Esto mejora, pero no cambia

Publicado el Polo Díaz Granados

El alcalde de Plato y el cantinero que hace vías

Por estos días de eterna ausencia de las entradas de blog con las que suelo distraer a los tres gatos que me leen -y a los que les extiendo disculpas por perderme-, venía reflexionando sobre por qué es que en algunos pueblos del Magdalena están como están…

En esas andaba hasta un día que me encontré a un abogado de vasta experiencia que me tiró una frase que quedó retumbándome en la memoria: «Viejo Polanco, la corrupción es la causa directa de la pobreza de los pueblos; y también suele ser la principal razón de sus desgracias sociales», me dijo.

No sin antes aclarar que lo que puse aquí, lo dije porque ¡ajá!, comienzo a echarles la siguiente historia…

El 4 de septiembre del año pasado, el alcalde del ribereño municipio de Plato, Jaime Alonso Peña Peñaranda, abrió un proceso de licitación por 275 millones 141 mil pesos para embellecer ese pueblo con la construcción de vías en adoquín. El contrato se lo ganó un único proponente (¡vea usted!) denominado Unión Temporal Vías de Plato.

¡Yo sé que apenas ustedes ven que nada más hay un proponente pa’ un tremendo contrato, ya quieren pensar mal!, pero es que pa’ eso existen los mecanismos de transparencia y los requisitos de experiencia, para garantizar que a quien contraten para una obra, sea el indicado. Como dicen por ahí, ¡zapatero a tu zapato!

¡Pero el lío es cuando estas normas se las pasan por la faja!

La unión temporal denominada Vías de Plato, que se ganó el contrato, está representada legalmente por un personaje llamado Rafael Andrés Abad Herazo, a su vez, dueño del 50% de la participación de esta unión temporal. ¡El man en realidad es un cantinero!

Según consta en su registro mercantil radicado en la Cámara de Comercio de Montería, la actividad económica a la que se dedica Rafael Abad Herazo es al «expendio de bebidas alcoholicas para el consumo dentro del establecimiento». El hombre es propietario de La Terraza de la Esquina Vallenata ¡Ay ombe!

¡Pero por supuesto que el vallenatero no iría a participar en un contrato a punta de acordeón y ron (como sí lo hizo alguna vez el Mello Cotes con el Rey Vallenato). Por lógicas razones, en la unión temporal ganadora, Rafael Andrés Abad participó a través de la sociedad de su propiedad denominada Abad E.U. Esa sí, dedicada a la construcción de obras de ingeniería civil.

Hasta ahí es para que tú me digas: Ajá, Polo, y si el cantinero también construye, ¿cuál es el lío?

¡Pues bien!, resulta que la experiencia que acreditó esta sociedad para lograr acceder al contrato, apunta a ser, a todas luces, improbable; inexistente, diría yo, hasta que se compruebe lo contrario.

En el informe de evaluación que supervisó la Alcaldía de Plato, se le reconoce la experiencia a Abad E.U. por haber sido contratista de una empresa llamada Solumec, para la instalación de «2.850 metros cuadrados de adoquín tipo peatonal y otras obras civiles generadas a partir de dicha actividad, entre otras, en la ciudad de Montería».

Pero Solumec, en realidad es una empresa que está dedicada a la reparación y mantenimiento de maquinarias, como también a la instalación de aires acondicionados y de calefacción. De construcción y de obras civiles, nada de nada. (ver prueba de su actividad económica)

¡Es más!, en el Registro Único de Proponentes (RUP), donde figura la experiencia que ha tenido Solumec como contratista, no existe absolutamente ningún trabajo de obra civil, solamente los mantenimientos y reparaciones de aires, que es lo que ellos sí saben hacer. Y para terminar de completar, no registra ningún contrato hecho en Montería. (clic aquí para comprobar experiencia de Solumec)

¿Dónde están los soportes de ese supuesto contrato entonces? ¿Cuál es la experiencia real que tiene Abad E.U.? Según el RUP de ellos, ¡ninguna! Entre otras, Abad E.U., pese a haber sido constituida en el año 2004, solamente se inscribió en el RUP (procedimiento indispensable para celebrar contratos con el Estado) cuando faltaban apenas 3 meses para la apertura de la licitación que se ganó con la unión temporal. ¿Hecho a la medida?

¡No quiero alargar el cuento!, más bien les resumo que, como le dijo un gamín a otro después de que le metieron una trompada: ¡Esto no se queda así… esto se hincha! El contrato de 275 millones también se hinchó. Al final, se firmó una adición de $70 millones más, para un total de $345 millones de pesos que -creo yo- se merecía ganar Abad si de cervezas se tratara.

¿Qué tiene que decir al respecto el alcalde de Plato? ¿Cómo es que el comité evaluador que lo representa a él termina entregando de esta manera tan descuidada esa cantida de plata? ¿Cómo es que se les pasa por las narices un RUP prácticamente en blanco -sin experiencia- y no dicen nada?

Estas preguntas ni siquiera debería estarlas haciendo yo… ¡Deberían estarlas haciendo los organismos competente!

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