Hablando China

Publicado el linahuang

Un mundo sin celos

En el universo de los naxi no hay padres ni esposos. Una curiosa sociedad matriarcal, donde parece  haber igualdad en las relaciones amorosas.

Una etnia china que me llama la atención es la Na, también llamada Naxi o Nakhi.  La primera vez que encontré mención de ellos fue en el libro del traductor peruano Guillermo Dañino en «Desde China, un país fascinante y misterioso» (1990), donde habla de esta sociedad matriarcal en la que las mujeres se dedican por igual a trabajos de agricultura y los hombres son músicos. Habitan  las laderas de los Himalayas,  en el noroeste de Yunnan y en el sureste de Sichuan. Muchos antiguos viajeros describen sus costumbres con asombro y otros con un espíritu moralista; a veces con la visión de un occidental católico que entra en una sociedad para él promiscua. Marco Polo los describe como una sociedad en la que el esposo permite que su mujer tenga relaciones sexuales con extranjeros, ya que  esto traerá las bendiciones de los dioses. Sin embargo, probablemente quien dejaba entrar a los extranjeros no era el esposo de aquella mujer, sino su hermano.

En el libro A society without fathers or husbands ( Una sociedad sin padres ni esposos), editado por Zonebooks,  Cai Hua describe de forma más detallada las costumbres culturales, religiosas y políticas de los Na. Una de las  características que más extraña a occidentales y chinos Han es que no existe el matrimonio ni el concepto de paternidad; no hay una palabra para denominar al padre en el idioma de los Na; y por tanto la sangre y la línea hereditaria se transmite a través de la madre. Los naxi son Dabha (una religión de culto a los ancestros) o budistas. Los hermanos menores de cada linaje generalmente se vuelven monjes budistas.   Entre los naxi no hay un concepto de virginidad como ideal y la mujer nunca va a ser menospreciada por haber estado con varios hombres; antes, va a ser respetada.

Es normal en esta sociedad que  mujeres y  hombres tengan muchas parejas sexuales durante su vida y rompan relaciones con estas libremente. No existe, o por lo menos hay pocos casos, el concepto de celos ni de posesión del otro, y tanto el hombre como la mujer pueden demostrar abiertamente su deseo de estar con una persona del sexo opuesto, y así también,  rechazarlo. Sin embargo, es el hombre quien visita a la mujer en su lecho y no al revés.

Los hombres no se preocupan por tener hijos aunque sí de que sus hermanas los tengan. Un hogar, entonces, se encuentra conformado por hermano y hermana del mismo linaje materno. El hermano actúa como un papá para sus sobrinos y se encarga de los asuntos sociales, mientras que la hermana administra todos los asuntos del hogar.

Los amantes o compañeros ( açia) se dan regalos entre sí aunque estos no deben ser demasiado costosos;  tampoco se debe entregar demasiado dinero, ya que se considera el sexo como una forma de intercambio espiritual y de placer  y no un valor económico con el que se deba comerciar. Los naxi viven siempre en su propia casa (la de su linaje materno) y se dan pocos casos en los que se van a vivir con su pareja. Estos suceden cuando en un hogar, por ejemplo, hay escasez de mujeres y no han podido adoptar una. La mujer se va a vivir a esa familia, y de esta forma,  el linaje no se extinguirá. También, cuando hay escasez de hombres en un hogar y se necesita uno para completar la fuerza de trabajo.A veces se dan casos en los que se otorga cierta preferencia a un amante sobre otros, sin que eso quiera decir pertenencia exclusiva.

Esta es solo una parte de la fascinante investigación de Cai Hua, quien, como chino Han, penetra en esta cultura e intenta entenderla. Un pequeño mundo dentro de tantos que conforman China, compuesta por 56 grupos étnicos reconocidos.

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