En “Filosofía y coyuntura” presentamos este texto de la filósofa colombiana Emilse Galvis. Ella es Doctora en Filosofía de la Universidad de Los Andes. Es especialista en la obra de Simone Weil y sobre ella ha publicado recientemente el libro titulado “Simone Weil. Escritura de la gracia, atención y materialidad” (2023). Actualmente es becaria posdoctoral en la Universidad de Buenos Aires (UBA) con un el proyecto titulado Escritura, memoria y producción de sentido en el Informe Final de la Comisión de la verdad: una lectura desde Simone Weil y Walter Benjamin. Ha sido investigadora visitante en las universidades Paris 7 Diderot y Universidad de Barcelona. Sus áreas de trabajo son el pensamiento de Simone Weil, espiritualidad, filosofía política y el diálogo entre literatura, estética, memoria y política.

Una filosofía de la atención

Atención es una de las categorías centrales en la filosofía de Simone Weil y es a la vez, junto con el amor, quizás la que resulta más pertinente para pensar una dimensión espiritual, ética y política de su pensamiento hoy. El periodo presente, afirmaba Weil en 1934, es de esos “en los que todo lo que parece suponer una razón para vivir se evapora y, si no queremos caer en el desasosiego o la inconciencia, debemos cuestionarlo todo.”[i]

Simone Weil (París, 3 de febrero de 1909-Ashford, 24 de agosto de 1943) fue una filósofa, mística y activista política de la primera mitad del siglo XX. Su pensamiento, siempre crítico y profundo, arroja destellos de una auténtica lucidez sobre el presente y nos invita a pensar en las condiciones materiales de la guerra, la desgracia y la opresión. Con el propósito de señalar algunos elementos que nos permitan pensar en una filosofía de la atención recogeremos en este texto algunas ideas expuestas en el libro Simone Weil. Escritura de la gracia, atención y materialidad (2023).[ii]

En primer lugar, atención, más que una categoría meramente conceptual o una forma de concentración interior, es una actitud, es una manera de habitar el mundo, es una práctica, no es solamente una idea; no es una teoría, un discurso, o un concepto. Toda atención, en un sentido profundo y real, implica una actitud, una mirada y una práctica  cotidiana.

La palabra attente significa literalmente estar a la espera. En este sentido, toda atención implica una actitud o una cierta disposición ética que significa estar a la espera de un encuentro, de un gesto, de un aprendizaje, de un contenido, estar a la espera del rostro y la presencia de otro(s), de su sufrimiento, de sus condiciones, de su mirada.

Cuando escuchamos con atención, en una conversación cotidiana, recibimos y acogemos aquello que escuchamos, lo albergamos y lo hacemos parte de nuestro mundo, lo cobijamos, lo abrigamos, de lo contrario, tal vez podemos oír pero no escuchar atentamente. Para Weil “Escuchar a alguien es ponerse en su lugar mientras habla. Es una atención intensa, pura, desinteresada, gratuita, generosa. Esa intención es amor,”[iii] como cuando escuchamos un secreto y lo guardamos con cariño.

Sucede lo mismo con la lectura, la escritura o la contemplación. No es lo mismo leer que leer atentamente, o no es lo mismo escribir que escribir atentamente; la atención le otorga a estas experiencias una apertura, una profundidad, un despejarse del pensamiento que se vacía a sí mismo de toda distracción y se dispone a recibir aquello que ve, que lee, que escucha, que siente. En este sentido, atención es una forma de alteridad, pero a la vez  es un ejercicio espiritual de escucha, de recibimiento, de hospitalidad.

La atención, en segundo lugar, es también una actitud porque nos disponemos hacia aquello que recibimos, lo escuchamos, lo vemos con claridad. La atención es así una forma de contemplación en la que disponemos nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra mirada para acceder a lo real. Justamente una de las reflexiones más lúcidas de Simone Weil, en su experiencia de algunos meses como obrera en las fábricas de Alsthom y Renault en los años 1934 y 1935 en Francia, consiste en advertir que aquello que es característico del trabajo industrial y de las condiciones de opresión en el modo de producción capitalista, es la anulación y destrucción de la facultad de atención. La opresión es una organización social del trabajo que le impide a las personas experimentar de manera completa su presencia en el mundo mediante el ejercicio de todas sus facultades, entre ellas la facultad de atención.

En una carta escrita en Enero de 1935 en medio de su experiencia de vida en la fábrica, Simone Weil le escribe a su amiga Albertine Thévenon: “He aprendido bastante sobre la organización de una empresa. Es algo inhumano: una tarea en serie, a destajo, es una organización puramente burocrática de las relaciones entre los diversos elementos de la empresa, de las diferentes operaciones de trabajo. La atención, privada de los objetos dignos de ella, se ve obligada a concentrarse segundo a segundo sobre un problema mezquino, siempre el mismo”[iv]. Así pues, la atención, que es la facultad del encuentro, del amor y del recibimiento, se ve obligada a dirigirse solamente a la producción en serie y a destajo.

Hasta allí podría documentarse el análisis de Simone Weil sobre la atención en la fábrica. Sin embargo, la escritora advierte algo más. En otra carta escrita nuevamente a su amiga Albertine Thévenon en Diciembre de 1935, escribe: “Imagíname delante de un gran horno que escupe afuera llamas y soplos encendidos que recibo en plena cara. Me pongo delante para meter unas treinta bobinas grandes de cobre, estas bobinas son para los tranvías y los metros (…) Delante de mí, sentado, un soldador con lentes azules y mirada grave trabaja minuciosamente; cada vez que el dolor contrae mi cara, me dedica una sonrisa triste, llena de simpatía fraterna, que me hace un bien indecible[v]

Esta mirada entre el soldador y Simone Weil, este umbral, este encuentro, este gesto de intercambio, en medio de las condiciones de opresión, es una forma de atención creadora. Este gesto despliega un umbral, una apertura, significa contemplar lo no contemplable [contempler ce qui n’est pas envisagé].[vi] Atención significa allí recibir el gesto del soldador como un acto de generosidad y de solidaridad, como un bien indecible; recibirlo aun cuando todo en la fábrica esté dispuesto para dirigir la atención a la producción, aun cuando los medios de producción no nos pertenezcan y aun cuando las condiciones del trabajo y las formas de opresión nos impidan precisamente el despliegue del ejercicio de la atención.  

La atención, como aquella que experimentó Simone Weil en medio de las condiciones de un trabajo unilateral, opresivo y avasallador, significa tener una disposición ética y espiritual para recibir y acoger la bondad y el amor de ese otro que vive y que sufre junto a mí. Es una apertura a lo real y un llamado a reconocer los rostros cansados, las manos agrietadas, las miradas de tristeza y desamparo con las que nos cruzamos en la calle o en el transporte público. Estar a la espera de su aparición, de su mirada. Estar a la espera, paradójicamente, de lo inesperado, de lo inimaginable.

Finalmente, la atención es un vaciamiento y una ofrenda. Nos disponemos a ese encuentro con aquello que observamos, leemos, contemplamos y escuchamos: la lejanía de una montaña, la lectura de un poema, el sonido del río, la caída de una hoja, o en mi caso, una conversación con mi pequeña Gabriela. Atención significa contemplar lo real, significa ver con claridad, significa escuchar y abrazar en un acto de recibimiento y acogida. No habría para Weil una manera más hermosa y real de albergar el mundo.


[i] Weil, S. 2014. Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social. Buenos Aires. Ediciones Godot. 3.

[ii] Galvis, E. 2023. Simone Weil. Escritura de la Gracia, atención y materialidad. Bogotá. Ediciones Uniandes.

[iii] Simone Weil. 2023. El amor. Madrid. Hermida Editores.

[iv]  Weil, S. 2010. La Condición obrera. Buenos Aires.  El cuenco de plata. 46.

[v]  Ibid. 51.

[vi] Galvis, E. 2023. Simone Weil. Escritura de la Gracia, atención y materialidad. Bogotá. Ediciones Uniandes. 66

Avatar de Damian Pachon Soto

Comparte tu opinión

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 EstrellasLoading…


Todos los Blogueros

Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.