Familia Ayara

Publicado el Muévete

Rap & Hip Hop contra el fascismo

«El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado…»

Bertolt Brecht

¡No pasarán! Una consigna que recorriendo varios capítulos de la historia y lugares del mundo, escuchada en la Madrid de la Guerra Civil Española, emitida por la Resistenzapartigiana de las ciudades italianas durante la Segunda Guerra Mundial, y abanderada por todo el movimiento antifascista en el mundo, llegó a ser nuevamente evocada en las calles y plazas bogotanas, por los ríos de gente que se movilizó (y lo sigue haciendo), contra ese espanto que significa la destitución arbitraria de Gustavo Petro, síntoma de la completa falta de democracia en nuestro país y de garantías para la oposición. Los hip hoppers capitalinos, también emanaron esta frase de sus bocas una y otra vez, tal vez sin saber que no eran los primeros en decirlo; sin saber que quienes lucharon contra el fascismo en Europa y América Latina desde el siglo pasado, hicieron de ésta frase, su grito de guerra.

Pero hay que advertir algo más, una verdad de la que mucha gente que compone esta cultura no se ha percatado: El Hip Hop, desde su nacimiento, es un grito de guerra contra el fascismo. Una manifestación de gentes oprimidas en un Estado, que a pesar de proclamarse desde tiempos remotos y a diario como guardián y defensor de la libertad y la democracia, siembra terror y opresión aquí y allá, dentro de sus fronteras y fuera de ellas. Estamos hablando, nada más y nada menos, que de Estados Unidos de América. Estado que además de ejercer una agresión imperialista contra los países de Latinoamérica, promoviendo dictaduras militares, dentro de su suelo aislaba totalmente a la población afrodescendiente de los lugares, servicios y privilegios de los ‘blancos’. En baños para negros, en asientos para negros, en bares para negros, se forjaba una sociedad alterna a la que se le había privado de dignidad, pero que engendraba indignación y rebeldía. Panteras negras en medio de lobos blancos.

En los ‘block parties’ de las calles neoyorquinas, el Hip Hop emerge como una mixtura de muchos elementos y factores, pero sobre todo, como respuesta de una comunidad marginada en los ghettos, condenada a la miseria y la segregación por parte de una cultura racista y fascista, que se ufanaba de la ‘superioridad blanca’. Un elemento tan fundamental en el origen del Hip Hop, es el que hay que poner de presente en la mesa de discusión sobre qué debe ser y hacer el Hip Hop, aquí, allá y en todo el mundo; es al que hay que ponerle el acento, a la hora de debatir con aquellos y aquellas que pretenden despolitizar el Hip Hop, y decir que Hip Hop y política no tienen nada que ver, como si de la política se pudiera escapar. Casi 40 años después de las primeras manifestaciones de dj’s y mc’s en las calles de Nueva York, y muchas décadas más desde que ‘¡No pasarán!’ se convirtiera en un grito de resistencia, el Hip Hop y la lucha contra el fascismo se encuentran aquí y ahora, para denunciar que en los barrios periféricos de las ciudades colombianas, también hay fascismo y discriminación, y que es necesario combatirlos. Que la mal llamada ‘limpieza social’, que no es otra cosa que físico y puro paramilitarismo urbano, asesina jóvenes y entre ellos hip hoppers que se organizan para trabajar por un futuro distinto para el barrio, la calle, la esquina.

Pero la lucha de los y las hip hoppers contra el fascismo no puede terminar el día que Petro deje de ser alcalde, o cuando la indignación capitalina por este tema de la destitución haya llegado a su fin. Debe ser una lucha de largo aliento por una verdadera paz que involucre a los jóvenes en los territorios urbanos, por el fin de la estigmatización de la vida juvenil, por reales e iguales oportunidades de educación y trabajo digno para las y los jóvenes, por la defensa del Hip Hop como riqueza cultural incalculable e inalienable, y no sólo como un anzuelo de la industria musical para cultivar basura en las cabezas de los oyentes y espectadores.

Para quienes creen que luchar contra el fascismo, es caer en lógicas fascistas, se les debe recordar que el fascismo no es otra cosa que la negación de la diferencia; la aspiración de ver una sociedad uniforme, homogénea, rígida y obediente que no se atreva a pensar, a participar, a proponer, y menos a cambiar. Ser antifascista es defender la diferencia contra sus más encarnizados enemigos. Es por ello que el Hip Hop lleva incorporado el espíritu antifascista. Es por ello que el movimiento Hip Hop bogotano y colombiano debe tomar el antifascismo como una bandera política fundamental, por medio de la cual modele sus rumbos y perspectivas dentro del gran conjunto del movimiento social colombiano.

Cavemos juntos la tumba del fascismo en la bella urbe capitalina, donde se respira Hip Hop en cada calle.

 

Sebastián Herrera

Revista Surterráneos

Medios Hip Hop

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