La revista colombiana Semana, en su edición del pasado domingo 23 de julio, publicó en su portada una fotografía del presidente del PP (partido popular) de España, Sr. Alberto Núñez Feijóo, incluyendo una entrevista con el político y tituló la nota: El fenómeno Feijóo, con motivo de las elecciones que se celebraron en la misma…
La revista colombiana Semana, en su edición del pasado domingo 23 de julio, publicó en su portada una fotografía del presidente del PP (partido popular) de España, Sr. Alberto Núñez Feijóo, incluyendo una entrevista con el político y tituló la nota: El fenómeno Feijóo, con motivo de las elecciones que se celebraron en la misma fecha en España.
El semanario vaticinaba un aplastante triunfo del candidato Feijóo. Sin embargo, no se dio y aunque el político entrevistado ganó las elecciones, es necesario recordar que el sistema político español es una monarquía parlamentaria y no necesariamente es presidente de gobierno quien obtiene mayor votación, sino mayor número de apoyos en el Congreso de los Diputados, por lo cual se inicia un periodo de negociaciones y alianzas para asegurar que alguno de los candidatos más votados, en este caso Núñez Feijóo o el actual presidente, Sr. Pedro Sánchez, puedan conformar gobierno.
Como observador externo, aunque permanente, de la situación política española, si yo fuera el director de cualquier revista informativa, cambiaría la portada y el título dejando una foto del actual presidente del gobierno español y con un titular en el que se leyera: El fenómeno Pedro Sánchez.
Son varios los elementos para tener en cuenta y explicar por qué el PSOE (partido socialista obrero español) sobrevivió a la arremetida de la derecha y extrema derecha representadas por el PP y Vox. Por qué un presidente de gobierno, sometido al desgaste natural del poder y de las decisiones en ocasiones impopulares, quien tiene fama de arrogante y poco carismático, pudo voltear el resultado de lo que se esperaba fuera una derrota sin atenuantes. Aquí mencionaremos algunos elementos de una compleja respuesta.
Las mentiras pueden funcionar momentáneamente en una candidatura, pero no pueden fundamentar un gobierno. El candidato Núñez Feijóo, quien había llegado a su nominación con fama de moderado y sensato, sorprendió con una campaña agresiva, irrespetuosa y cargada de mentiras o, para decirlo en términos suaves, inexactitudes. La primera de ellas es el supuesto mal manejo económico en España, apoyándose en el aumento de precio de bienes y productos que ha sido una constante global en los últimos años por causas bien conocidas. La evidente “imprecisión” sobre el tema de las pensiones en los días previos a la elección fue importante para que muchos españoles recuperaran la memoria y le quitaran votos al candidato Núñez Feijóo.
El presidente Sánchez inició su gobierno con buen pie, un gabinete paritario, con mayor número de mujeres como vicepresidentas y expidiendo leyes progresistas que bajo otras administraciones habrían sido imposibles, como la de la eutanasia, la reforma laboral, la subida de pensiones acorde al índice de precios al consumidor, el ingreso mínimo vital, la ley del bienestar animal, la Ley Trans, la ley de cambio climático (calificada de ideológica por sus adversarios, en plena constatación del calentamiento global). De igual manera, ha mostrado un irrestricto apoyo a la Unión Europea en las decisiones de sus organismos regionales.
Sin embargo, llegó el 2020 y la pandemia del Covid-19 afectó a todo el mundo y muchos españoles se sintieron afectados por las medidas severas tomadas por un gobierno serio que impulsó el confinamiento y las vacunas. Fueron meses duros en los cuales la oposición hablaba de la violación de las libertades de las personas cuando se estaban salvando vidas humanas y el resultado se vio más tarde. Cuando muchos países seguían padeciendo los efectos del mal, España se daba el lujo de abrir los espacios, mostrando unos resultados envidiables en materia de vacunación, superando a países productores de las mismas vacunas.
Luego vino la guerra de Rusia contra Ucrania, con todos los efectos económicos que todavía se sufren, especialmente en el plano energético. España comenzó a sufrir el incremento de los precios de la electricidad y la subida de los combustibles. El gobierno tuvo que tomar una posición fuerte al interior de la Unión Europea para defender la llamada “singularidad ibérica”, haciendo frente común con Portugal, logrando un tratamiento diferencial que ha contribuido a la caída de los precios para los consumidores. De todas formas, los efectos negativos de estos problemas han tenido repercusión en muchos votantes que desde el inicio han sido mal informados por sectores, como las grandes eléctricas privadas, afectadas por las medidas.
Todos los analistas internacionales han alabado el manejo económico de España, considerando tan grave coyuntura para el mundo. La inflación de España es de las más bajas de Europa y, aunque los habitantes sientan que los precios suben, si se compararan con otros países, la impresión cambiaría ostensiblemente. Muchos de sus vecinos quisieran tener a una ministra tan profesional como la vicepresidenta Nadia Calviño. De igual forma el desempleo ha venido bajando, al tiempo que se han mejorado los contratos de los trabajadores, privilegiando los indefinidos sobre los temporales. Se hizo reforma pensional, sin los traumatismos de Francia, así como se llegó a un acuerdo histórico entre empresarios y sindicados para aumentar el salario mínimo.
Los españoles saben que tienen a un presidente de gobierno serio y de estatura mundial, que a nivel externo no los hace quedar mal. Un hombre que se expresa muy bien en inglés y francés, que ha respaldado en Europa la bravía resistencia del pueblo ucraniano (otra inexactitud en la entrevista de Núñez Feijóo en la revista Semana), no en vano ostenta una placa en el Paseo de los Valientes en Kiev con la gratitud del presidente Volodímir Zelenski y del pueblo ucraniano. Sánchez es europeísta convencido. Debe recordarse que uno de sus primeros trabajos, aparte de profesor universitario, fue como asesor del Parlamento Europeo. No fueron pocos los que respiraron tranquilos en Bruselas al conocer que la extrema derecha no había arrasado en España.
En materia internacional, aparte de respaldar a Europa, Sánchez ha devuelto la mirada a América Latina y el acercamiento entre la realidad latinoamericana y europea ha sido uno de las columnas de la presidencia española. Ha visitado varias veces nuestro continente; en Colombia ha estado dos veces, tanto con el presidente Duque como con el actual presidente Petro, pues una de sus características es buscar tener buenas relaciones independientemente de las diferencias ideológicas, por lo cual ha tenido buena sintonía con mandatarios tan disímiles como Angela Merkel, Emmanuel Macron, Joe Biden o incluso la italiana Giorgia Meloni.
España bajo la administración Sánchez ha sido flexible y tolerante con el fenómeno migratorio, pero buscando que cada vez sea más ordenado y regulado. En 2022 organizó una de las reuniones más importantes de la OTAN en los últimos años. Se ha comprometido con la transición energética gradual. En lo que sí dio un giro inesperado, que ni siquiera sus aliados de Unidas-Podemos imaginaban, fue en la posición sobre el Sahara occidental. El PSOE se apartó del tradicional respaldo al Frente Polisario, priorizando la relación bilateral con Marruecos, lo que provocó la inusual protesta tanto de la derecha como de la izquierda radical representada por U-P. Sánchez privilegia el pragmatismo sobre las ideologías.
A Sánchez lo pueden tachar de cualquier cosa, menos de ser deshonesto o un adversario irrespetuoso o bajo. Hasta el momento no ha tenido escándalos de corrupción en su entorno y ha sido enemigo de la llamada “trumpización” de la política, es decir, del uso de noticias falsas o de los insultos para minimizar a los oponentes. Por el contrario, los partidarios de la derecha, al no encontrar mayores argumentos en su contra, reviven viejos miedos, como desenterrar a la extinta organización terrorista ETA, cuyo heredero político es el partido EH Bildu que ha sido una organización legal durante los últimos gobiernos, incluido los del PP, y ha votado algunas de las reformas y leyes progresistas, pero no hace parte de la coalición de gobierno.
Sánchez jugó con las cartas abiertas y sorprendió a todo el mundo cuando tomó la decisión de convocar elecciones generales en un momento en que su partido había perdido estrepitosamente las elecciones regionales del 28 de mayo y todas las encuestas daban por seguro el ascenso de la derecha y la ultraderecha. La oposición que clamaba semanas antes por elecciones generales, luego manifestó que Sánchez era un criminal por convocar los comicios en verano.
Una jugada audaz que a la postre resultó brillante. Otro gobernante podía haber preferido aguantar hasta fin de año e intentar mejorar o maquillar datos, o en el caso latinoamericano, para ganar tiempo con el fin de sacar provecho colegiado o personal, pero fue muy claro. Aparentemente los electores en los comicios regionales habían enviado un mensaje de cambio. Para la misma España era sano que se confirmara si efectivamente era lo que quería la gente o no. Si deseaban seguir con el actual gobierno o ensayar otro cuya palabra más repetida en campaña fue “derogar”, es decir, anular las leyes que aquí hemos mencionado.
Pedro Sánchez Pérez-Castejón es doctor en Economía y se inició en la política en su Madrid natal hasta el punto de convertirse en 2014 en el secretario general del PSOE recogiendo el sentir del sector centro-izquierdista. Sánchez tuvo que afrontar una crisis interna de su partido, y al no sentirse respaldado, renunció a su cargo e incluso a su acta de diputado (congresista), lo que forzó unas primarias internas en las que resultó ganador, saliendo más fortalecido que antes y obteniendo éxito en la moción de censura contra el ex presidente Mariano Rajoy en 2018, siendo investido presidente de gobierno ese mismo año. Actualmente detenta tres presidencias diferentes, del gobierno español, de la Internacional Socialista y del Consejo de la Unión Europea.
Ha sido evidente que, a pesar de apelar a los votantes de izquierda, Sánchez cada vez más convoca al centro, que en el mapa político español no parece tener doliente, ante la desaparición de Ciudadanos, formación liberal que terminó naufragando por su aproximación a la derecha y la radicalización progresiva del PP en favor de la extrema derecha. En sus discursos, Sánchez menciona frecuentemente la palabra socialdemocracia y quiere ubicar al PSOE en una posición que se identifique con la izquierda moderada y el centro.
Es innegable que los problemas en su gobierno han surgido de las divergencias con Unidas-Podemos, su socio en la coalición que en ocasiones cae en una provocación y terquedad casi infantil, como al no reconocer que la ley de garantía integral de la libertad sexual (conocida como del sólo sí es sí) había quedado mal redactada produciendo un efecto no deseado y el PSOE tuvo que corregirla, lo que costó un desgaste importante que la oposición capitalizó a su favor.
Amigo del diálogo, la estrategia de Sánchez parece haber funcionado en Cataluña en donde, vistos los últimos resultados electorales, los partidos independentistas han perdido apoyo, resultando ganador el PSC (Partido de los Socialistas de Cataluña). Se ha pasado de un ambiente de permanente conflicto, incluso violento (en la era Rajoy) a uno en el cual, se reconoce que el tema catalán es político y debe resolverse de esa manera.
Pedro Sánchez es el modelo de quien quiera ser político en el mundo actual. Un verdadero sobreviviente que ha caído varias veces, pero detenta una habilidad increíble para levantarse, superar las dificultades y vencer las tendencias adversas. Como dice el periódico El País, alguien que a punta de épica transformó una derrota en clamorosa victoria. El político ha sido fiel a su libro “Manual de Resistencia” escrito con la pensadora Irene Lozano, una referencia autobiográfica con reflexiones de diversa índole.
En el PP ha costado asumir la agridulce victoria del 22 de julio. Algunos temen que el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo no sea suficiente y comienzan a mirar hacia la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, una política cuestionada, pero que indudablemente tiene un fuerte carisma. Díaz Ayuso es una estrella ascendente en la derecha, quien no esconde que haría gobierno con Santiago Abascal, el líder de Vox.
Ahora bien, Pedro Sánchez no lo tiene fácil para formar gobierno y todavía hay muchos factores en juego. No puede descartarse que haya una reacción de la derecha que intente tomar el poder a toda costa o que los independentistas catalanes erróneamente crean que pueden obtener todo lo que pidan a costo de su apoyo al actual presidente del gobierno. No se puede descartar que haya nuevas elecciones, pero Sánchez ha demostrado que es un gran estratega del ajedrez político y veremos sus próximas jugadas. Es posible que vuelva a sorprender.
Ignoro si Pedro Sánchez podrá convalidar un nuevo periodo como presidente del gobierno español, pero ya quisieran muchos partidos políticos contar con un líder como él. Sánchez seguramente figurará en el futuro en otros cargos de alta responsabilidad como en algún organismo internacional, recordando que trabajó en el gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia-Herzegovina. Si llegase a ser, por ejemplo, futuro Secretario General de Naciones Unidas, creo que los habitantes de este mundo estaríamos bien representados, al menos representaría bien a quien esto escribe.
*Dixon Moya Acosta es Embajador de la Carrera Diplomática y Consular, escritor por vocación, autor de varios libros, lleva un blog en el periódico colombiano El Espectador con sus apellidos literarios, en el cual escribe de
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