Por considerarlo de interés para nuestros lectores, transcribimos las palabras de nuestra colega, embajadora Margarita Manjarrez Herrera, oradora invitada al grado del pasado 4 de diciembre en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, de los estudiantes de la facultad de Estudios Internacionales, Políticos y urbanos:“Muy buenas tardes, graduandos, familias, miembros de la facultad…
Por considerarlo de interés para nuestros lectores, transcribimos las palabras de nuestra colega, embajadora Margarita Manjarrez Herrera, oradora invitada al grado del pasado 4 de diciembre en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, de los estudiantes de la facultad de Estudios Internacionales, Políticos y urbanos:
“Muy buenas tardes, graduandos, familias, miembros de la facultad y de la comunidad universitaria. Fui invitada por el Decano, Julio Londoño Paredes, como oradora en esta ceremonia en la que ustedes reciben su grado profesional como politólogos y un doctorado en Estudios Políticos e Internacionales.
Como todos quienes hemos tenido la fortuna de concluir una carrera u obtener un título de posgrado, estoy segura de que recordarán este día como uno muy especial en sus vidas. Esta invitación es un honor para mí y tomaré esta oportunidad para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre un par de temas que estimo importantes y que lamentablemente muchos olvidan en el ejercicio profesional: uno, la humildad y el otro, la ética.
Sobre el primero. Esta es una ceremonia de grado, en la que reciben un diploma que certifica algo, certifica que aprendieron y que pueden poner en práctica ese aprendizaje, que entienden y manejan con alguna experticia ciertas áreas del conocimiento. Pero en realidad, ¿qué implica un diploma, un grado?, ¿qué son más inteligentes ahora que cuando comenzaron su carrera en esta prestigiosa universidad? ¿están más informados que antes, son mejores personas… ¿tienen por virtud de su grado un valor diferente al de otros jóvenes en nuestra sociedad?
Las respuestas a estas preguntas a menudo son una cuestión de perspectiva, de contexto, pero en realidad no son preguntas que importen mucho, por ende tampoco las respuestas importarían. Sin embargo, responderlas nos ayuda a reflexionar sobre el significado y valor de obtener un título universitario.
El grado, el diploma, serán valiosos en la medida en que contribuyan a que ustedes logren con ello ser útiles en la sociedad y a la vez, alimenten su propio bienestar y felicidad, como sea que ustedes conciban el ser útil o el ser feliz y estar bien.
Una persona puede tener un gran conocimiento en un campo o dominio en particular y estar certificado para ello, pero eso no necesariamente la hace más feliz, más apreciada, más inteligente, mejor ser humano, no es garantía de que contribuirá al bienestar de los demás ni a construir un mundo más justo o mejor. Además, ni la inteligencia ni la experticia son estáticas, se pueden desarrollar y mejorar con el tiempo, el entrenamiento, el aprendizaje, la experiencia.
Por lo tanto, la percepción de que alguien es “más inteligente” o “más capaz” porque ostente un título, no necesariamente es real.
Con lo que he dicho no intento, ni mucho menos, demeritar este logro, todo lo contrario. Es importante reconocer y apreciar que este grado ha significado para ustedes esfuerzo, dedicación, años de estudio, incluso sacrificios o privaciones, pero igualmente, este grado debe recordarles que son afortunados ¡Muy afortunados y privilegiados! Ya lo dije en una ceremonia en este claustro hace algunos años, pero vale la pena repetirlo: se gradúan de la universidad más antigua de Colombia, fundada en 1653, por donde pasaron grandes hombres de nuestra historia, como José Celestino Mutis, Francisco José de Caldas, Camilo Torres, Rafael Uribe Uribe. Ahora,ustedes forman parte de una élite intelectual y académica, ¿Y porqué es una élite? porque miles de colombianos con sus mismas capacidades o hasta mejores, no pueden obtener un grado, porque en Colombia de cada 100 estudiantes que termina el bachillerato solo 48 ingresan a la educación superior y de cada 100 que ingresan solo terminan 55, en otras palabras, uno de cada cuatro bachilleres logra terminar la universidad. Por eso, recuerden su fortuna, reciban este grado con humildad y ejerzan su profesión con esa misma humildad, sepan que además este grado implica una enorme responsabilidad.
Nuestro país está lleno de personas con diversidad de habilidades y conocimientos, por ello aunque es obvio estar felices por graduarse hoy, nunca dejen que el ser profesionales les impida reconocer a quienes no lo son, les impida abordar las interacciones humanas con humildad y mente abierta, reconocer que todos tenemos algo valioso que ofrecer en función de nuestras fortalezas y experiencias únicas, apreciar a quienes son menos afortunados que ustedes.
No piensen ni por un momento que hoy en su grado se certifica que lo saben todo, es un momento de reconocimiento por concluir una etapa, pero siguen muchas más; sigan aprendiendo, nunca se sientan amenazados sino, por el contrario, afortunados si encuentran a mejores personas o a mejores profesionales que ustedes, a quienes les pueda enseñar, sigan dispuestos a aprender de los otros, valórenlos y trátenlos con respeto.
Han superado una etapa, y merecen celebrarlo. Les esperan retos en un mundo muy complejo y acá paso a referirme al segundo tema de este discurso: la ética.
Han terminado la universidad, la complejidad y ritmo acelerado del mundo los obligará a permanecer actualizándose, entrenándose en nuevas tecnologías, adaptándose a los rápidos cambios, a competir y sin embargo, estoy convencida de que el mayor desafío lo tendrán en ejercer sus profesiones con rectitud y honestidad, con ética.
Somos testigos con frecuencia de los escándalos de profesionales que parecían impolutos, de políticos corruptos, de empresarios a quienes no interesa la responsabilidad social, de quienes buscan el lucro a costa de lo que sea, de quienes no se sonrojan por anotar títulos falsos en sus hojas de vida o plagiar descaradamente. Pero ustedes, que tienen un verdadero diploma, que son parte de una élite, que lo han logrado con honestidad, deben aplicar esa misma honestidad en su ejercicio profesional; sus responsabilidades y compromisos deben fundarse en la ética. No caigan en el grupo de los infames, de los destacados profesionales de las mejores universidades que algunas veces encabezan los titulares de las noticias por que los pillaron, los juzgaron y sentenciaron, por que faltaron a la ley o a la ética.
Nuestra Colombia necesita de profesionales honestos y decentes. No son valores del pasado y el fin no siempre justifica los medios, aunque las prácticas corruptas sean pan diario, nunca se escuden en que porque todos lo hacen, ustedes lo harán. ¿Podemos hacer lo que sea para beneficiarnos? ¿traicionar nuestros principios, a nuestros amigos y colegas? ¿Abandonar a quienes debemos nuestro servicio y a nosotros mismos? ¿obtener provecho ilícito por hacer nuestro trabajo? la respuesta debe ser un No rotundo, no vale la pena.
Queridos jóvenes, ejerzan su profesión y vivan su vida con ética, principios y decencia. Respeten las normas aunque no les gusten, valoren la diferencia, no crean que colarse, sacar tajada, pedir comisión, pasar por encima de los demás es ser muy vivo o muy inteligente. Tengan entereza para levantarse ante la injusticia y no cedan ante la corrupción. A diario, en cada momento, practiquen la decencia y no traicionen sus principios. Cultiven la ética, riéguenla como a una planta, con cada pequeño acto honesto. Si luego, en muchos años, aunque no hayan amasado fortuna ni fama, pueden mirarse al espejo con orgullo y sin remordimientos de conciencia, sin tener nada que esconder y si sus hijos, allegados, colegas o extraños les demuestran además de amor, admiración y respeto, sepan que lo hicieron bien, que habrán vivido con decencia, con ética y con humildad, que eso es ser un buen profesional y un buen ser humano, les aseguro que eso será suficiente y el mejor premio, la mayor satisfacción en sus vidas.
Finalmente, queridos jóvenes, perseveren y sean más felices de lo que son hoy, pero por favor, no dejen de lado la HUMILDAD ni la decencia, no traicionen sus principios, vivan con ÉTICA.
¡Felicitaciones! y muchas gracias por escucharme.”
*Margarita Eliana Manjarrez Herrera es funcionaria de carrera diplomática y actualmente embajadora de Colombia en Israel. Abogada de la Universidad de los Andes con maestría en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales Contemporáneos de la universidad Externado de Colombia.
Asociación Diplomática y Consular de Colombia
Asociación Diplomática y Consular de Colombia. Organización profesional, sin ánimo de lucro, creada en 1981 que agrupa a funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores miembros de la carrera Diplomática y Consular de Colombia.
Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones,
contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no
se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera
que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.