La verdad nunca es más placentera que cuando se utiliza la mentira…
Son las 10 de la noche cuando por fin llegas a tu casa. Despeinado y con la ropa arrugada, todo por esa mujer de caderas anchas y vientre abultado que no dejaba de apretujarte en el transporte público habitual. Te asomas al refrigerador sólo para darte cuenta de que el arroz con atún que te sobró del almuerzo no es tan mala idea, eso nunca se desperdicia, si no te lo comes tú, se lo comerá tu gato. Prendes tu laptop para hacer las visitas cotidianas, stalkear a tu ex y tuitear algo original #TeamPocosFollowers. Todo es aburrido y monótono, lo habitual, el mundo real.
Un sonido de notificación llama tu atención, no es el pedido de vidas de tu tía para seguir jugando candy crush. Esta notificación es especial, un mensaje nuevo que viene acompañado de una cara peculiar: Unos ojos marrones que parecen de avellana, cabello rizado y largo, nariz definida y labios que te invitan a un sin fin de interpretaciones, mismas que van acompañadas de un cuerpo como el que muestra su foto en bikini. Es casi como si fuera de ficción. Su nombre es Susana y quiere ser tu amiga por Facebook…
Esta nueva llamada en verdad te cautivó, no sabes bien qué pudo ser, si fué la soledad, el que tu ex te haya superado, o esa maravillosa atracción. Tan grande que no parece de verdad. No sabes bien qué hacer, pero eres consciente de tus opciones.
La primera es clara, no la aceptas y listo. Te ahorras el desengaño y la ilusión. Es algo “demasiado bueno para ser verdad”. Lo piensas, y te preguntas a ti mismo: ¿Qué tanto puedo perder si no es verdad? ¿Qué tan distante puede ser una interacción con una cara desconocida en FaceBook, de una en un bar?, ¿Qué tan distante es ver sus fotos e imaginarme con ella a lo que cotidianamente haces en las noches? No mucho en realidad.
La segunda sería empezar una conversación, tener alguien con quién compartir además de Pelusa, tu gato. Alguien que te pueda contestar, con quien puedas discutir sobre cualquier cosa, con quien te puedas pelear y después te puedas conciliar. Hace tanto que no tienes esa sensación… Te replanteas la sensación en esas cuatro paredes que te rodean. ¡Qué más da!, si no es tu pareja ideal, por lo menos sus fotos te ayudarán, y entonces sea esta ilusión la que te ayude a pasar la noche.
Sin pensarlo más, fue ella la que inició la conversación. Dice que te agregó porque vio tu contacto en amigos que recomienda la página social y no evitó el atrevimiento de invitarte a hablar. Estaba un poco sola y quería renovar su lista de amigos al azar. Le respondiste y la conversación fluyó. No hubo necesidad de copas de más para suavizar, te sentías tan cómodo que no podías parar, era lo que necesitabas para sobrellevar lo que quedaba de la noche.
Entre más hablaban, más conexión sentían, parecía que la posible ficción tomaba forma en tu realidad. Tu trabajo tenía mejor sabor, respetabas más a tu jefe. La señal de que alguien había llegado a tu vida era clara. Tus compañeros alababan la sonrisa que tenías, era como la de las películas, casi de verdad.
Ella se negaba a hacer videollamada, siempre estaba ocupada y sólo tenías las fotos que se mostraban en su página social y una que otra que te había mandado en privado. Eso no te molestaba tanto como el que se citaran una vez y ella no llegara. Todo el tiempo ponía pretexto, y ese jueguito de ir y venir ya te estaba cansando.
Te peleaste por tercera vez al celular, era increíble pero ella ya era parte de tu vida y tú no lo podías negar. Te daba pena admitirlo ya que tus amigos se burlaban de tu idilio en cada oportunidad. Pero no podías evitarlo, por más que quisieras. Susana te tenia ahi, como ella quería, tal como tu ex.
¿Cómo es que te fuiste a meter ahi? Eres feliz con tu relación, eso es cierto. Ella se preocupa por ti, cada mañana te levanta con un: “Buenos días, mi amor”. Y eso es algo que no muchas personas habían hecho por ti. Te encanta que puedes hablar de lo que sea con ella, que es una persona divina, ya no es el hecho de la foto, es de lo que te hace sentir, eso que hace que tus días sean más llevaderos, es ella. Pero también te enoja el que nunca esté disponible para verte. ¿Será que es un hombre? ¿Es gorda? ¿He vivido engañado?
No lo sabes, la verdad es que no tienes idea alguna de lo que es verdad o no en esta relación. Tienes lo que sientes, y lo que sientes es real, puedes sentirlo, puedes vivirlo, a tus tantos años de vida no habías sentido algo tan fuerte. Es casi como un impulso que te hace vivir, que hace que la agonía de tu vida sea menos. Esa manera tan peculiar que tiene esa persona que llego a tu vida, sea verdad, sea mentira, te encanta. Es algo único que no quieres perder. Nunca amaste a nadie como a ella, y ella tampoco, eso lo sabes.
© Warner Bros.
Si la mentira es lo que te ha mantenido con vida ¿Por qué habrías de desecharla? La sociedad ha impuesto la forma en que debemos hablar, lo que es real y no. ¿Por qué habrías de hacerle caso? ¿De verdad necesitas la confirmación corpórea de Susana?
¿No es esa ficción lo que funciona entre los dos? Te lo planteas y te lo vuelves a plantear. Es cierto que el que jamás se vean ha formado un vínculo especial que no deseas romper, que a ciertas horas de la noche no importa si ella está en tu cama o no, el intelecto te ha ayudado a sentirla siempre ahí, como si la metieras a tu bolsillo. Es un amor tan perfecto que incluso podrías decir que es inmortal. De cierta forma lo piensas y suena lógico. Han tenido un amor tan puro que ni siquiera lo material debería corromperlo. Al ser meramente intelectual se mantiene ahí, casi etéreo.
Pero…quieres tocarla, quieres sentir su cuerpo, su aliento. Que su cadera pueda encajar con la tuya y ahí se queden. Buscas una familia, buscas estabilidad y sabes que una computadora simplemente no te la dará. No sabes bien qué decisión tomar pero lo debes hacer ya, Susana volvió a llamar.
Entonces, ¿qué decisión tomarás?
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Por: Martha Clarissa Moreno Alcántara