar encontrar un balance en un escenario que está y ha estado tradicionalmente polarizado.
Me encantaría saber cómo es la paz que se imaginan si no se llega a ella negociando. No faltarán los que ignorando la historia nacional todavía crean que a la paz se llega por la vía de la guerra. Insensatos. O a lo mejor la paz es solo una palabra que suena bien de la mano del amor y todas esas cosas intangibles en las que la gente necesita creer hasta que llega el momento de demostrar que cree en ellas.
Uno demuestra lo que realmente piensa con sus acciones, no con palabras, quienes no quieren un proceso de paz al menos deberían dejar de manosear la palabra, de clamar por ella, no sería tan molesto si anduvieran por ahí siendo claros, admitiendo que prefieren la guerra a ceder en algo, lo molesto es el doble discurso. Hipócritas.
Yo no creo que quienes tienen reparos frente al proceso de paz sean insensatos. En Colombia si uno no tuviera reparos frente a lo que tocan los políticos y grupos armados sería amnésico, pero una cosa es tener reparos y otra sabotear los esfuerzos que se hacen por la paz. Las coordenadas del sabotaje son claras.
No me gustan las marchas, nunca he salido a marchar, en parte porque siempre he presentido que a quienes marchan los utilizan para hacer política, pero al menos veo la diferencia entre ser utilizado para hacer una política de guerra, en nombre de la paz, y ser utilizado para legitimar un proceso de paz, en nombre de la paz. Así que creo en la intención de paz de quienes saldrán mañana, al menos más que en la de los que tienen que hacerle la guerra hasta a los que quieren un proceso de paz.
Hay en la banca de los opositores de este proceso un grupo de hipócritas, un grupo de ilusos y un grupo de insensatos. Y tal vez algunos escépticos, entre otras cosas.
En Colombia sí ha habido procesos de paz que han terminado bien, y se llegó a ellos a través de caminos largos. ¿Quién duda hoy que la Constitución de 1991 le abrió al país un camino más democrático?
Levante la mano el que cree que sería preferible haber seguido la guerra con el M-19, levante la mano el que extrañará a los muertos y secuestrados de la guerrilla, a los desplazados que dejan a su paso los enfrentamientos con el Ejército y los miserables recursos que se destinan a la inversión social en este país en guerra. Levante la mano el que cree que a Colombia no le hace falta invertir el presupuesto que se va para la guerra en educación o en salud.
Pero si levantan la mano sean coherentes y admitan que la paz con la que sueñan se hace con origami y dejen que otros busquen formas de paz que requieren de mucho más.
Se me iba olvidando, ahí les dejo el link para que aprendan cómo se hace una paloma de papel:

@JuliaLondonoBoz