Profesora Diana Melisa, Muchas gracias por aceptar esta entrevista para este espacio de El Espectador.

¿Qué significó para usted su elección como presidenta de la “Sociedad Colombiana de Filosofía” en 2021, que la erigió como primera mujer al frente de esta asociación académica?

Esta elección la denomina de un modo magistral mi querido amigo Leonardo Tovar, fue una especie de batalla como las que libraba el Mío Cid. Si recuerdan, él ganaba batallas sin estar en el campo, en mi caso gané una batalla antes de entrar a este. Esta anécdota tiene una explicación: para noviembre de 2021 todavía no era miembro de la Sociedad Colombiana de Filosofía, pero venía trabajando muchos años atrás de la mano con los colegas de la Comisión Educativa de la SCF y participando en muchos eventos organizados por ella. No me animaba a presentarme, pero ese año lo hice y justo en el momento en que se estaba aceptando mi vinculación, en simultánea se dio la elección de la nueva junta y varios colegas me solicitaron postularme como predisenta. Esto, considerando la trayectoria que me acompañaba y también teniendo a la vista la importancia de contar con una participación más amplia de las mujeres en esta institución. Mi elección la he asumido como un gesto deferente de mis colegas que atesoro, un voto de confianza y de cariño que me convirtió no solo en la primera mujer frente a esta asociación académica, sino también en la primera presidenta fuera de Bogotá. Eso va a marcar el horizonte de la gestión colegiada que le propuse a la junta que me ha acompañado durante tres años, enfocada en la reactivación de los capítulos regionales y en el diseño e impulso de una estrategia que fortaleciera los vínculos internacionales, nacionales y regionales de la Sociedad Colombiana de Filosofía.

Para las personas que no están familiarizadas con ello, ¿qué es la Sociedad Colombiana de Filosofía? Brevemente, ¿cuál es su historia? ¿Quiénes la integran? ¿Cuál es su papel en la educación?

La Sociedad Colombiana de Filosofía es una entidad sin ánimo de lucro que inició sus actividades en la década del 70 del siglo pasado. Su objetivo es convocar a las y los académicos, investigadores y profesionales colombianos cuyo trabajo se enfoque en el cultivo, divulgación y enseñanza de la filosofía para consolidar proyectos, tareas e intercambios colectivos que fomenten y propicien el crecimiento de la disciplina filosófica. La estrategia para ello, además de la organización cada dos años del Congreso Colombiano de Filosofía, ha sido fortalecer los lazos con otras agremiaciones semejantes a la nuestra, por ello participamos en la Red Iberoamericana de Filosofía y también consolidar el trabajo por capítulos regionales, estos últimos tienen actualmente presencia activa en Medellín, Armenia, Bucaramanga, Barranquilla y Bogotá, pero con la expectativa de abrir nuevos capítulos en otras ciudades o regiones del país. Con el fin de materializar esta diversidad, la Junta Directiva actual cuenta con 4 vocales que proceden de algunas de estas ciudades y, tal como mencioné, me encuentro fuera de Bogotá, exactamente en la ciudad de Medellín.

En la junta nos encargamos de animar la discusión filosófica por todo el territorio colombiano así como de hacer visible a nivel nacional e internacional todas nuestras iniciativas, para ello hemos acudido a estrategias diversas que relaciono brevemente: organización de agendas en programas radiales, grabación de videos, realización de entrevistas,  redacción de documentos en los que se destacaba la importancia del cultivo de la filosofía y las humanidades,  lanzamiento de libros, realización de conversatorios, foros, debates, ponencias o conferencias en eventos regionales, nacionales e internacionales, entre otros. 

En cuanto a temas educativos, se mantiene una interlocución constante con las universidades que cuenten con programas en el campo filosófico; primero, con el fin de apoyar la revisión de los cambios normativos en educación superior; segundo,  convocar a jornadas en las que se revise el impacto de estos cambios y, tercero,  derivar de allí elementos que permitan participar en las mesas del DANE para la clasificación de la Filosofía en este nivel educativo, marcanado las oportunidades laborales de los futuros egresados y egresadas de estas instituciones. Hace poco más de 9 años la SCF cuenta con una comisión educativa que ha venido tejiendo vínculos con la educación básica y media, así como con otras formas no escolares de la enseñanza de la filosofía. De esta Comisión se han generado iniciativas como el impulso del Observatorio en Enseñanza de la Filosofía en Colombia; la participación en la organización de dos versiones de Olimpiadas Colombianas de Filosofía en los que profesores y estudiantes de grados 10 y 11 se han dado cita con apoyo de la Red Colombianas de Programas de Filosofía en el Quindío, Atlántico y Antioquia; la promulgación de un documento en 2024 en el que se presentó al público un proyecto de educación filosófica que creemos necesita el país;  el despliegue de todo el trabajo político en torno a la formulación de una Ley Estatutaria de Educación que condujo a la construcción de varios documentos, algunos para la firma de quienes nos apoyaban en la exigencia de un derecho a la filosofía y las humanidades en nuestro país, así como los correspondientes al articulado que postulábamos para la inclusión en la normativa en cuestión; finalmente, nos estamos sumando a iniciativas editoriales para impulsar la divulgación filosófica con jóvenes en los niveles de educación básica y media. En síntesis, estamos profundamente comprometidos con la educación en el país, puntualmente con el fortalecimiento de la educación filosófica en Colombia.

A propósito de esto, la Sociedad Colombiana de Filosofía (SCF) ha promovido que dentro de la Ley Estatutaria en Educación se incluya un artículo que reconozca el “derecho a la filosofía” dentro de todos los niveles y modalidades del sistema educativo colombiano. Frente a la opinión de que la filosofía es una especulación inútil que sólo interesa a algunos desocupados, ¿por qué considera usted que se debe garantizar este “derecho a la filosofía” a toda la población?

Haciendo eco de la petición que circuló en Change.org titulada Derecho a la Filosofía en la Ley Estatutaria Colombiana, pues se trata de una voz colectiva, considero que se debe garantizar el derecho a la formación en filosofía resaltando su sentido como disciplina que ha generado otros saberes y que se ha ido especializando  y el papel que ha cumplido en los procesos históricos, sociales y culturales, al dedicarse muchos filósofos y filósofas a atender problemas en cada época y contexto teniendo, en algunos casos, una alta injerencia política en la toma de decisiones. Si bien pueden existir muchas discusiones en torno a lo que se entiende por filosofía, algo que no era objeto de la ley, en lo que estábamos de acuerdo todos los proponentes del cambio es que producto de nuestra relación con el saber filosófico teníamos una mayor amplitud de miras para tratar con diferentes situaciones, problemas o preguntas, a sabiendas que hemos optado por campos especializados de este saber; no obstante, en general, el cultivo de la filosofía nos ha permitido argumentar de manera amplia sobre un tema, considerar las variaciones o posibilidades de algún tópico aunque ello implique poner en tensión las alternativas existentes y, finalmente, comprender que siempre es posible polemizar en torno a una idea. Lo que queremos es que los niños, niñas, jóvenes y ciudadanos en general tengan esa misma posibilidad de indagar o disentir, de creer en otras opciones posibles para los problemas y la existencia misma.

A pocos días de terminar su gestión, ¿cuál es su balance de su actividad al frente de la SCF?

Los balances son momentos de recapitulación, los asumo como una forma de ajustar los sueños. Considero que la Sociedad Colombiana de Filosofía es un equipo, es decir, no se trata solo de una gestión individual, sino de una apuesta y un compromiso colectivo. La gestión de estos 3 años estuvo orientada por un trabajo en tres niveles de relación: internacional, nacional y regional. Planteamos como junta directiva una serie de acciones que condujeron, en primer lugar, a un fortalecimiento del vínculo con otras asociaciones o  grupos análogos, participando en el trabajo con la Red Iberoamericana de Filosofía y las discusiones llevadas a cabo en Portugal, así como la proyección de nuestra participación en el congreso de esta  red en  2024. Sumado a ello, hemos insistido en mantener un intercambio fluido con investigadoras e investigadores internacionales con quienes se ha sostenido un trabajo permanente, no solo a propósito del VIII y IX Congreso, sino también para garantizar la participación en otros formatos de divulgación y discusión filosófica.

En segundo lugar, a nivel nacional, se ha impulsado la consolidación de un Observatorio Colombiano en Enseñanza de la Filosofía, la realización de dos versiones de las Olimpiadas Colombianas de Filosofía y estamos avanzando en un convenio con la Universidad del Norte con el fin de realizar un diagnóstico a nivel de Colombia para la caracterización la enseñanza de la filosofía. También estamos trabajando de la mano con propuestas editoriales que buscan penetrar en todas las regiones a través de materiales de divulgación filosófica.

En tercer lugar, en el plano regional, tenemos una amplia organización de actividades a lo largo del año que involucran a nuestros vocales de la junta así como los equipos de trabajo de las universidades o redes de investigación con las que tienen vínculo. Por ejemplo, organizamos una agenda semestral en la que incluimos:  el lanzamiento de libros y conversatorios, tratando de instalar en la memoria del público una frecuencia y presencia de la Sociedad Colombiana de Filosofía, también hacemos algo análogo con el programa radial El Puente de la Universidad Minuto de Dios y con eventos relacionados con hitos de nuestro campo. Durante el año de realización del congreso empleamos estos espacios y otras estrategias para generar la expectativa en torno al tema que nos convoque. Finalmente, hemos venido perfilando una agenda de discusión de la política educativa en el país y de discusiones de índole didáctica y formativa. Esperamos dejar a la siguiente junta una especie de legado: ocuparnos en los siguientes dos años de avanzar en la discusión sobre la educación filosófica en educación superior, los retos, posibilidades y tensiones que se enfrentan en este nivel.

Para cerrar, reitero que es un sueño, uno de mucho trabajo y compromiso, pero que nos permite proyectar una comunidad filosófica trabajando unida en defensa de las humanidades.

Además de ser presidente de la SCF, durante estos años usted ha sido la directora del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, una de las escuelas filosóficas más prestigiosas del país. A partir de su experiencia como educadora y directiva, ¿cuál es su visión sobre el estado de la filosofía en Colombia, y en particular sobre el papel de las mujeres en este campo?

Considero que en muchas instituciones de educación superior de carácter privado se han afectado considerablemente las matrículas en los pregrados en humanidades, especialmente en Filosofía. Ya en 2015, luego de las reformas emitidas por el Ministerio de Educación Nacional respecto a los programas de Licenciatura, se había sufrido un revés, especialmente para este tipo de instituciones y más si tienen un carácter confesional, puesto que la práctica profesional con un número de créditos más alto no resulta del interés para quienes estén interesados en una opción religiosa; también institucionalmente supone mayores costos de inversión en los programas cuyo retorno no era equiparable, esto lo pudimos evidenciar en un encuentro de programas de Filosofía y Licenciatura en Filosofía realizado en la Universidad de Antioquia en Medellín en mayo de 2017. No obstante, en las instituciones de educación superior de carácter público hay una esfuerzo amplio en las unidades encargadas de la formación humanística por preservar la oferta de programas en el campo filosófico a nivel de pregrado y posgrado. Así como el desarrollo de propuestas de formación en estos campos de carácter general. Lo anterior me permite afirmar que se constituyen entonces en fuertes escenarios de defensa de nuestro saber pues, aunque tengamos planes de desarrollo distintos, apelamos a una visión general y crítica de la formación que demanda la presencia de las humanidades en todas las profesiones.

En educación básica y media hay una situación ambigua, no encuentro otro término para nombrar este fenómeno. Tenemos antecedentes en los estudios realizados por el ICFES en 2007 sobre la enseñanza de la filosofía en la educación precedente, así como el Documento 14 del MEN en 2010 que muestran, por un lado, la fragmentariedad en su enseñanza; mientras que por otro, se rescata la necesidad de la filosofía en la educación de niños, niñas y jóvenes si queremos impulsar una educación para la deliberación y el diálogo crítico en el marco de una concepción de sociedades democráticas, así como para el fortalecimiento de la creatividad. Sin embargo, solo tres años después, en 2013 ve la luz el documento de alineación para las Pruebas Saber 11 emitido por el ICFES en el cual la prueba del área de Filosofía se fusiona con el área de Lenguaje. Quizá hay interpretaciones de esta acción que la catalogan como una ampliación del radio de alcance de la formación filosófica y su ponderación en las pruebas estandarizadas, esto considerando que se vincula explícitamente la filosofía con la competencia en lectura crítica. También hay otras que la entienden como una invisiblización, destrucción o desaparición de la especificidad de la filosofía, a pesar de aceptarse la ausencia de unidad en su enseñanza. No pretendo que elijamos una u otra postura, lo que rescato es que justo esta tensión ha producido múltiples debates, foros, encuentros, publicaciones y espacios de revisión que avivan la pregunta por el sentido de nuestro saber en este nivel de educación.

Sumado a lo dicho, creo que hay una reconfiguración del trabajo con la filosofía. Observo la existencia cada vez de un mayor número de espacios en el país en el que se despliegan las denominadas prácticas filosóficas, por ejemplo hay una apropiación amplia del programa Filosofía para Niños, una mayor presencia de Talleres filosóficos, cafés filosóficos y espacios para la consultoría filosófica; también un aumento de blogs, canales de youtube y otros formatos en los que se expone la intersección entre cine y filosofía, literatura y filosofía, comic y filosofía. Creo que hemos comprendido el poder que tiene asumir los espacios educativos como grandes laboratorios de formación en filosofía.

En cuanto a la pregunta por el papel de las mujeres en este campo, he insistido que me interesa contar con lectores de mis ideas porque estas les parezcan interesantes y no porque sientan que con ello se está saldando alguna deuda conmigo al ser mujer. Comprendo plenamente las dificultades históricas por las que hemos tenido que atravesar para tener acceso a muchos espacios y legados de la cultura, intento honrar a las mujeres que me precedieron y que lucharon por el acceso a múltiples derechos con el trabajo disciplinado y el esfuerzo por impulsar experiencias educativas en filosofía para todas las personas, de manera tal que puedan acceder a mejores recursos y oportunidades tanto académicas como profesionales. A nivel de Colombia conozco las propuestas de muchas autoras como Ángela Calvo, Laura Quintana, Emilse Galvis, Diana Acevedo, Marieta Quintero, entre otras. Pero he llegado a ellas por las preguntas que me he formulado en torno a la educación, la política y la enseñanza de la filosofía. Me han parecido potentes sus ideas en alguno de estos campos y creo fervientemente en que cualquier persona debería contar con la oportunidad de introducir ideas o tensiones en el campo filosófico.

Y, por último, con el auspicio de la SCF entre el 18 y el 21 de septiembre de 2024 se llevará a cabo en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja el IX Congreso Colombiano de Filosofía, ¿cuál es la temática del congreso y por qué es importante asistir al mismo?

La temática de este año es orígenes, herencia y proyecciones de la crítica. Este tema fue pensado teniendo en cuenta la coincidencia de varios hechos vitales para quienes nos dedicamos a la filosofía, a saber: los 300 años del natalicio de Inmanuel Kant, los 40 años de la muerte de Michel Foucault y los ecos de las celebraciones llevadas a cabo durante 2023 sobre los 100 años de la Escuela de Frankfurt. Si bien son conmemoraciones en torno a autores o movimientos filosóficos, ponen de cara nuevamente la pregunta por el sentido que tiene pensar la crítica en el presente.

Consideramos crucial que asistan a nuestro congreso porque a lo largo de la historia de la filosofía, la crítica misma ha sido tanto un rasgo de nuestro saber y del quehacer asociado a este, como una ruta de trabajo. Para algunos filósofos y filósofas la filosofía debe ser crítica o no sería tal, con ello se le encarga la responsabilidad de revisar las condiciones de cada época, de modo tal que se descubran las formas totalitarias que las atraviesan con el fin, ojalá, de apuntar a su supresión. Para otros y otras la crítica se ha concentrado en el reconocimiento de los límites de nuestro saber y de nuestra acción, esto con el fin de dar cuenta sobre la naturaleza del primero y los parámetros de la segunda. También hay investigadores e investigadoras que optan por perspectivas genealógicas con las que exponen los modos de existencia y los sentidos de tópicos como  el sujeto, el saber, el gobierno o la verdad. Se trata pues de un escenario de discusión amplio el que nos convoca, esperamos que sea la oportunidad para revisar el potencial crítico del saber filosófico, así como los caminos que se abren en torno a una visión edificante de esta. 

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