1. Ha fallecido el economista, internacionalista, periodista y diplomático Rodrigo Pardo García-Peña, DEP, una voz y una pluma moderada, sensata, prudente, calidades y condiciones de quien aspire a ser buen profesional tanto en el periodismo como en la diplomacia. Sea el momento de enviar un sentido pésame a familiares, allegados, amigos y todos aquellos que, como el autor de esta nota y otros miembros de la Carrera Diplomática, tuvimos la fortuna de encontrarlo en la vida.

Rodrigo Pardo estaba dotado de un análisis frío -en el sentido de sereno, no de impersonal- que le servía para afrontar situaciones serias o graves, tanto en el servicio público, en su pasión periodística o en la existencia misma, algo que seguía demostrando en el podcast “Los Internacionalistas”, al lado de sus colegas ex cancilleres María Ángela Holguín, Camilo Reyes y la especialista María Teresa Aya.

Para las entidades y empresas por las cuales pasó Rodrigo Pardo se le recuerda con los mejores adjetivos, una persona brillante, ponderada como amable, que no rehuía la sonrisa, ni ocultaba sus gustos como ser hincha de Millonarios, o el fútbol en general. De hecho, su última pregunta en su cuenta X (antes Twitter), era si Colombia continuaría con su posición en la eliminatoria suramericana. Para el Ministerio de Relaciones Exteriores se fue un Canciller que realizó una gran gestión en medio de formidables dificultades. Quienes éramos estudiantes en 1995 en la Academia Diplomática, luego de pasar el concurso de méritos para ingresar como funcionarios de carrera en la Cancillería, guardamos un recuerdo especial

Cuando terminamos el curso, el ministro Rodrigo Pardo llegó a aquel edificio en donde se encontraba la academia, ubicada por entonces en la calle 49 entre carreras 13 y 14, ahora se encuentra como edificio anexo al Palacio de San Carlos. Tuve oportunidad de escribir el discurso por parte de los otrora estudiantes de la Academia Diplomática ante el ministro de Relaciones Exteriores que acudió a la clausura de nuestro curso. Cuando ingresamos paulatinamente al año de prueba en el ministerio, en el año 1996, el ministro Pardo fue reemplazado por la Canciller María Emma Mejía, quien también dejó recuerdos imborrables en aquellos terceros secretarios que iniciábamos nuestra carrera.

Busco en los archivos en casa y encuentro aquellas palabras, sobre lo que pensaba un estudiante alrededor de la diplomacia hace 29 años. Espero que sirva como un homenaje postrero y al mismo tiempo evocador del diplomático Rodrigo Pardo, porque las condiciones profesionales y humanas que se destacan en ese escrito, más con la intuición que con la certeza, él las encarnaba a la perfección.

“Dr. Rodrigo Pardo García-Peña, ministro de Relaciones Exteriores,

Señores funcionarios del Ministerio,

Profesores del Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo y de la Academia Diplomática.

Compañeros y amigos:

 La diplomacia en la iconografía tradicional suele personificarse como una matrona grave, lujosamente ataviada ciñendo corona de laurel y pisando trofeos militares destrozados. En la mano derecha tiene una pluma y en la izquierda un pliego donde se lee: mis poderes son la persuasión, la sagacidad y la sabiduría.

 Esta representación nos daría un primer significado de la actividad diplomática, identificándola como lo contrario a la guerra. Sin embargo, la diplomacia es un término que no se contenta con una sola definición ya que responde a las más variadas acepciones y parecería ser algo etéreo y difuso, pues combina en su ser la capacidad de ser ciencia, arte y práctica política al mismo tiempo.

 Hoy, en nuestro país se amplía el sentido pues el manejo de las relaciones exteriores se convierte en obligado reto. Colombia ha presenciado momentos brillantes, pero también opacos en su evolución diplomática.  Ahora debe asumir a plenitud la tarea de hacer escuchar su voz en el ámbito internacional, no de otra manera puede interpretarse la responsabilidad de ejercer la presidencia del movimiento de los países no alineados o frente a temáticas cuya experiencia interna le confieren autoridad como lo es la lucha contra el narcotráfico.

 De allí la importancia del momento que hoy nos convoca, la culminación de un año de estudios de un grupo multidisciplinario de profesionales que goza del enriquecimiento intelectual que trae lo diverso, pero a la vez unidos bajo un propósito común: Aportar nuestra inteligencia, conocimiento y dedicación por el engrandecimiento de la política exterior colombiana.

 En este sentido, sea el momento de reconocer el esfuerzo denodado y constante de la Asociación Diplomática y Consular de Colombia, al perseguir como telos fundamental la profesionalización de la carrera diplomática. Así mismo, debemos agradecer las evidentes muestras que ha dado la actual administración en cabeza del ministro Rodrigo Pardo, para alcanzar dicho objetivo. Esta es la justificación de la existencia de la Academia Diplomática, este centro de estudio y reflexión  cuya estructura nos cobijó durante un periodo de tiempo, corto pero provechoso, en el cual aprendimos los más variados significados de la palabra Diplomacia mediante teorías, conceptos, metodologías bajo la guía de un selecto grupo de profesores a quienes va nuestro agradecimiento y permanente recuerdo. Aquí también aprendimos de nosotros mismos, no sólo de los aportes que cada uno traía de su propia disciplina, sino que descubrimos con la convivencia y la solidaridad de grupo, dos virtudes: calidad y calidez humana.

 Cuenta la historia, que en algunos estados de la Grecia clásica en ocasiones se designaba como embajadores a actores y cómicos, esto se explicaba por la importancia que en aquellas ciudades se le atribuía a la elocuencia y declamación. Hoy, ad-portas del S. XXI la situación es muy diferente, la diplomacia no se rige únicamente por la desconfianza y la astucia o solo por las capacidades innatas de un diletante. Como decía un eximio escritor, “el talento más feliz se encontraría perplejo si se arrojara sin preparación en el mundo de los negocios internacionales.”

 El aprendizaje académico unido a la práctica cotidiana es lo que nos permite a quienes terminamos el curso de formación especializada, comprometernos con seguir enriqueciendo los diferentes significados de ese concepto que combina amor de patria, paciencia y prudencia, de esa palabra llamada diplomacia.

Muchas gracias.”

*Dixon Moya Acosta, embajador de carrera, escritor por vocación, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador, en el cual escribe de todo un poco: http://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/

 

 

 

Avatar de Asociación Diplomática y Consular de Colombia

Comparte tu opinión

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 EstrellasLoading…


Todos los Blogueros

Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.