Filosofía de a pie

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Cuando los clones lloran

Todavía recuerdo cuando salió la noticia de la clonación del primer ser viviente, la oveja Dolly, y todas las repercusiones que surgieron sobre el debate ético de copiar seres vivos. En ese momento la noticia me parecía increíble, pues antes que certezas me generaba muchas preguntas: ¿Heredan las mismas cualidades y defectos? ¿Son exactamente iguales? ¿Y si clonan humanos?

 

Años antes de Dolly, Ridley Scott ya nos había presentado esos interrogantes en la película –adaptación del cuento de Phillip K. Dick– Blade Runner. En esa historia, a los clones se les llama replicantes y su rasgo primordial es la carencia de emociones. ¿Por qué una copia de un humano no puede tener emociones? La película nos dirá que porque no hay recuerdos. Pero si es un clon, ¿puede heredarlos?

Mis inquietudes persistieron y aumentaron cuando apareció La isla, película de Michael Bay en la que nos propone la historia de unos humanos que, engañados con historias de cataclismos, son obligados a vivir bajo tierra. En realidad existen porque son copias para que sus órganos sean “donados” a sus contrapartes originales. Esta película me dejó un sabor amargo (como muchas de este director) pues el tema se queda en el plano de que el clon también es humano y merece vivir.

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©Gainax

El tema pareció diluirse en el mercado del entretenimiento audiovisual, hasta que me topé con la serie de animación japonesa Evangelion. En principio, la típica historia de robots en un mundo futurista que luchan por la superviviencia humana, combatiendo seres de otros planetas. Pero no, el futuro de la serie es el año 2015 ­–fue originalmente transmitida en 1995 y la vi en 1999–, los robots tenían partes orgánicas y los alienígenas son llamados ángeles.

Una de las piloto de los robots, o Eva, como les llaman, Rei Ayanami, cumple a cabalidad con su rol sin nunca hacer reclamo alguno, a pesar que siempre aparece herida, la mayoría de veces de gravedad. Con el paso de los episodios descubrimos que ella es un clon y que hay muchos más como ella esperando en fila el momento en que muera en combate. Hasta ahí, nada diferente. Es una joven callada, introvertida, inexpresiva, prácticamente insensible. Típicas características de los clones. Pero a medida que suceden los combates contra los ángeles y en su poca interacción con otro de los pilotos, Shinji Ikari, a Rei le comienzan a surgir inquietudes sobre quién es ella. Carece de recuerdos sobre su infancia y apenas sabe que el comandante del lugar la cuida como si fuera su propio padre. ¿Dónde están sus padres? En especial, ¿quién es su madre? ¿Y por qué el recién adquirido apego afectivo por Shinji?

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©Gainax

Todo esto nos lleva al capítulo 23 de la serie, Rei III – Lágrimas, en el que ella lidera el ataque contra un nuevo ángel. Nada más comienza el combate y el ángel penetra la coraza de su Eva para invadir el cuerpo, pero sobre todo, la conciencia de Rei.

 En su conciencia sucede este diálogo:

 Rei:                 ¿Quién? ¿Yo? Yo dentro de Eva.

                          No, siento a alguien más conmigo.

                          ¿Quién eres? ¿Un Ángel?

                          ¿El ser que llamamos Ángel?

 Rei (Ángel):    ¿No quieres estar unida conmigo?

 Rei:                  No.

                          Yo soy yo. No tú.

 Rei (Ángel):   Hmm, pero lo serás.

                      Es muy tarde.

                      Te doy parte de mi mente.

                      Te doy esta emoción.

                      Dolor, ¿ves?, tu mente tiene dolor.

 Rei:             ¿Dolor? no, algo diferente.

                      Soledad.

                      Sí. Soledad.

 Rei (Ángel): ¿Soledad?

                      No entiendo.

 Rei:               ¿Odias estar sola?

                      Somos muchos, aunque odias estar sola.

                      Eso es lo que llaman soledad.

 Rei (Ángel):  Esa es tu mente. Llena de tristeza.

                      Esa es tu propia mente.

 Rei:                Estas son lágrimas. Soy yo quien está llorando.

Rei está acostumbrada a la soledad, al aislamiento, y nunca ha tenido sentimientos asociados a ello, hasta que el ángel le hace notar que ese estado le produce tristeza y su manifestación física, las lágrimas. Rei parece que es consciente de sí misma en el momento en que es consciente del vínculo afectivo que tiene con Shinji y su necesidad de protegerlo, de salvarlo. Rei se hace consciente para sí. ¿Acaso es en el reconocimiento del otro en donde nos percatamos de nuestra humanidad?

Al parecer uno de  los elementos primordiales que hacen a un humano reconocerse como tal  son los recuerdos y los afectos por alguien más.  Y todo parece indicar que, en el momento en que se crea una copia exacta de alguien, dicha exactitud se pierde al no poder clonar estos dos elementos. Por extraño que sea, el clon queda a mitad de camino de ser humano y, por ende, se le puede tratar como objeto.

Rei (la tercera) llora y eso la hace diferente de los demás clones. Incluso descubre los vínculos afectivos que la unen con los otros que no son ella. Aun así, se extraña por todo lo que siente, por sus reacciones, por las decisiones que toma. Puede ser que tomar conciencia de sí nos acerque a lo humano, que lo que radique en la memoria y en la generación de afectos hacia otros, pero cuesta trabajo pues es también contemplar que podemos existir en la mente y los afectos de otros más allá de nuestras decisiones. Rei se sacrifica, ¿qué haríamos nosotros?

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©Gainax

 

Por Diego Valbuena

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