El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas.
Charles Bukowski
Canadá es el líder mundial del hockey sobre hielo en las categorías femenina y masculina, siendo el país con mayor número de victorias en los campeonatos del mundo y en los juegos olímpicos. Este lugar se confirmó recientemente en una victoria que fue más política que deportiva, al derrotar a Estados Unidos en la “Copa de las 4 Naciones”; de allí que la cultura canadiense esté profundamente impregnada de referencias a este deporte. Una de ellas es “Elbows Up” (codos arriba), que representa una postura defensiva extrema y desafiante en la que un contrincante que decida atacar de maneras desproporcionadas se va a estrellar de frente con los codos de un adversario que no le teme a la confrontación.
El 1 de febrero de 2025, el Presidente Donald Trump desató, de manera inesperada, un enfrentamiento injustificado contra Canadá al anunciar la imposición de una agresiva política arancelaria y reiterando comentarios incendiarios respecto de su deseo de anexar Canadá a Estados Unidos, convirtiéndola en el Estado número 51.
Estos anuncios desencadenaron firmes respuestas tanto del Gobierno federal como de varios Gobiernos provinciales, al tiempo que una reacción nacionalista con pocos precedentes a lo largo y ancho de todo el país, empañando la que había sido una relación de profunda cooperación y amistad durante generaciones.
Sin tener razones reales, Trump declaró una emergencia de seguridad nacional, implementando aranceles del 25% sobre todos los bienes procedentes de Canadá y del 10% en las importaciones energéticas. Estas medidas se justificaron con la excusa de proteger los intereses de EEUU frente al supuesto flujo de fentanilo desde Canadá; sin embargo, estos argumentos fueron rápidamente desmentidos por agencias y expertos tanto de Canadá como de EEUU incluyendo reportes de la misma DEA, la cual en su Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas de 2024, informó que más del 95% del fentanilo que ingresó a Estados Unidos durante ese año provino de México con precursores químicos procedentes de China. En ninguna de las 57 páginas del documento aparece una sola mención a Canadá.
Sin embargo, en un esfuerzo por desescalar la situación, Canadá designó al llamado “Zar del Fentanilo” encargado de coordinar esfuerzos para combatir el tráfico del opioide. Adicionalmente, destinó más de CAD1.300 millones para medidas de seguridad fronteriza incluyendo cerca de 10.000 efectivos; asimismo anunció la inclusión de los carteles de la delincuencia organizada en la lista de entidades terroristas del Código Penal.
Estas medidas, unidas a rápidos esfuerzos diplomáticos a niveles federal y provincial, condujeron a una suspensión temporal de las medidas arancelarias; sin embargo, insistiendo en el argumento falaz del contrabando de fentanilo desde Canadá, Trump implementó en su totalidad las dañinas medidas arancelarias el 4 de marzo.
Como respuesta inmediata, Canadá impuso aranceles del 25% a productos procedentes de Estados Unidos equivalentes a $30.000 millones y anunció que está preparada para ampliar las medidas arancelarias a otros $125.000 millones en importaciones estadounidenses dentro de 21 días, dependiendo de cómo evolucione la situación.
La agresión comercial desatada por Trump, según el Gobernador del Banco de Canadá, Tiff Macklem, podría generar un descenso del 8,5% en las exportaciones canadienses durante el primer año, con los subsecuentes recortes en la producción y la pérdida de empleos, y un severo impacto económico generalizado ya que las exportaciones a Estados Unidos representan aproximadamente ¼ parte de la renta nacional canadiense.
Por su parte, la respuesta canadiense impactará sectores claves como el turismo, además del comercio, ya que Canadá es uno de los mayores socios comerciales de EEUU con más de $700.000 millones de intercambio anual en bienes y servicios, superado solo por la UE y seguido por México y China en ese orden. Canadá es el mayor emisor de turistas en todo el mundo hacia EEUU. Solo en 2024, más de 20,4 millones de canadienses viajaron hacia ese país. Según los analistas si el turismo canadiense disminuye solo en un 10%, se generarían pérdidas por valores cercanos a los $2.100 millones y un impacto directo en más de 14.000 puestos de trabajo en EEUU. Estas no son solo suposiciones, pues desde los anuncios hechos en febrero por Trump, ha habido masivas cancelaciones de viajes a Estados Unidos e incluso la aerolínea West Jet reportó una disminución aproximada del 25% en la demanda de vuelos hacia ese país.
Asimismo, a nivel provincial, se han anunciado medidas como la cancelación en Ontario de un contrato de Starlink, propiedad de Elon Musk, por valor de $100 millones, y la reducción en las exportaciones de electricidad hacia EEUU; en Quebec, Legault ordenó a la Sociedad de Alcohol de Quebec que retirara todos los productos estadounidenses de sus estantes e instruyó al Consejo del Tesoro para que revisara todos los contratos de proveedores estadounidenses. Por su parte el líder Conservador, Pierre Poilievre, quien es uno de los candidatos más fuertes de cara a las próximas elecciones federales, sin cesar sus constantes críticas al Gobierno liberal, afirmó que “Canadá es lo primero” y que “nunca será el Estado 51”, subrayando que “Canadá contraatacará” y que “no hay duda de que nuestra economía sufrirá, pero también la suya, presidente Trump.”
Esta es una guerra en la cual, como en todas, todos pierden.
El 4 de marzo, el Primer Ministro Justin Trudeau, en una alocución sin precedentes por su dureza, condenó la decisión “injustificada” y “tonta” de Trump, señalando que Canadá no quiere perjudicar al pueblo de Estados Unidos, pero que el gobierno Trump decidió desencadenar una guerra comercial que perjudicará a las familias estadounidenses al poner muchos puestos de trabajo en riesgo y al aumentar la inflación, entre otros. “Fue su Gobierno el que decidió hacerle esto a ustedes”, dijo Trudeau acompañado por la Ministra de Relaciones Exteriores y los Ministros de Finanzas y Asuntos Gubernamentales, y de Seguridad Nacional.
El PM Trudeau también reiteró que Canadá seguirá actuando ante la OMC y a través de los mecanismos de resolución de disputas del Acuerdo Canadá-Estados Unidos-México (CUSMA), al tiempo que enfatizó que Canadá sigue comprometida con el comercio justo y que continuará trabajando con socios internacionales para defender un sistema comercial basado en normas claras. Canadá seguirá también haciendo esfuerzos para diversificar sus lazos comerciales en espacios como la Conferencia “Canadá en Asia 2025”, llevada a cabo en Singapur entre el 19 y el 21 de febrero, la cual reunió a más de 740 asistentes privados y de Gobierno de todo Canadá y de la región Indo-Pacífica.
La decisión caprichosa de Trump de generar una tensión comercial grave con Canadá, acompañada de una retórica provocadora e irresponsable, revela un enfoque limitado y perjudicial para las relaciones internacionales que no solo pone en riesgo la histórica relación entre Canadá y Estados Unidos, sino que también inflige un daño económico significativo a los pueblos de los dos países.
Claras evidencias del patrón impredecible de Trump fueron, primero, su decisión de suspender durante un mes las medidas arancelarias aplicables al sector automotor, apenas un día después de haberlas impuesto, con el argumento de darle tiempo a las industrias estadounidenses ubicadas en suelo canadiense de trasladarse a EEUU. Luego, al día siguiente, también reculó respecto a los aranceles impuestos a todos los productos incluidos en el CUSMA, extendiendo su aplicación hasta el 2 de abril, cuando el Acuerdo deberá ser renegociado. Con ello, deja pocas dudas sobre el hecho de que sus razonamientos no responden a análisis económicos sólidos, sino más bien a una estrategia política agresiva y desproporcionada que, lo hemos visto ya en varias ocasiones, luego lo lleva a ofrecer concesiones parciales e intentar proyectar una postura de magnanimidad; sin embargo lo que logra es reforzar la imagen de un mandatario irreflexivo y no consigue cambiar la naturaleza conflictiva de su política comercial ni el daño a la relación bilateral.
La imposición de aranceles basada en preocupaciones infundadas de seguridad nacional demuestra una falta de comprensión de la compleja naturaleza del comercio bilateral y la seguridad fronteriza. Además, la sugerencia de anexar a Canadá no solo es diplomáticamente absurda y políticamente violatoria del principio básico del respeto a la soberanía de los Estados, sino que también ignora el fuerte sentido de identidad nacional que tienen los canadienses, quienes están dispuestos a afrontar el desafío con los “codos arriba”.
En una era que exige cooperación internacional para abordar desafíos globales como el cambio climático y la seguridad, el enfoque agresivo de Trump hacia uno de sus aliados más cercanos representa un retroceso significativo. No solo socava décadas de confianza y cooperación mutua, sino que también pone en peligro los logros alcanzados en áreas clave como el comercio, la defensa y la gestión de crisis transnacionales. Esta postura causará daños duraderos a una relación que ha sido un pilar de la estabilidad y prosperidad en todo el continente, debilitando los esfuerzos conjuntos para enfrentar amenazas comunes y creando divisiones innecesarias en un momento en que la unidad y la coherencia política son más importantes que nunca.
*Mónica Beltrán Espitia, es Ministra Plenipotenciaria de la Carrera Diplomática y Consular de Colombia actualmente en situación administrativa de disponibilidad. Profesional en Finanzas y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia y Máster en Ciencia Política con especialización en Estudios de Mujeres de la Universidad de Ottawa.
** Las opiniones expresadas en el blog corresponden únicamente a los autores y no comprometen a la Asociación Diplomática y Consular de Colombia -ASODIPLO, ni al Ministerio de Relaciones Exteriores.