Familia Ayara

Publicado el Muévete

¿El Hip Hop es un movimiento político?

A raíz de las movilizaciones del movimiento Hip Hop durante las últimas semanas rechazando la pretendida destitución del alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, por parte del procurador Alejandro Ordoñez, surgen múltiples interrogantes con relación al carácter político del Hip Hop y su expresión en la capital colombiana teniendo en cuenta el impacto y la visibilidad que han cobrado dichas movilizaciones. ¿Estamos ante un movimiento organizado, con posturas y objetivos claros? ¿Existe una convergencia ideológica en su interior? ¿Se trata de manifestaciones coyunturales basadas en lo cultural? y de ser un movimiento político, ¿sería capaz de canalizar demandas sociales que van más allá de sus manifestaciones artísticas?

Desde sus inicios, en Colombia y otras latitudes, el movimiento Hip Hop ha surgido como una expresión social y cultural periférica con rasgos políticos contestatarios diversos. Dentro de esta amalgama política expresada a través del arte, se encuentran posturas que van desde la premura y las problemáticas de la vida en contextos urbanos excluidos hasta la vinculación con movimientos sociales y procesos políticos; en sí, se trata de las rutas que han ido tomando las voces de jóvenes de barrios periféricos que expresan el descontento, las necesidades y las aspiraciones que allí se tienen. Tal ha sido el caso de agrupaciones como Public Enemy en los EE.UU, Actitud María Marta en Argentina o Gotas de Rap en Colombia, por nombrar solo unos casos.

Haciendo a un lado el debate en torno a otras expresiones del Hip Hop -comerciales o cargadas de imaginarios mafiosos-, llaman la atención las recientes manifestaciones masivas de jóvenes vinculados al Hip Hop en Bogotá, en las que se viene rechazando la destitución arbitraria del alcalde Petro, exigiendo paz y democracia y denunciando la violencia en los territorios contra jóvenes artistas y líderes sociales como Gerson Martínez, conocido como Totti Beat, asesinado el pasado 5 de enero en una posible ejecución extrajudicial.

Foto por MC Gallego Pdb
Sepelio de Totti Beat – Foto por MC Gallego Pdb

Estas manifestaciones se han materializado en tomas culturales, movilizaciones y medios de comunicación alternativos, contando con una gran afluencia de manifestantes y poniendo al Hip Hop en la agenda pública. Así, distintos sectores la sociedad capitalina han volcado sus ojos sobre este movimiento, algunos para señalarlo deliberada y prejuiciosamente, otros para aplaudir sus denuncias y reivindicaciones como expresión juvenil.

El Hip Hop está hoy ante lo que desde el análisis de movimientos sociales se caracteriza como una ventana de oportunidad: figura en la agenda pública, responde al reacomodo del panorama político local, establece alianzas con diferentes actores políticos y tiene capacidad de movilización (hoy ante una coyuntura). Sin embargo, el rumbo político del Hip Hop no es claro; resulta confuso si se trata de una manifestación espontánea y pasajera, si miles de jóvenes se reúnen solo por la identificación y el liderazgo cultural o si efectivamente se trata de la organización y el rechazo colectivo a la realidad política del país y a las problemáticas de sus barrios periféricos.

El apoyo al alcalde Petro, la exigencia de garantías sociales, el repudio al señalamiento y la persecución juvenil, parecen ir dibujando la construcción de un sujeto político colectivo entorno al Hip Hop. Muchos artistas de Rap se han vinculado a procesos sociales y políticos como la Marcha Patriótica o el Congreso de los Pueblos, militan en diferentes partidos políticos o son líderes en sus comunidades que abogan por la construcción de justicia, democracia y paz –como el caso del festival Revolución sin muertos en Medellín-.

De cualquier modo, un factor que parece limitar la proyección política del Hip Hop es su frecuente autorreferencia.  Tratándose de un movimiento de origen cultural, la acción política no debe limitarse a mirarse el ombligo, a acceder a escenarios públicos para atender única y exclusivamente necesidades propias; el problema no se limita al escaso presupuesto para apoyar la actividad artística del movimiento o cuántos días va a tener el festival Hip Hop al Parque, el problema va mucho más allá de eso. Si el Hip Hop se piensa como movimiento político y se moviliza en ese sentido, debe responder a nuestra realidad: a la falta de oportunidades educativas y laborales para los jóvenes, a un sistema de salud excluyente y precario, a la construcción de una paz verdadera, a la segregación étnica y territorial que vivimos, entre otras problemáticas.

Para responder a esta realidad, no basta con hacer canciones o murales; éstas son herramientas muy valiosas que deben seguir activas pero para construir una sociedad distinta hay que tomar posiciones, participar en procesos de toma de decisión, entrar en el debate público, discernir actores políticos, leer crítica y detenidamente nuestro entorno sin que ello necesariamente implique vincularse a un partido político o a un gobierno en particular.El desafío radica en darle vida al legado de jóvenes como Totti Beat que luchan por la vida digna de sus comunidades, en reconocernos como sujetos de poder, como actores capaces de resolver nuestras problemáticas, exigir nuestros derechos y participar en la construcción de la esfera pública.

Francisco Abreu

Fundación Artística y Social La Familia Ayara

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