Familia Ayara

Publicado el Muévete

Mujer y Hip Hop, cuestiones de Género [Parte 2]

No es un secreto que allí las mujeres y, a veces, los hombres son objetualizados sexualmente. Sin embargo, a lo que los raperos le volteamos la cara y nos hacemos los que “no es con nosotros”, es al hecho de que el reggaetón es un hijo deforme del rap boricua. Es decir, la violencia y el machismo venían ya en el rap gringo que ellos consumían y en sus videos. No sé por qué a los raperos se les retuercen las tripas cuando ven videos en los que los reggaetoneros salen bailando pegados con las modelos y no se les da nada cuando ven a Dr. Dre y Snoop Dogg en el Smoke Tour proyectando un video en el que sacan un tira interminable de condones porque se acostarán con un número indeterminado de prostitutas. Ahí vamos viendo de a poquitos la doble moral.

El reggaetón nació abiertamente para instalarse en la industria musical como un género rumbero, machista y perpetuador de la violencia simbólica hacia la mujer. El rap nació de otra forma: como una música de resistencia que buscaba dar voz a las expresiones juveniles de los barrios marginados habitados fundamentalmente por afrodescendientes y latinos pobres. Cuando el rap, tras unos años, entra en la industria cultural gringa debe empezar a incluir en sus letras algo de fiesta por allí, algo de fiesta por allá, y videos con mujeres voluptuosas (las “feas” y las “gordas” sólo aparecen para burlarse de ellas) moviendo la cadera de un lado al otro al ritmo del “boom clap”. El rap inició también su propio viaje hacia la industria y debía abrirse camino, y lo hizo, llamando “bitches” a las mujeres. Con razón, algunas protestaban y aunque la explicación, fuera del escenario, que daba Tupac resultaba convincente, las letras seguían el camino hacia la misoginia.

Ahí nadie reacciona, todos los raperos volteamos la cara cuando 50 Cent sale chorreando chocolate sobre una mujer o presumiendo de su virilidad sabor a caramelo. Nadie. Ningún rapero o rapera que yo haya visto se ha quejado porque Snoop y Fifty salieran con mujeres con los senos al aire. Al contrario esos videos se volvían casi de colección y ni qué decir del video porno lésbico de “How do you want it” (Tupac). Nadie dice nada, ni hombres ni mujeres. Para no ir tan lejos en la historia nadie dice nada con los video de Rihanna o de Beyoncé aparte de que están “buenas”, además de esa expresión “buenas”, eso es lo que ha configurado la publicidad y la religión sobre las mujeres en nuestro chip: que están buenas o no lo están y ya.

Pero tranquilos queridos raperos y raperas lectores. La culpa no es el rap. La culpa no es del reggaetón, no es culpa de la lambada, la salsa, el tango, la carranga ni de la música clásica. No. La culpa de que tengamos instalado en el chip que la mujer sirve para acostarse con ella, para ser mamá, para estar en casa y ser “buena, bonita y obediente” no es de ningún género musical, ni ningún género literario, ni ningún género cinematográfico. La violencia machista y misogina de occidente hacia la mujer tiene varios culpables pero para no extenderme demasiado nombraré dos fundamentales: la religión y el sistema económico.

La religión (para nuestro país católico, apostólico y romano), por un lado, nos enseña que la mujer sólo se puede reducir a dos formas: la virgen María o Eva, según la religión es una santa o es una pecadora. Elimina todos los matices posibles y nos entrega dos formas reducidas en las que si la mujer manifiesta cualquier deseo sexual (natural y sano en todo ser vivo) entonces es una puta. De esa forma, todas las chicas que aparecen en los videos se convierten automáticamente en putas para el imaginario colectivo y con la edición esquizofrénica de esos videos se desnaturaliza a la mujer, no recuerdo la cara de ninguna de ellas, debe ser que la cámara sólo se fija en sus protuberantes y operados senos y colas y abdómenes más planos que el mío. Se vuelven objetos cuando se les despoja de su identidad y la cámara sólo muestra culos y tetas por doquier, y como el cantante, rapero, reggaetonero, salsero, o lo que sea, tiene acceso ilimitado al cuerpo de esas mujeres. Por supuesto que esas modelos son libres de hacer lo que consideren que está bien con su vida y si su opción es ser modelo está bien, sin embargo, hay que evaluar cuáles son los criterios con los que deciden convertirse en las mujeres que todos desean, condenando además al resto de mujeres que no cumplan con los estereotipos de belleza que nos enseñan a apreciar esos videos independientemente del género que los emita. Al final TODOS SE HAN CONVERTIDO EN COSAS MÁS O MENOS PARECIDAS.

Continúa en la Parte 3

Camilo Cely V.

HipHopColombia.com

Medios Hip Hop

Comentarios