Humedales Bogotá

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Reflexión: «…..¿es que de una papa vieja nace una nueva?».

Por: Daniel Bernal

Huerta en la Libélula

En el humedal La Libélula he vivido experiencias que me han marcado y me han mostrado por dónde seguir en el camino de la defensa del agua. No sé si es por su proceso comunitario,  por su carga ancestral o por el lugar en sí pero, cada vez que asisto a una minga, aprendo y reflexiono sobre algo nuevo. En una de las últimas mingas a la que asistí, entendí cual es el camino a seguir para cualquier Bogotano que se pregunte:  «¿y yo como puedo ayudar en la defensa de nuestra Madre Tierra?».

La minga comenzó como de costumbre con la siembra de arboles, algo que se hace frecuentemente en la ronda del humedal o pantano y también, algo para lo cual soy bastante torpe e inexperto. Mis manos acostumbradas al computador, a los guantes y como máximo a las pinzas de electrónica, sufren mucho con el machete, el azadón y la pica, sin hablar que cada vez que uso el machete tiendo a generar alarma en los que están alrededor y terminar cortando unos poquitos trozos de pasto o, siendo corregido por el mal manejo de la herramienta.

Cortando el pasto...o mi pierna

Al ver esto, en las mingas me dedico más a la fotografía, a caminar por el lugar y a charlar con la gente. De vez en cuando echo ojo a ver cómo van la cosas y a ayudar en los oficios suaves que queden. En esta ocasión fuimos a sembrar una huerta del pantano, algo nuevo para mi y que me interesó porque pues pintaba más fácil y suave que plantar arboles, pues de eso…no sabía nada.

Al llegar, se reorganizó la huerta y los surcos, que ya estaban delineados. Se quitó el pasto que la estaba tapando, se hicieron otros surcos y otros huecos muy fácilmente, pues era tierra que ya había sido trabajada. Cuando llegó el momento de sembrar, nos dijeron que íbamos a sembrar papas. Interiormente dije: «Súper, voy a sembrar algo, ¡por fin!».

Huerta en la Libélula Minga en el humedal La Libélula

Cuando me pasaron en una bolsa lo que íbamos a sembrar entendí que me correspondía colocar las semillas. Cuando abrí la bolsa y vi un poco de «papas viejas», de las que les salen las raíces y que la mamá le dice a uno que están viejas y que toca botarlas, inocentemente pregunté que dónde estaban las semillas, que ahí solo habían un poco de papas viejas y que hasta raíces tenían.

Algunos me miraron con asombro, otros no entendían la pregunta y otros se rieron, así que en ese momento pregunte: «¿Es que de una papa vieja nace una nueva?, ¿estas son las semillas?, ¿como así?, no entiendo».

Me explicaron que la papa, al ser un tubérculo, podía nacer de esta forma y que este método se usa mucho, que realmente es lo más usado para las papas y muchos otros alimentos.

Quedé aterrado y razoné: ¿Cómo es posible que en mis 32 años de haber comido papa casi todos los días de mi vida, de ser una parte fundamental de todas mis comidas, de conocer muchas variedades de papa, de haber nacido y vivir siempre en una ciudad como Bogotá con tan alto consumo de papa, no tuviera la menor idea de  dónde viene una papa?, ¿¿¿ Que paso aquí???.

¿Que ha pasado en nuestra sociedad para que los citadinos estemos tan desconectados de nuestra Madre Tierra?.

Basado en esto, comencé a entender el porqué estamos tan desorientados en muchos aspectos de la vida.

Minga en la libélula

Soy vecino del humedal Santa María del Lago y vivo en una urbanización de  más o menos 30 años de construida. En esa apoca el humedal fue invadido, rellenado y luego se construyó esta urbanización de edificios de 5 pisos, en la cual vivimos aproximadamente 700 personas.

La mayoría de mis vecinos no tiene idea de que lo que ven a través de sus ventanas es un ecosistemas importante y valioso. Conozco casos de personas que llevan o llevaban muchos años de vecinos del humedal y nunca entraron al humedal pues no les interesaba.

Afortunadamente en mi caso, desde pequeño he tenido inquietud por lo verde, por lo ambiental y de haber habido alguna guía es probable que hubiera estudiado algo «ambiental» pero, afortunadamente no lo hice, escogí el camino más inverso: la electrónica, lo más artificial y lo más desconectado de la naturaleza, en mi opinión.

Pero también gracias a la vida he estado muy conectado al humedal Santa María del Lago. Ha sido mi vecino y cuando he estado alejado de él, he sentido como si hubiera perdiera algo importante: «Mi humedal» como lo he llamado.

Al regresar a él, entendía que lo más importante que había perdido era su aire puro, su hermoso paisaje, el despertar con el sonido de las aves, las noches escuchando el croar de las ranas, los hermosos atardeceres, ese lujo de ver muchas  estrellas en el cielo, ver crecer los árboles, ver aves asomarme a mi ventana, despertarme por el canto de una mirla … «Esas son cosas invaluables que se deben proteger», pensaba.

Amanecer en el humedal Santa María del Lago

Basado en eso, comencé la travesía de entender qué es eso de los humedales y desde lo poco que sabia, mirar como podía ayudar en algo.

Con muchas experiencias de vida pero muy poco de naturaleza, esto era nuevo para mí. Soy bogotano de padres bogotanos y abuelos llegados a Bogotá desde muy jóvenes, razón por la cual, no he tenido conexión alguna con el campo. Mis viajes no eran al campo sino a sitios de recreo muy citadinos, muy para los cachacos, nada natural. Lo más rural que habré hecho será meterme en un río. Ademas, mi profesión de Ingeniero electrónico, ahondó más en el hecho de ser un ser humano muy alejado de la tierra, muy desconectado de ella.

Y así, poco a poco, adentrándome en los humedales, caminándolos, tomando cursos prácticos  que me orientaron más en el tema y donde conocí los humedales bogotanos, fue que llegue tímidamente a los humedales y a actuar en su conocimiento y protección. Recuerdo la respuesta de muchos lideres ambientales cuando les preguntaba: «Pero yo no he estudiado nada ambiental, ¿que puedo hacer?».  La respuesta era invariable: «Lo ambiental es de todos, no es de la academia. Si no se estudió algo ambiental pues no importa, lo importante es la intención de ayudar, como nosotros lo hicimos».

Y siguiendo este sabio concejo, se ha podido colaborar en este camino, gracias a tanta gente que nos ha apoyado e impulsado a seguir en el objetivo principal de nuestro grupo, Humedales Bogotá: La divulgación, protección y conservación de nuestros humedales Bogotanos.

Tijereta en el humedal Santa María del Lago

Reflexionando sobre estas experiencias he concluido que si un bogotano como yo, desconectado de la tierra, sin estudios ambientales y que a a esta edad aprendió que de una papa vieja y con raíces puede nacer otra papa, pues creo que cualquiera puede ayudar en estos ecosistemas, cualquiera con intención y ganas.

Preguntémonos: ¿Que puedo hacer o que estoy haciendo?, ¿en que puedo o en que podemos ayudar en la defensa y cuidado de estos ecosistemas?, ¿como volver a conectarnos con nuestra parte natural?.

Si usted sabe o le gustan los cultivos, las plantaciones de arboles, la historia natural Bogotana, si tiene fotos de ecosistemas, si le gusta o sabe de aves, de arboles y sus usos, si le interesa lo ancestral, si sabe de redes sociales, de ultimas tecnologías verdes, si tiene estudios ambientales, etc, etc, ¡Nuestros ecosistemas lo necesitan ya!. Bueno….¿y si no se nada?, ¡También lo necesitan!, se lo digo por experiencia propia.

Busquemos nuestro camino y lograremos el objetivo de ayudar en la conservación de nuestro hábitat, de nuestros cerros, de nuestras quebradas, de nuestros ríos y de nuestros humedales.

Como hijos de una madre bondadosa, brindémosle  amor, respeto y protección. ¡Cuidemos Nuestra Madre Tierra!.

Año: 1984

Autor: Daniel Bernal, [email protected], twitter: @danielbernalb

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