Filosofía de a pie

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Tyrion Lannister y la justicia en King’s Landing

SPOILER ALERT!
Si usted no ha visto los últimos capítulos de la última temporada absténgase de leer.

©2014 HBO Internacional
©2014 HBO Internacional

Cualquier seguidor de Game of Thrones, la exitosa serie trasmitida por HBO, sabe que Westeros es todo menos un lugar justo. Y no lo digo sólo por las innumerables veces en las que nos hemos sentido realmente indignados por la muerte de algún personaje – esto puede deberse exclusivamente a la mente sádica de George R. R. Martin, como muchas veces hemos estado tentados a pensar en medio de nuestras depresiones post mortem – sino porque pocos eventos en la serie han sucedido como esperamos. Tal vez sin darnos cuenta, esperamos que exista justicia, ya sea respecto de los giros narrativos que da un escritor que sin duda disfruta con el sufrimiento ajeno, o en los eventos del mundo real. Pero, ¿sabemos qué significa esto?

Esta columna se centra en analizar exclusivamente el caso que tiene conmovido a los 17.8 millones de espectadores de la serie, sin contar a quienes la ven a través de internet y a los lectores de los libros: el juicio de Tyrion Lannister (“The laws of gods and men”). Recordemos. Tyrion es acusado de asesinar a su sobrino Joffrey y, tras una pequeña reunión del Consejo del Rey, es llevado ante al trono para enfrentar a un jurado compuesto por su padre Tywin, Oberyn Martell, “The Red Viper” y Mace Tyrell, padre de la viuda. Tras un burlesco desfile de testigos, quienes testifican en contra del acusado,motivados por resentimientos y las cuerdas de Cersei, madre de Joffrey, todo parece ir en contra de Tyrion. En el receso, su hermano Jaime intercede por él ante su padre y ante la sola idea de perder la continuidad de su apellido, este accede perdonar a Tyrion a cambio de que éste pase el resto de su vida en la “Night’s watch” del Muro y de que Jaime renuncie a sus votos de la Guardia Real y le dé un heredero a la Casa Lannister. Lo único que debe hacer Tyrion es permanecer callado cuando se le acuse.

Todo parece ir bien y Tyrion parece dispuesto a aceptar el trato, hasta que el último testigo es llamado al estrado. Se trata de Shae, la única mujer que Tyrion ha amado y que motivada por el resentimiento, testifica en su contra de forma humillante produciendo la risa de todos los presentes. El escuchar sus palabras es suficiente para Tyrion. En una de las escenas más poderosas de la televisión de los últimos años, Peter Dinklage, recrea también uno de los monólogos más emotivos e impactantes de la serie:

“Deseo confesar. Yo los salvé. Yo salvé a esta ciudad y todas sus miserables vidas. Debí dejar que Stannis los matara a todos. Si, padre, soy culpable. ¿Eso era lo que querías escuchar? Soy culpable de un crimen más monstruoso aún. Soy culpable de ser un enano. Se me ha juzgado por ello toda mi vida. Yo no lo hice. Yo no maté a Joffrey, pero desearía haberlo hecho. Ver morir a tu despiadado bastardo me dio más alivio que mil p*tas en la cama. Desearía ser el monstruo que ustedes creen que soy. Me gustaría tener veneno suficiente para todos ustedes. Gustosamente daría mi vida para ver como todos se lo tragan. No daré mi vida por el asesino de Joffrey y sé que aquí no conseguiré justicia. Así que dejaré que los dioses decidan mi destino. Exijo un juicio por combate”.

https://www.youtube.com/watch?v=Fz6Wbu-kNtI

Tyrion sabe que la justicia en King’s Landing está mediada por los caprichos del regente de turno. Quien se sienta en el Trono de Hierro es quien determina las leyes y aplica los castigos, sea este un vicioso, un psicópata o un niño de nueve años. Sin embargo, el Rey de los Siete Reinos debe apoyarse en una serie de justificaciones “jurídicas” para regir y mantener cierto orden en su corte y en su reino, aunque aquí podríamos excluir a Joffrey y con ello entender por qué tantos nos parecían sospechosos de su asesinato. ¿Qué criterios usan los reyes de King’s Landing –y si se quiere, de Weteros- para entender y aplicar la justicia? ¿Cuál es el criterio que tienen los jueces para juzgar a Tyrion?

Cuando hablamos de justicia, se nos pueden ocurrir muchos nombres de filósofos que han escrito y escudriñado sobre el tema. Uno de los más populares en los últimos años en John Rawls quien, inscrito en la tradición liberal, entiende la justicia en términos de equidad. En pocas palabras Rawls considera que un buen modelo para llevar a cabo elecciones justas debe partir de la imparcialidad y pasar por dos principios: el de la libertad y el de la diferencia. Esto implica que “cada persona debe tener un derecho igual al esquema más extenso de libertades básicas iguales, compatible con un esquema similar de libertades para otros” (Rawls, 2006, p. 43) y al mismo tiempo, las sociedades deben lograr que las políticas públicas“resulten en el mayor beneficio de los miembros menos aventajados de la sociedad” (p. 303). En un mundo como el de Weteros basado en la Europa medieval, con sistemas monárquicos familiares y sistemas feudales de ciudades-Estado, es muy difícil conciliar una teoría rawlsiana de justicia. Allí lo que menos encontramos son nociones extendidas de libertad o equidad.

Pensemos entonces en otro filósofo que tenga una teoría de la justicia menos contemporánea. Tal vez la noción de justicia aristótelica pueda acercarse más al mundo de Westeros y King’s Landing. Aristóteles considera que las acciones y las elecciones justas se basan en un criterio de proporcionalidad, esto es, como comúnmente se dice, “dar a cada uno lo que le corresponde”. Lo que le corresponde a cada quien se determina, según Aristóteles, por su contribución a la ciudad (le corresponde más a un soldado que a un comerciante), sus necesidades (le corresponde más a quien ha perdido su casa a causa de una invasión a quien no la ha perdido) y a sus méritos personales (le corresponde más a un atleta que a un vago). (É.N, V, 1131a3) Estos principios tampoco se aplican en Westeros. Hemos visto sufrir castigos y torturas a quienes tienen más méritos personales (Ned Stark es un ejemplo) y recibir honores desproporcionados a quienes no hacen contribuciones de ningún tipo (Joffrey, de nuevo, es un buen ejemplo). Daenerys parece ser la única quien intenta aplicar un criterio más o menos proporcional de justicia. Intenta liberar a los esclavos, castigar a los amos crueles y devolverle los bienes a quienes los han perdido a causa de Drogon, aunque la hemos visto enfrentarse a importantes dilemas en su aplicación, dilemas que por cierto, también reconoce Aristóteles. Pero en King’s Landing Daenerys no es regente y los principios de una justicia proporcional no son aplicados en el caso del juicio de Tyrion.

Acercándonos a la filosofía escolástica, tal vez encontremos una teoría de justicia que explique mejor los criterios que tienen los reyes y ciudadanos de King’s Landing para entender y aplicar la justicia. Santo Tomás de Aquino recoge muchos elementos del concepto de justicia aristotélica y le añade un elemento importante: el derecho natural. Para Santo Tomás, el criterio máximo para saber si una acción o ley es justa es que estas se basen en principios universales otorgados por Dios y que están inscritos en el corazón de todo ser humano (S.T, I-II. 94) Esto implica, entre otras cosas, que los derechos de cada uno están determinados por la posición que Dios le ha dado en la tierra, lo que permite unas estructuras sociales fijas y acordes a la moral cristiana, pero a pesar de ello, el sufrimiento es recompensado pues es Dios quien se instaura como juez supremo que aplica “una verdadera justicia” en el Reino de los Cielos. Pues bien, en Westeros parece ser que muchos dioses han intercedido en las vidas humanas, a veces permitiéndoles dar explicaciones a las injusticias y a veces, brindándoles algo de esperanza. Tyrion parece reconocer que la justicia humana, al menos aquella que encuentra en King’s Landing, es insuficiente y por eso deja su destino “en manos de los dioses”. Reconoce que su condición de enano, condición por la que “ha sido juzgado toda su vida” es lo que ha determinado el veredicto del jurado- y sin duda lo que ha generado el odio de su hermana-, pero todavía puede apelar a la voluntad de los dioses para que decidan su destino en combate.

©2014 HBO Internacional
©2014 HBO Internacional

Ya sabemos que la justicia de los hombres no sirvió a Tyrion para hacer justicia en la Sala del Trono y también sabemos que los dioses no lo acompañaron en su juicio por combate. En realidad, ninguna teoría de la justicia que mencionamos anteriormente – y tal vez ninguna en realidad- se aplica cabalmente en King’s Landing y en Westeros. Y sin embargo, también sabemos, como tambíen sabe Tyrion, que más allá de las teorías de la justicia, ésta casi siempre se encuentra mediada por el interés, la codicia y las pasiones humanas. Aun cuando en Westeros – o en la tierra- se logren teorías de la justicia aceptables, su aplicación siempre será condicional y falible. Un excelente ejemplo de esto es que Tyrion, a través de una ballesta, termina aplicando un tipo de justicia tan efectivo en este caso particular como problemático en términos generales.

La justicia siempre será un tema problemático a nivel teórico y por lo mismo, exige de su constante cuestionamiento para poder ser aplicado a nivel práctico. En este breve espacio hemos relacionado sólo tres teorías de la justicia que parecen ser insuficientes o equívocas a la hora de responder por cuestiones centrales en el universo fantástico de una serie de televisión. Sin embargo, los filósofos aún no logran responder al problema de la justicia y sus intrincados efectos a nivel jurídico o moral. No sólo el mundo real representa un reto para la filosofía y el pensamiento en general, sino que a veces también una sencilla escena de una serie plantea grandes preguntas que, aunque suene irónico, nos obligan a seguir preguntándonos. Y aunque la justicia parezca tan inalcanzable para Tyrion, para Westeros y para nosotros, es a través de las preguntas que surgen en las millones las páginas de las obras de los filósofos, pero también a través de aquellas que aparecen en la pantalla de televisión en tan sólo minutos, que logramos cerrar cada vez más esta brecha.

Por María Paula Sabogal Serrano

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